El gobierno de Javier Milei cumplió dos meses y en ese período se despachó con varias cuestiones que contradijeron sus promesas de campaña, como la de no aumentar impuestos al campo. El Presidente dijo que antes de hacerlo “prefería cortarse las manos”, pero ni bien llegó intento subir las retenciones, aunque finalmente -o por ahora- no pudo hacerlo.
Lo que sí hizo fue devaluar el tipo de cambio oficial, pero mantuvo una brecha cambiaria significativa entre el dólar al que vende el campo sus productos -que vale menos de 1.000 pesos- y el dólar real (en sus variantes MEP, Contado con Liquidación o directamente “blue”). Por eso continúa un notable desfasaje con el dólar para importar insumos, por lo cual además se paga el Impuesto PAIS.
El consultor Alejandro Meneses, de la firma Zorraquín Meneses, reconoció que a pesar de todo esto, “existe una intencionalidad de ir hacia un mercado más abierto, más libre, con menores regulaciones y demás”. Algunos de esos objetivos quedaron plasmados en el DNU con el que Milei arrancó su gestión. Otros estaban incluidos en la ley Ómnibus, que no prosperó.
“El tema es el después, cuando empieza a aparecer la necesidad, que se ve claramente en el tema de retenciones, por ejemplo. Uno dice ‘esto es lo que no quiero, pero necesito tener dinero recaudación para cumplir determinadas metas como la de déficit fiscal y bancar un gasto publico elevado. Ahí vienen las instrumentaciones en las que creo que hay errores, como aumentar las retenciones en forma plana”, ya que la intención original del gobierno era imponer una alícuota generalizada de 15%.
“Eso desde mi punto de vista está mal, aumentar de forma plana (como se quiso hacer) de 0% a 15% de retenciones en ciertas economías es imposible. Entonces existen luces y sombras, lo que quiero y lo que puedo”, analizó el consultor agrícola.
Meneses consideró que hay más condicionantes en la actitud del gobierno frente a los sectores productivos: “Existe algo que yo llamo ‘me encanta el ajuste, pero no con la mía'”.
¿Qué quiere decir? “Todos estamos de acuerdo en que hay que ajustar, pero cuando se meten en tu sector, en tu economía, en tu esto, tu otro, existen las opiniones y obviamente las dificultades aparecen”, explicó.
El consultor cree que la Ley Ómnibus tuvo la intención pedir mucho para que lograr al menos una parte del todo. Opinó que hay “facetas de querer ir por un buen rumbo pero con mala instrumentación”.
Es en este contexto incierto en el que el productor debe tomar decisiones, porque los tiempos de las campañas y cosechas agrícolas o de cualquiera actividad lo requieren de ese modo, al margen de lo que sucede con la política.
Meneses cree que ante este panorama político y económico el productor va a retener mercadería. En efecto, ya lo está haciendo con el trigo. Las ventas de soja a futuro también pueden contarse con los dedos de la mano.
“Para que el productor liquide (es decir, venda sus granos), hay que tener ciertas y determinadas propuestas o indicadores de la economía, porque como todos sabemos el productor se refugia en el grano, no para especular sino básicamente, en esta economía tan ciclotímica, para sobrevivir aún con mercado en baja como el que tenemos ahora”, señaló el consultor.
Además del temor a lo que pueda suceder con la economía (por ejemplo, con una nueva devaluación), está el riesgo de que por algún mecanismo el gobierno nacional suba los derechos de exportación al 15% para todos los productos o al menos a una parte, con excepción de la soja que tributa más del doble que eso.
“Entonces el productor retiene porque el mercado se anticipa y descuenta un posible aumento de retenciones, como sucedió en estos casi dos meses de gestión”, lamentó Meneses.
Así como el productor se cubre reteniendo mercadería que se exporta o adelante compra de insumos, los exportadores se cubren también efectuando descuentos en los precios que luego no se devuelven.
“Después está el tipo de cambio. Cuando apenas se hizo la devaluación la brecha cambió, se fue al 20%, y ahora está en 50%, y hay rumores de una nueva devaluación. Si yo tengo soja, en ese contexto no vendés nada, sólo lo mínimo”, avaluó.
Y prosiguió la explicación: “También hay un tema que no es menor, que es el diferencial de tipo de cambio. Los exportadores te dan un dólar de 820 pesos cuando en realidad debería ser de más de 900 (lo que se intenta solucionar ahora con el dólar de referencia del Matba-Rofex para los contratos forward). Entonces la libertad de mercado funciona pero digamos discrecionalmente. Todavía faltan acomodar los tantos”, agregó.
Mucha gente, desde políticos, economistas, empresarios de otros rubros, el mismo sector agropecuario y hasta el ciudadano de a pie espera por la liquidación de una cosecha que aunque no sea récord sería buena, más que aceptable luego de la peor sequía sucedida en 2023.
Pero para ello faltan al menos 60 o 90 días. Las ventas se darán en tanto los productores necesiten o prefieran hacerlo. “Yo creo que se va a liquidar en función a necesidad inicialmente, y si hay claridad o puntos de mejora, o la economía empieza a marchar y demás. Si no fuera así, se va a desacelerar la liquidación”, indicó el especialista.
En los mercados hay versiones de una nueva devaluación que en realidad no seria otra cosa que el reconocimiento de un nuevo atraso del dólar, que aumenta su valor a un ritmo de 2/3% mensual cuando la inflación va al 25%, es decir 10 veces más rápido. Enseguida el tipo de cambio vuelve entonces a quedar muy atrasado, nada nuevo bajo el sol.
“Entonces un productor escucha esto y qué hace: nada, retiene. Aparte, es importante también tener en cuenta de dónde venimos. Recordemos que la campaña pasada tuvimos posibilidades de endeudamiento en pesos con tasas altas, y esas personas que se endeudaron en pesos, si hay una devaluación, mejora su ingresos y puede pagar mejor esa deuda”.
-¿En esto contexto, entonces, qué estrategia comercial conviene seguir?- le preguntamos a Meneses.
-La estrategia indica, en un mercado bajista, con este tipo de características que hemos señalado, que lo que tenés que hacer básicamente es vender en el físico. Hay que ir haciendo fijaciones, para cubrirse de mayores bajas. Pero, más importante que las bajas en el mercado es el daño de las medidas de gobierno. El productor dice “creo que me va a hacer más daño en el precio las medidas económicas (tipo de cambio, posibilidad de retenciones y demás) que el riesgo de una posible baja” (del valor de los granos). Y eso es lo que está generando, digamos, la no fijación que no haya cierre de contratos forward.
La tienen con que el productor vende si mejora el precio… El productor vende cuando paga los insumos, calza algún negocio y/o vende todos los meses para cubrir sus costos , nunca vende por qué tiene buen precio y guardarse la plata, esas cosas de especular y aprovechar precios las hacen las grandes empresas agropecuarias y grandes pooles .