Con más de 100 años de existencia, el circuito de riego que recorre 130 kilómetros en el Alto Valle es sin dudas el principal responsable de que la producción allí cobre vida. Desde su inicio en Cinco Saltos y su bajada hasta Chichinales, los canales secundarios y terciarios que de el se desprenden son los que nutren, a partir de turnados, a cada una de las localidades de ese extenso trayecto. Sin embargo, no todos valoran este especial recurso.
“Este sistema es uno que está presente desde el inicio de septiembre y que finaliza en los últimos días de abril. Se administra por turnos, que dependen de la cantidad de hectáreas que tengan los productores, y se abona un canon de riego anual que incluye tareas de mejoramiento y mantenimiento. En la mayoría de los casos se aplica el riego por manto, porque son pocos los que pueden acceder a una tecnología más eficiente”, dijo a Bichos de Campo Vanesa Funes, gerente del Consorcio General Roca de Riego.
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El acceso a esa tecnología está dado por la capacidad de inversión de los productores, que para aquellos pequeños y medianos es más difícil. Tal es así que la prioridad siempre es pagar la mano de obra, las insumos y las cargas sociales, y muy detrás queda el canon de riego.
“En el costo de producción, la incidencia del agua no llega a superar el 1%. Es algo muy bajo pero todo depende siempre de la situación en la que se encuentre cada productor, que tiene que afrontar distintos costos. Lo que sí hay que tener en cuenta es que para nosotros es muy importante que esto se pague todo el año, porque cuando el agua se corta es cuando mayores obras tenemos que hacer. Esa es la mayor erogación”, indicó Funes.
Si bien en General Roca la recaudación alcanza al 70% de productores, porcentaje que el consorcio celebra ya que una década atrás era de apenas el 40%, el monto sigue quedándose corto en función de las tareas a realizar y el índice inflacionario.
“Este año ha sido muy difícil poder llegar a determinar un canon anual porque la inflación nos ha superado. Hemos tratado de actualizarlo pero eso se tiene que dar en asambleas extraordinarias, cosa que es un poco tediosa. Y es duro porque a veces nosotros tenemos que llegar a la instancia de tener que cerrar o soldar algunas compuertas cuando el productor no se acerca a ver cuál es su situación”, lamentó la gerente.
Una de los principales obstáculos a atender por parte de los consorcios tiene que ver con los efectos de los embalses aguas arriba, que han provocado la pérdida parcial del sedimento que revestía e impermeabilizaba los canales.
La ausencia del limo no solo favoreció a un mayor índice de filtraciones, sino que dio paso al fenómeno conocido como “aguas claras”, que favorece la aparición de algas acuáticas que obstruyen los canales.
Sin embargo, lo recaudado por año impide en muchos casos atender rápidamente a esta problemática y los consorcios deben solicitar fondos del estado.
“Lo que falta acá es la valoración hacia el sistema de riego. Tenemos que llegar a ser cuidadosos con el agua, a usarla de manera eficiente. Esta cantidad de agua que tenemos a disposición no se termina valorando y el riego que se coloca es muchas veces excesivo. Hay que tomar conciencia de la importancia que tiene este sistema que justamente le ha dado vida al Alto Valle”, sostuvo Funes.
-¿Qué te gustaría que suceda en el futuro con el riego del Valle?- le preguntamos.
-En General Roca, particularmente, se está tratando de no avanzar en tierras productivas. Es muy importante mantener este sistema de riego. La zona urbana ha crecido muchísimo y ha borrado diferentes canales o desagües. Nosotros somos parte también de la administración de sistemas de drenajes, que en muchos lugares trabajan como pluviales, y es muy importante que se tome en cuenta la importancia que tienen. La tierra productiva que se pierde no se vuelve a recuperar.