Los productores agrícolas del Mercosur están atravesando una suerte de “disonancia cognitiva”. Por un lado, observan como buena parte de la cosecha brasileña de soja se pierde por un desastre climático, al tiempo que la compleja situación macroeconómica argentina sigue planteando muchas dudas. Por otro, contemplan como las cotizaciones de los futuros de soja en el CME Group (“Chicago”) se desploman.
Si se tiene en cuenta que las reservas internas de soja en EE.UU. son bajísimas en términos históricos, no parece tener mucha lógica la progresiva baja que vienen registrando los precios de la soja en el mercado estadounidense.
Adicionalmente, el incremento de la demanda interna de soja en EE.UU. con el propósito de abastecer a la pujante industria de los biocombustibles es un factor estructural que llegó para quedarse.
¿Entonces? Lo único que está claro es que las bajas están siendo impulsadas por los administradores de fondos de inversión agrícolas que operan en el mercado estadounidense CME Group, que vienen liquidando posiciones en soja en las últimas semanas para pasar a estar “vendidos” (bajistas) en la oleaginosa.
El martes pasado –según publicó este viernes la Commodity Futures Trading Commission– las posiciones netas de los administradores de fondos especulativos en soja volvieron a caer para ubicarse en terreno negativo. Las posiciones netas surgen de la diferencia entre las posiciones compradas (“long”, que fijan un precio techo y por ende apuestan a un mercado alcista) y las posiciones vendidas (“short”, que fijan un precio piso y por lo tanto apuestan a un mercado bajista). Tales registros se difunden con algunos días de retraso para evitar que tal información impacte en las cotizaciones de granos.
La única hipótesis bajista proviene del ámbito geopolítico: un eventual conflicto entre EE.UU. y China por la cuestión taiwanesa que provoque un desajuste en el comercio entre ambas naciones. Si ese es el caso, también explicaría la reciente “licuación” de los precios de los futuros de maíz en Chicago.
Las noticias relativas a las intenciones del gobierno de Xi Jinping de anexarse a la isla de Taiwán –una nación democrática– vienen siendo recurrentes en los últimos años. Mientras que en términos diplomáticos EE.UU. mantiene una posición ambivalente, en los hechos vende cada vez más armamento al gobierno taiwanés para hacer frente a una posible invasión.
Un escenario de tales características ya se presentó no hace muchos años atrás, cuando a comienzos de julio de 2018 China comenzó a aplicar un arancel adicional del 25% al poroto de soja estadounidense –entre otros muchos productos– como represalia por la imposición de aranceles equivalentes por parte de EE.UU. a un conjunto de productos industriales chinos. Debido a las características del mercado global de soja, eso implicó una suerte de “retención” o descuento del valor FOB de la soja estadounidense (Golfo de México), que llegó a registrar un récord histórico de 90 u$s/tonelada en septiembre de ese año respecto de la soja brasileña (Paranaguá).