En el Valle del Elqui, en el norte de Chile -integra la región de Atacama y Coquimbo- funciona una de las cooperativas más numerosas del mundo. Agrupa nada menos que un millar de productores de uvas para pisco. La mitad de ellos posee apenas una hectárea productiva.
Allí sí que la organización cooperativa funcionó. Desde hace 80 años que existen como tal bajo el nombre de CAPEL (Cooperativa Agrícola Pisquera Elqui Limitada) y los beneficios que obtienen con la cosecha ya ubicada fueron los que los han hecho sobrevivir desde la crisis mundial del 1930 en adelante. Arrancaron 25 socios en 1938.
Carolina Marín, integrante de la CAPEL, explicó: “La cooperativa sirve para que puedan sobrevivir aquellos productores que hacen monoproducto. Para ellos es la única alternativa”, resumió a Bichos de Campo.
Aquí la entrevista completa con Carolina Marín:
La productora destacó la democracia que existe dentro de la CAPEL. “Todos los años tomamos decisiones y el voto de aquel que posee una hectárea vale lo mismo que el que tiene 60”, destacó.
Estos productores están obligados a ubicar toda su cosecha para el procesamiento por parte de la misma cooperativa que vende las botellas de pisco con la marca CAPEL. Es una de las más difundidas en el vecino país.
“Antes los consumidores no relacionaban a la marca con su origen cooperativista, pero hicimos mucho hincapié en esto y hoy ya la asocian con aquellos pequeños productores que se esfuerzan día a día en el campo”, finalizó Marín.
Dicen las enciclopedias que el pisco (en quechua quiere decir “pájaro”) es un aguardiente de uvas cacarterístico de Chile y Perú. Se elabora mediante la destilación del producto de la vid, como el brandy o el coñac, pero a diferencia de estos no se mantiene largo tiempo en barricas.