La industria semillera se encuentra en una avanzada para lograr que se reconozcan las regalías de las tecnologías que tienen las semillas que ellos producen.
Este intento, si bien añero, cobró una fuerza mayor en los últimos meses, cuando el nuevo gobierno y en especial la cartera de agricultura del Estado, promovió este debate al proponer en el primer intento legislativo “Ley de Bases” que Argentina adhiera a UPOV91, una convención global que ampara en buena medida a los obtentores de las semillas, y reconoce pago de las regalías.
Argentina se encuentra en una encrucijada en cuestión de semillas, puesto que la Ley de Semillas vigente data de 1971, y desde varios sectores buscan actualizarla, y poder dar el debate para que las tecnologías que desarrollan los semilleros, se reconozcan onerosamente. Especialmente el ojo está puesto en las variedades autógamas, como la soja, que puede ser cosechada por el productor y de esa cosecha, guardar un porcentaje para volver a sembrar el año próximo.
Es ahí, en esa clandestinidad, que las empresas alegan estar perdiendo el recupero de la inversión que realizan en investigación y desarrollo, y que esa falta de recupero impide el avance de nuevas investigaciones y tecnologías.
Nicolás Gear es el presidente de ASA, la Asociación de Semilleros Argentinos, además de comandar uno de los semilleros más importantes de la zona núcleo, desde su Rojas natal, en la provincia de Buenos Aires, el ápice de un triángulo semillero comprendido además por Venado Tuerto y Pergamino.
Es justamente el quien ante los micrófonos de Bichos de Campo, analiza el contexto y el debate respecto a ese reconocimiento de la propiedad intelectual de las semillas.
El semillero Gear posee más de 100 años en la industria, y fue fundado por el abuelo de Nicolás, allá por 1922. La actual conducción es la tercera generación, y aprovechamos ese recorrido en la industria para averiguar sobre el actual debate.
“Yo creo que siempre es importante darle un contexto, me parece que el contexto nos lo da el cliente, el cliente hoy en el mundo quiere enzimas, quiere proteínas, quiere proteína vegetal, y la Argentina tiene la posibilidad de poner a disposición todo su sistema productivo y capturar valor ahí, pero para eso necesita de la tecnología”, desliza introductoriamente Gear, respecto de la necesidad que expone para recuperar inversión.
“Esos productos determinados, al ser especies autógamas, requieren de un marco de propiedad intelectual o de respeto a la propiedad intelectual, si no los obtentores no los lanzan al mercado”, sostiene el presidente de ASA.
Nicolás describe la problemática que encuentra respecto a las semillas autógamas, y hace la distinción respecto a los híbridos: “Si esa misma demanda viene sobre la base de una especie híbrida como puede ser maíz, sorgo o girasol, básicamente como puede ser una calidad de aceite o una determinada harina, de alguna forma hay una propia defensa de la especie en cuanto al rescate de la propiedad intelectual, porque uno se ve en la necesidad de la adquisición de la semilla y eso genera un ingreso que promueve la reinversión en el negocio de investigación de semillas”
En ese sentido, el directivo de la industria semillera advierte: “En el caso de autógamas nos encontramos en una disyuntiva, pero como país la demanda está, la tecnología existe, pero no se emplea a nivel productivo o se emplea de una manera limitada y acotada y con la menor inversión posible como para darle un sostenimiento a la productividad, pero nos estamos perdiendo algunos mercados de alto valor y la posibilidad en algunas especies, y ahí amplio la paleta a algodón, trigo, cebada, soja, donde haciendo una inversión en innovación podemos dar un salto no solo en productividad, que literalmente se va a traducir en rendimiento y en ingresos, sino también en primas por calidades diferenciadas porque estamos incorporando quizá algunos materiales que tienen alguna mejora en proteínas, en harinas o en aceites de esos rubros”.
– Entonces, ¿Es cierto que muchos productores se guardan algo de semilla para volver a sembrar?
– Sí, el uso propio está permitido, está consagrado en la ley, no es limitante el uso propio, sí lo que es la autorización del obtentor y de hecho el marco internacional que arranca un poco más en lo básico y en la convivencia de los países en el mundo. En el mundo convivimos con distintos sistemas de preservación de recursos genéticos. Si vamos a lo que es vegetales, animales y microorganismos, tenemos ahí un tratado internacional, como es el convenio de biodiversidad, que ampara la relación global de eso. Si vamos a lo que es fitogenética básica, tenemos el tratado de los recursos fitogenéticos. Ahora, cuando ya llegamos a la punta de la pirámide de la innovación, habiendo pasado inclusive por lo que es semilla criolla, pueblos originarios, agricultura familiar, que son exentos del pago por el uso propio, llegamos a la pirámide donde está el mayor paquete de inversión en tecnología y en innovación que es donde está tratando de defenderse el negocio de la industria de la semilla y respecto de esa inversión, para darle continuidad y sostenibilidad en el tiempo, hace falta preservar el control de la propiedad intelectual.
– ¿Y la respuesta a eso o el amparo a eso sería, por ejemplo, adherir a UPOV, a la convención UPOV 91?
– Argentina adhiere a UPOV, al acta 78, con el correr de los años se fueron creando normativas que nos acercan a lo que es el acta de UPOV 91, por ejemplo, la vigencia del título de propiedad de una variedad de 20 años y algunas otras normativas, con lo cual la adhesión a UPOV 91, en todo caso, como lo consideraron otras 32 cámaras, no solo ASA, cuando se hizo el comunicado al respecto, no es más que ordenar el marco normativo existente. Y por otro lado, algo que desde nuestro punto de vista nos define como país, o como usuario de tecnología o como desarrollador de tecnología. La Argentina tiene el know-how en las universidades, en el INTA, en empresas familiares, nacionales, como las nuestras, o multinacionales, transnacionales, como para ser desarrollador de tecnología. La adhesión a UPOV 91 nos acerca más a subirnos a la mesa de los países que desarrollan tecnología.
– Es del lado del productor, que es el que tiene que hacer esta erogación de dinero, cada vez que siembra, que le supone un costo más. ¿Quizá ese sea el rechazo a esta adhesión?
– Yo creo que quizá la palabra rechazo es muy fuerte, porque nadie elige lo que no le conviene. Y acá, en realidad, es tratar de entender cuál es la causa, raíz o los factores que están haciendo que esa decisión no suceda. Y yo creo que hay dos variables. Una es la alta carga tributaria que tiene toda la cadena, y por sobre todo, el primer eslabón de la cadena, que es el productor agropecuario. Eso desalienta a la voluntad del productor de avenirse a la compra de semillas fiscalizadas, y de cierta manera, se viene traduciendo en toda esa caída de compra de semillas fiscalizadas a lo largo de los años. Pero en simultáneo, el sistema y el fortalecimiento del Inase y la mayor presencia en lo que es control de comercio y fiscalización de la calidad de la semilla, es otra de las variables que puede coadyuvar a que eso se subsane. La industria encontró una situación de proyecto de acuerdos entre privados que viene desarrollando a lo largo de los últimos años, en los que ha tratado de transferir y viene desarrollando y ampliando la base de productores, donde incorpora, a través de un contrato, la transferencia de la tecnología, ya sea germoplasma o biotecnología, en un contrato entre el desarrollador y el usuario final, que es el productor.
– Entonces, lo ideal sería un acuerdo público-privado para desarrollar y para controlar que eso se desarrolle…
– Sí, de alguna forma el Inase está habilitado en la constitución del Inase, la descentralización del Inase, y ya ha pasado con algunos proyectos, como puede ser el de semillas de algodón, o con la descentralización de los laboratorios. De hecho, el Inase acredita laboratorios justamente para emitir certificados de análisis, como puede ser Mercosur. O sea, la estructura normativa que la Argentina tiene le permite al Inase descentralizar y tener una presencia realmente muy contundente. Creemos que se va en esa dirección y por eso hemos apoyado estas iniciativas de parte de la Secretaría de Agricultura. Y bueno, esperemos que podamos llegar a un mejor puerto que el que hemos venido transitando algunos 102 años, otros como hace 75 años. Pero bueno, es parte de la expectativa y del por qué estamos hoy hablando de esta problemática y tratando de encontrar un mañana mejor para el negocio de semillas.
TODO BIEN CON PAGAR REGALIAS. ESTAMOS ESTANCADOS SEMBRANDO VARIEDADES DE 10 AÑOS. EL PROBLEMA ES QUE NO HAY PLATA!!!!!! CON RETENCIONES Y DIFERENCIAL CAMBIARIO, MAS LA VORACIDAD DE MUNICIPIOS, PROVINCIA Y ESTADO NACIONAL, NO QUEDA NADA!! LOS NUMEROS NO DAN!!!
Otra pequeña nota llena de “mañas”; que resulta, cuanto menos, inexacta, por no decir francamente engañosa y con medias verdades (i.e., la mitad mentiras). En resumen, no se trata de otra cosa que más lobby para los semilleros (como hace el titular(?) de bioeconomía(?)).