Los ciudadanos votan cada dos años. Pero el mercado vota todos los días. Y lo que sucede con la venta de soja en la Argentina es una muestra clara de ese fenómeno.
Al pasado 15 de mayo –último dato oficial publicado– las ventas de soja 2023/24 sumaban 16,72 millones de toneladas, una cifra equivalente al 33,1% a 33,5% de la cosecha total estimada para el presente año (50,0 a 50,5 millones de toneladas según la Bolsa de Comercio de Rosario o la Bolsa de Cereales de Buenos Aires).
Se trata de un número, en términos relativos, inferior al vigente un año atrás (36,2%), cuando un desastre climático liquidó más de la mitad de la producción prevista de la oleaginosa.
La situación actual es comparable a la presente en la campaña 2019/20, cuando, con una cosecha de soja de 48,7 millones de toneladas, en el actual momento del año los productores ya habían comprometido comercialmente el 47,5% de la cosecha esperada.
En cualquier caso, más allá de las particularidades de cada campaña, la situación registrada este año muestra un nivel de comercialización de soja es bajo en términos históricos, lo que se explica fundamentalmente por la suma de varios factores.
La caída del precio internacional de la soja, junto con un tipo de cambio atrasado, contribuyeron a potenciar el impacto del derecho de exportación del 33,0% vigente sobre el poroto de soja. Los valores reales del producto –medidos en dólares reales– resultan poco atractivos para los productores.
El dato clave además es que más del 55% del volumen de soja 2023/24 comercializado hasta el momento no tiene precio hecho: de las 16,72 millones comprometidas, un total de 9,549 millones sigue pendiente de fijación, lo que indica que los valores actuales no convencen a muchos productores.
La mayoría de los empresarios agrícolas argentinos, en lo que respecta a granos gruesos, están optando por la venta de maíz para generar liquidez, mientras que la soja –como ha sucedido tradicionalmente en entornos inciertos– se gestiona como una reserva de valor.
Adicionalmente, luego de la agresiva reducción de tasas de interés aplicada por el gobierno nacional, algunos empresarios agrícolas optaron por recurrir al financiamiento en pesos con tasas de interés reales negativas para retener granos.
El reciente ajuste el tipo de cambio “contado con liquidación” (CCL), que contribuye a incrementar el valor del “dólar exportador”, refuerza la hipótesis de aquellos empresarios agrícolas que creen que el actual esquema cambiario no es sostenible en el tiempo (especialmente con el impacto de los derechos de exportación aplicados al agro).
Nada tiene que ver un abril con lluvias muy por encima de lo normal no?
Esta semana y la proxima van a compensar todo lo que no se vendio la primer quincena.