Las lluvias intensas e impredecibles como las registradas en los últimos meses, en el marco del regreso de El Niño, pueden volverse más frecuentes en un contexto de cambio climático. En zonas donde los suelos tengan poca pendiente o capacidad de infiltración, se producen inundaciones que dañan a los cultivos y conllevan a importantes pérdidas económicas. ¿Pero está todo perdido?
Esa es la pregunta que buscó responder un estudio de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) en la Región Pampeana, a través del cual se compararon cultivos extensivos invernales en función de la cantidad de agua acumulada en el suelo y de los daños, porcentaje recuperación y rindes registrados. Los resultados permitieron crean un ranking de tolerancia al anegamiento que busca reducir las consecuencias negativas de este fenómeno.
“Para desarrollar estrategias que reduzcan las consecuencias de las inundaciones, es clave identificar los cultivos que la toleran mejor y qué características lo posibilitan. Por eso analizamos qué pasaba con el trigo, la cebada, la colza y la arveja cuando se inundaban en etapas vegetativas y reproductivas. Los ensayos duraron dos años y los hicimos en contenedores de 1 metro cúbico en la Región Pampeana”, contó al medio Sobre La Tierra Rocío Ploschuk, egresada de la Escuela para Graduados de la FAUBA.
Para realizar el estudio, que formó parte del doctorado de la investigadora y fue dirigido por Gustavo Striker y Daniel Miralles, investigadores del instituto IFEVA (UBA-CONICET), se observaron distintos parámetros: la biomasa de raíces por volumen de suelo, la biomasa de hojas verdes, de hojas muertas y de tallos, así como la de tejidos reproductivos por superficie. También analizaron el número de macollos en trigo y cebada, y el número de ramificaciones en colza y arveja.
Los resultados, publicados en la revista científica Agronomy Journal, fueron concluyentes.
“El trigo fue el que más toleró el anegamiento temprano y tardío. Después, cebada y colza toleraron mucho más el temprano que el tardío. Por último, la arveja fue el más sensible, no se pudo recuperar ni del anegamiento temprano ni del tardío”, explicó en primer lugar Ploschuk.
Con rotaciones intensivas, logran más rendimiento y contenido de proteína en un ensayo con soja
“El anegamiento temprano redujo la densidad de raíces y la biomasa aérea en trigo, cebada y colza, pero se recuperaron a niveles del control cuando se levantó el anegamiento. El trigo y la cebada no tuvieron repercusiones en sus rendimientos, mientras que la colza perdió un 17%. La arveja no se recuperó y perdió hasta el 90% del rinde. Por otra parte, el anegamiento tardío redujo un 65% el rendimiento de la cebada al disminuir el número de macollos, y un 69% el de la colza al reducir sus ramificaciones. También aceleró la senescencia de sus tejidos”, añadió a continuación.
Según la investigadora, la diferencia en los impactos de cada cultivo responde a la densidad de masa radical, una característica fundamental para tolerar la inundación.
“En un anegamiento, los poros del suelo tienen agua y poco aire. En una inundación, deja de haber oxígeno y las raíces tienen dificultad para absorber agua y nutrientes, y los cultivos se estresan. El trigo y la cebada generan raíces superficiales con un tejido que les permite una mejor oxigenación, llamado aerénquima, así mitigan la crisis metabólica”, señaló Ploschuk.
Y en función de los resultados, la investigadora aconsejó: “Si es un lugar que es proclive a inundarse, probablemente sembraría trigo; también si los pronósticos hablan de lluvias intensas durante la primavera o el verano. Si pronostican lluvias en invierno, podría sembrar cebada o colza, que se recuperan bien. En un área que no se inunda, pondría arveja. Por supuesto, más allá de la parte económica”.
“El ranking que generamos sirve como herramienta para que los productores puedan elegir qué sembrar según sus posibilidades y pronósticos climáticos”, celebró a continuación.
Esta línea de investigación seguirá adelante ahora con la soja, para explotar la variabilidad dentro de la especie.
“Hay poca información sobre este tema y vamos a evaluar la tolerancia de distintos materiales genéticos al anegamiento. Observaremos rendimiento, rasgos fisiológicos, anatómicos, de biomasa radical y aérea”, concluyó Ploschuk.