La siembra de soja cubrió el 99,3% de las 17,7 millones de hectáreas reservadas esta campaña para el cultivo, según las previsiones de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires. Ya está. Culminó el mayor proceso de inversión que se registra en la Argentina y que se repite todos los años de modo silencioso.
Cada hectárea de soja de primera, según los números de la revista especializada Márgenes Agropecuarios, demandó una inversión de 630 dólares en promedio. Así, habría más de 10 mil millones de dólares puestos en juego. Enterrados, A cielo abierto. Ahora a mirar el cielo, que sigue encapotado como pocas veces se ha visto.
Al dar a conocer su informe semanal sobre la evolución de los cultivos, la Bolsa porteña aclaró que esas 17,7 millones de hectáreas ya están sembradas, pero que eso no quiere decir que todo vaya a quedar estático. “Las precipitaciones ocurridas sobre el centro del área agrícola nacional durante los últimos días podrían sumar nuevas pérdidas de superficie para la oleaginosa”, se aclaró.
En ese sentido, la Bolsa de Cereales consideró que las lluvias pronosticadas para los próximos días “sumarán pérdidas por anegamiento al recorte de área registrado en nuestro informe previo”, en el cual la superficie se había recortado en 200.000 hectáreas. Vale aclarar que, aunque representa más de la mitad del área agrícola total, la superficie para la soja es una de las más bajas de los últimos diez años, cuando había llegado a ser de hasta 20 millones de hectáreas. Hoy apenas araña las 18 millones.
Pero ahí está. Igual es muy significativa la apuesta de los productores al cultivo que más dólares inyecta a la economía local. La plata enterrada es mucha y ahora, con todo el área sembrada, solo queda mirar al cielo y hacer un monitoreo riguroso de los lotes para evitar el avance de plagas o enfermedades típicas de los años tan húmedos.
Los productores vienen curados de espanto y no se descuidarán: en 2017 también hubo excesos hídricos y un año después, en 2018, la producción de soja se achicó 30% (de 54 millones a solo 36,5 millones de toneladas) por culpa de una extrema sequía.
Ahora todo volvió a mutar. “Según las perspectivas climáticas de corto plazo, para lo que resta del mes se prevén nuevas precipitaciones de frente cálido que alcanzarán su mayor intensidad sobre el sur de Santa Fe, gran parte de Buenos Aires y el sur de Entre Ríos. De esta forma, el foco de tormentas que se había mantenido sobre el litoral ahora se traslada al el centro y sur de la región agrícola, elevando el riesgo de registrar importantes pérdidas de área sembrada”, advirtió la Bolsa de Cereales.
De todos modos, y es bueno aclararlo antes de cruzar los dedos, la condición del cultivo entre normal, buena y excelente se ubicó en el 88,5% del total cultivado. Es decir, menos del 15% de la soja presenta por ahora un mal aspecto.
Cristian Russo, de la Bolsa de Comercio de Rosario, explicó en ese sentido que “las últimas lluvias dejaron cuadros de soja que están completamente bajo agua, que difícilmente puedan recuperarse, o saturados y a punto anegarse. La gravedad de estas últimas lluvias está en que insisten en las áreas más problematizadas”. Según sus estimaciones, reunidas en el informe GEA, unas 185 mil toneladas finalmente quedarán sin poder sembrarse.
Pero el analista agregó de inmediato: “Más allá de estas áreas, la problemática de napas altas afecta a toda la región núcleo y produce ya una preocupación inédita por lo que pueda suceder en la cosecha. Los productores tienen demasiadas malas experiencias y saben que se ha vuelto una etapa crítica que define cuantos quintales efectivamente le quedan en las manos”, explicó Russo.