“Hoy, el running no lo negocio, corro cuando puedo y como puedo, entre giras. Me conozco todos los pueblos del interior por los que ando trabajando de consultor, o los campos donde me quedo”. Así define su pasión por correr Sebastián Riffel, un ingeniero agrónomo entrerriano, apasionado también por la nutrición animal.
Hijo de un productor y una docente. Esposo de Yanina y papá de Juan Sebastián y Facundo. Sebastián nació en un pequeño pueblo rural llamado Viale, a 50 kilómetros de Paraná, la capital provincial. Trabaja como consultor en sociedad con otro grande, Juan Elizalde, y haciendo capacitaciones en cría, recría y engorde a corral.
Sin embargo, en esta charla para la grabación del capítulo 92 de El podcast de tu vida estrenado hace pocos días, repasamos parte de ese camino, pero también su pasión por el running que no empezó hace tanto pero que hoy abraza con fervor. Ha participado de algunas de las maratones emblemáticas que se corren por el mundo y aspira a seguir corriéndolas, descubriendo desafíos y escribiendo su propia historia de superación. El año pasado corrió en Chicago, este año se prepara para correr, en unas semanas, para la mítica Maratón de Boston (dentro de las “six majors” del maratón mundial). Pasen y lean…
-¿Qué cosas recordás de tu infancia y el campo? Anécdotas, alguna comida de la abuela o la madre, olores, sabores…
-El vínculo siempre estuvo porque como nosotros venimos de una familia por parte de mis abuelos maternos con campo teníamos mucha relación con lo rural. Mi abuelo trabajaba ahí, después mi padre administró esa empresa familiar, relativamente chica. Íbamos a ayudar, pero, sobre todo, cuando éramos chicos, nuestro rol era, por ejemplo, en las carneadas, que eran un festival para la familia pero también para las familias vecinas. Esto era en la zona de Mojones sur, Entre Ríos, y seguramente había como 100 personas en esos eventos. Nuestra labor era ayudar con las tripas, juntar la sangre… Después se hacía la preparación de las carnes, chicharrón, y esos olores siempre me quedaron impregnados. Era un evento que llevaba tres días. Lo recuerdo con mucho gusto porque fue una etapa que nos marcó en la vida. Mi abuelo era un señor muy campero.
-¿Algo más de esa época?
-Si, las yerras. Era todo otro gran evento. Ir a verla para nosotros de pibitos era increíble. Y con el balde a juntar la criadilla, los huevos. Se descornaba, se castraba y eso todo iba a un gran fuego y después se le ponía chimichurri y se picaba mientras se trabajaba.
-Llegó el momento de estudiar y entraste en Agronomía. ¿Tenías un plan B? O ibas directo ahí…
-Siempre supe que quería hacer algo vinculado al campo. Tenía alguna duda entre agronomía y veterinaria. Básicamente porque siempre me gustaron los animales. Y eso me hacía dudar. Después, informándome más, ya definí que era agronomía porque no me gustaba la clínica de los animales. Me gustaban los animales, pero desde la producción. Quizás me marcó mucho esa infancia en mi pueblo, Viale, que por entonces tendría 6000 habitantes, hoy 10.000, y hacías seis cuadras y estabas en el campo. Ibas al club y atrás del club ya había campo, arroyo, íbamos a pescar. El vínculo con el sector rural era fuerte.
-¿Qué te gusta de lo que hacés hoy? ¿Qué te entusiasma?
-La verdad que hoy todo lo que hago de laburo me gusta muchísimo por varios motivos. El primero porque puedo vivir de lo que me gusta y eso ya me hace afortunado. El segundo es que trabajamos en medio de la naturaleza. El 80% de mi trabajo es consultoría y asesoramiento técnico, el resto son cursos, charlas, pero el grueso es en el campo. Trabajar al aire libre es un placer. Si bien nuestro trabajo es cansador porque se viaja mucho, y hay tiempos muertos en el auto, es muy lindo. Entiendo que los años van a poner un freno en algún momento, pero todavía estoy en una etapa en la que estoy para meterle fuerte.
-¿Cuál es el rol de la familia en una actividad como la del asesor o consultor en la que estás todo el tiempo viajando?
-Si, lo que nos dedicamos a esto, básicamente estás mucho fuera de la casa y es muy duro para todo el grupo familiar. En mi caso, durante mucho tiempo, al principio, salía los lunes y volvía los sábados. Después con el tiempo, empecé a volver los viernes. Y ahora, más grande y post pandemia, organizo mejor los tiempos para tratar de estar más en la casa. Pero hay una etapa inicial que no podés rechazar ningún trabajo y estás mucho afuera. En mi caso, afortunadamente, tengo una familia que me apoya, porque sería imposible hacer este trabajo con una familia. Podrías hacerlo soltero, pero no en familia. Me bancaron mucho. Mi señora es de fierro. Porque además, cuando uno llega después de muchos días, llega cansado. Pero la familia, en mi caso ha sido incondicional.
-Qué bueno, bien. Metámonos en el running, pero primero te pregunto ¿Qué ha sido el deporte en tu vida? ¿A qué te gustaba jugar de chico?
-De chico hacía todos los deportes que se podían. Yo iba a la escuela a la tarde y a la mañana hacíamos un partidito a la mañana en algún baldío del pueblo. El fútbol siempre fue, desde los 4-5 años estaba presente. Después más grande había atletismo, natación, básquet.
-¿Qué deporte te gustaba más? ¿En qué eras bueno?
-La verdad que no era bueno en nada era muy del montón. Nunca tuve habilidades para destacarme en ningún deporte, pero tenía una constancia que suplía las deficiencias técnicas.
-Al fútbol de qué jugabas o cómo quien…
-Era un cinco bastante rústico, imagínate que Blas Giunta era mi ídolo en Boca en ese momento.
-¿Y cuándo arrancaste a correr?
-Siempre estuve en actividad, iba a atletismo de chico, pero después me fui a estudiar, le dediqué menos tiempo, entré a trabajar de lleno y hubo un impaase de 15 años en los que hacía lo que podía, cuando podía. Y en diciembre de 2017, mi señora Yami me pide que la acompañe a correr la carrera del pueblo, Viale, se corren 5 y 10 k el 8 de diciembre, el día de la Virgen. Se corría a las seis de la tarde. Hacía mucho calor, pero terminé la carrera y fue una sensación tan linda, volver a la competencia después de muchos años sin hacer nada, y me despertó las ganas de volver a competir.
-¿Y cómo seguiste?
-Me enganché en el running team que estaba mi mujer, empecé a entrenar, me lo tomé en serio. Pero arranqué y le metí para adelante, corrí 5k, 10k y tuve dos episodios interesantes que me marcaron mucho. Uno en Concordia y otro en Rosario. Me pasó dos veces que llegué a la meta y me desmayé. En realidad, en Concordia llegué y en Rosario no llegué a la meta. Después me despertaba en el hospital, con suero y todo mal. Yo venía corriendo mucho más rápido de lo que me daba la preparación física. Eso hizo que parara la pelota, en las dos carreras me pasó que venía de laburar, había viajado 800 kilómetros, llegué, comí una banana y salí a correr. Todo mal. Eso hizo que replantee las cosas. Me echaron del running team en el que estaba, porque no había cumplido con el plan de carrera. Vos tenés que correr a un ritmo y yo, dos veces, salí desbocado. Y eso fue un aprendizaje.
-¿Qué aprendiste?
-A partir de ahí lo tomé distinto. Busqué un entrenador profesional, personalizado, Martín Méndez, reconocido maratonista de Concordia. Arrancamos de cero. El punto que me hace la diferencia fue la pandemia. Porque me puso a cero en lo laboral, en ese momento yo viajaba 2500 km semanales de gira, que es mucho, y la pandemia me encerró en casa. Fue un cambio rotundo. Al punto que me armé un circuito en el patio de casa y empecé a entrenar ahí, también leía. Ese fue el disparador.
-¿Y qué es el running para vos hoy?
-Hoy no lo negocio. Es parte de mi día a día. Termino reventado una gira en el campo, son 8-9 de la noche, agarro los cortos y las zapatillas y salgo a correr. Y sino, son las 5 de la mañana, me pongo una luz en la cabeza y salgo a correr por el campo y los caminos de tierra a entrenar. En algún momento del día está. Seis o siete días de la semana corro. Pero todo con dos hitos: acompañar a mi mujer en esa carrera y la pandemia que me dio un hábito de entrenamiento que no tenía.
-Me parece interesante lo que contás porque el running lo puede hacer casi cualquiera, pero no de cualquier manera…
-Es fundamental, es importante el mensaje. Hay dos formas de encarar el running. Una, recreativa. Todos podemos hacerlo, y para eso no necesitás nada, más que ganas de correr. Hay un periodista, Daniel Arcucci (N de la R: periodista, maratonista), que dice que el running es el deporte más democrático del mundo porque lo puede hacer cualquiera con unas zapatillas y un pantalón corto, y es la única actividad deportiva que vos podés correr la misma carrera que el campeón mundial. No sé, si jugás tenis no podés enfrentarte a Djokivic o Nadal, y si te gusta el fútbol, no podés jugar contra Messi. Pero en el running sí. Yo corrí la maratón de Chicago en 2023 y en esa carrera (Kevin) Kiptum baja el récord mundial que había hecho Eliud Kipchoge un año antes en Berlín. Baja de 2 horas 1 minuto 9 segundos a 2 horas y 35 segundos. Por otro lado, vos podés hacerla a cualquier hora y dónde sea. Yo he corrido en pueblos, me conozco todos los pueblitos o ciudades de Argentina porque salgo a correr. Ahora bien, cuando vos buscas batir marcas, ser más profesional, necesitás ayuda en la preparación, planificación y en la nutrición.
-¡Es una disciplina ideal para agrónomos! Al menos para asesores…
-Claro, yo lo digo siempre. Nosotros no podemos jugar al tenis, ni al fútbol, porque con quien te vas a organizar si un día estás y otro no.
-¿Cuánto hay de físico y cuánto de mental?
-La cabeza es muy importante. Sobre todo, en el maratonista. La carrera larga de 42 km 125 metros. Un 50% es físico y un 50 mental. Sin un buen estado físico no lo completás, pero son muchísimos los momentos en la carrera que vos te preguntás ¿Qué estoy haciendo acá? ¿Quién me mandó a hacer esto? El maratón es la vida misma. Vos recorrés tu vida, tenés momentos de euforia, que la vas pasando bien, cómodo con el ritmo. Tenés momentos de bajón porque se te terminó la glucosa en sangre y te bajoneas, tenés que tomar un gel para recuperar. Llega un momento que sentís que es lo tuyo, que vas bien, y después que pensás “nunca más corro una carrera”. Y esto te pasa en una sola carrera. Emociones encontradas. Pero llegar, cruzar la meta, es emocionante.
-¿Se entrena lo mental?
-Se entrena haciendo. Porque dentro de los entrenamientos hacemos distintas actividades que terminan el fin de semana con un fondo de 20 o 32 kilómetros. Cuando te tocan los 32 minutos trabajás la cabeza. Son casi tres horas.
-¿Qué vas pensando mientras corrés? No el día de la carrera, que por ahí uno va más concentrado en el ritmo, sino en esos fondos de tres horas…
-El día de los fondos, los rodajes suaves, es una especie de meditación, vos entrás en una etapa de un disfrute total, y muchas veces aclarás cosas. Yo planifico mucho mis semanas laborales. Lo voy pensando mientras corro. Las mejores charlas que he podido armar me surgieron de contenidos que he armado en los fondos, mientras corro.
-¿Podrías armar un podio de las tres carreras más lindas que corriste? Entre el lugar más lindo y cómo se dio la carrera…
-Claramente Chicago está en el podio porque es una de las Six Majors, impecable en todo sentido. La ciudad es fantástica, la organización. Todo. Pero te diría que pondría tres carreras en el podio, de atrás para adelante: 3) Buenos Aires, que es una gran carrera, con algunos problemas organizacionales, pero es un hermoso recorrido. La pongo porque ahí logré mi mejor marca, que son 3 horas 11 minutos, a un ritmo de 4 minutos 30 segundos el kilómetro. Y esa marca me habilitó para ir a la de Boston este año. 2) la de Chicago. 3) la de Praga. La corrí en mayo de 2023. Yo cumplía 50 años y me fui a correrla con mi familia. Llegué muy bien preparado. Había corrido un mes antes el medio maratón de Madrid. Me fue muy bien.
-¿Y qué pasó en Praga?
-Después de Madrid salí a correr confiado en Praga, me sentía muy bien, y me fui para adelante y en el kilómetro 28-30 me pasó la factura. A tal punto que en el kilómetro 35 me caí, porque ya no podía sostener ni mi cuerpo, estaba destruido, me rompí toda la cara, un porrazo de frente que no pude ni atajarme. Me levanté como pude y seguí. Pero me enseñó mucho que una mala planificación de carrera la pagás caro, con sufrimiento. Y cuando voy terminando la carrera me cruzo con un flaco, alto, grandote, barbudo, danés, nórdico, parecía un vikingo que se desplomó adelante mío. Yo estaba entre que buscaba una marca buena si seguía corriendo o lo ayudaba. Y con otro lo levantamos y llegamos.
-Yo diría que fue una mala ejecución, no una mala planificación…
-Exacto, tenés razón, la planificación fue impecable. El problema es quien llevó adelante el plan, yo. Pésimo. Pero se coronó de una manera increíble y emocionante con este otro corredor. Por todo ese combo la pongo en mi podio. Y mi familia cerca, la frutilla del postre.
-Estás entrenando para correr Boston que es una maratón mítica. Contame qué hay detrás de ese maratón y cómo conseguiste el tiempo para correrla, que es una linda historia de superación…
-Boston es la única carrera en el mundo que podés correr si tenés una marca determinada que se estipula según tu edad, y es muy exigente. Para mí categoría, yo tengo 50 años, pero cuando clasifiqué a Boston tenía 49 y entraba en el rango 45 a 49, en ese rango me pedían 3 horas y 20 minutos. Mi primer Maratón fue Rosario con 3 horas y 30 minutos, muy bien para arrancar. Después el maratón de Valencia y metí 3 horas, 20 minutos y 7 segundos. Después corrí la de Río de Janeiro, no pude hacer la marca porque fue un día horrible, lluvia y frío, apenas hice 3 horas y 22 minutos. Y a los tres meses corrí la de Buenos Aires, hice 3 horas y 11 minutos, que me sobraron para clasificar. Fue una hermosa carrera.
-¿Y Boston? ¿Cuándo es?
-Se corre el 15 de abril. La estoy preparando. Fue un camino largo, pero llegó al fin.
-Bueno, llegamos al tirando pareces, el Pin-pong de El podcast de tu vida y la primera pregunta tiene que ver con país o ciudad que te gustaría conocer y por qué…
-Me gustaría conocer Egipto, básicamente porque de chico me llamaron la atención las pirámides, las esfinges, el río Nilo. Lo tengo pendiente como tantos otros, pero particularmente este.
-¿Algún lugar que hayas conocido de todos los que has ido y que lo guardes de una manera especial?
-Muchos, pero me gustó mucho Australia como país y Sidney como ciudad en particular. Es moderna, cosmopolita, prolija. De hecho, voy a tratar de volver con el objetivo de correr la maratón de Sidney. De hecho, hay una moción para que sea la séptima Major, las más grandes carreras del mundo.
-¿Cuáles son las “Six Major” del maratón actualmente?
-Boston, Chicago y Nueva York, tres tiene Estados Unidos. Después Tokio, Londres y Berlín.
-¿Parrilla? ¿Comidas? Tenés algún corte especial que te salga muy bien…
-A la olla le escapo. En la parrilla me defiendo bien, lo que pasa que no es lo más habitual. Me cuesta arrancar, pero me precipito. Mi especialidad es el matambre sale buenísimo. Así como viene con sal y pimienta. Y asado de tira.
-Por lo que me dijiste, te presiento ansioso en la parrilla (jaja)
-Terrible. Prendo el fuego y cuando sale rápido, es un componente interno difícil de manejar.
-¿Series? ¿Películas? ¿Por dónde vas?
-Películas, las de acción, de tiros, guerra, western cuando era chico. Series no por una cuestión de tiempo. Sí miré en la pandemia.
-Si pudieses tener algún superpoder ¿Cuál te gustaría tener?
-Prefiero no tener porque me parece que la vida es más llevadera si somos más mortales. Pero obligado a elegir, optaría por algo que me permite optimizar el tiempo, y la súper velocidad, el poder que tiene Flash, sería fantástico. Para ahorrar los tiempos muertos que sirven para un montón de cosas, pero que no dejan de ser tiempos muertos.
-La última tiene que ver con que si pudieses viajar en el tiempo. A algún momento de tu propia historia o algún momento en la historia de la humanidad. ¿A dónde te gustaría ir?
-De la historia de la humanidad, me gustaría ir a Egipto, todo eso que te decía antes. Me hubiese encantado estar en el lejano oeste, esa lucha entre indios y pistoleros. Haber sido una iguana en el Cañón del Colorado hubiera sido fantástico. Pero algo más terrenal, me hubiera gustado volver 15 o 20 años atrás para aprovechar más los tiempos con la gente que quiero o que quise, en el caso de los que ya no están. Más tiempo para estar con mi señora y mis hijos chiquitos. Me perdí muchos momentos del crecimiento de ellos. Nunca me lo echaron en cara, pero yo siento que me queda ahí… pero sobre todo con mi viejo. Mi viejo falleció, pero lo peor es que a él me lo perdí por mi autoexigencia personal y no me hice los tiempos para estar más con él y mi familia. Él me iba a visitar a Balcarce o a Bolívar y yo estaba de gira, y llegaba a casa y me ponía a hacer informes, hablaba por teléfono y él me esperaba con el asado y yo le daba dos bocados y me volvía a trabajar. No lo disfruté como quería. Era un gran tipo.
-Si, hay cosas que como en el caso de tu viejo ya no está, pero sí sirven para cuando venís acelerado, poner un freno y prestar atención al aquí y ahora, al menos con los que te rodean
-Absolutamente. Hoy, más consolidado, puedo ver eso.
-Bueno Sebastián, llegó el momento más difícil de la charla, elegir un tema musical para cerrar la nota. ¿Cuál elegís vos? ¿Por dónde vamos?
-Es realmente difícil. Porque me gustan diversos temas. Había pensado uno, que es “Sultanes del ritmo”, de Dire Straits, pero ahora que me llevaste en el tiempo, y me trajiste a eso de mi viejo, cambio sobre la marcha y pongo “Mi viejo”, de Piero. Mi viejo sería el primero en ver este podcast, asi que vamos por ahí.