Mario Regonat es un productor del norte santafesino que hace lo imposible por mantenerse ligado a la tierra que su familia manejó por varias generaciones. En esa búsqueda por perdurar ha transitado por varias actividades productivas, más o menos rentables. Pero tiene muy claro que su supervivencia ha sido posible porque integra una cooperativa agropecuaria de las que todavía funcionan correctamente: la Unión Agrícola Avellaneda, cuya sede está ubicada unos 300 kilómetros al norte de Santa Fe.
Cuando esa zona de Reconquista y Avellaneda se fue poblando de grandes empresas privadas como Vicentin, Buyatti y otras, la cooperativa fue el instrumento para brindarle asistencia al pequeño y mediano productor que había colonizado esa zona. Regonat, como clásico chacarero, siguió el mandato de sus mayores y se mantuvo como socio de la UAA, fundada hace más de 100 años por 33 cooperativistas de origen italiano instalados en el lugar. Aunque no fue la única de su tipo por estos lares, si es de las pocas que persiste.
Actualmente bajo el paraguas de Unión Agrícola de Avellaneda, Mario Regonat dedica aproximadamente 200 hectáreas -entre propias y arrendadas- a la cría de pollos, la producción de algodón y otros cultivos de rotación en menor escala, después de probar como feeldotero y no poder competir con los grandes engordadores de hacienda.
“La Unión Agrícola de Avellaneda fue el sostén de los productores de esta zona del norte de Santa Fe en los tiempo en que el Estado estuvo ausente”, dijo el productor en su diálogo con Bichos de Campo. Y la avicultura fue una de las herramientas que la estructura cooperativa pudo diseñar para no dejar caer a sus asociados de menor escala. “Nosotros prestamos servicio de crianza. La Unión Agrícola a los integrados nos trae todos los insumos, los productos, lo que necesitemos, asesoramiento técnico, todo lo que se necesita. Nosotros hacemos el servicio de crianza”.
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En el caso de Mario que arrancó con una inversión propia, hoy cuenta con galpones de su propiedad y 115.000 pollos que le diera la cooperativa , los cuales están distribuidos en 5 naves, para controlar todo el proceso de crecimiento hasta el engorde.
-¿Crees que la cooperativa podría crecer más en el rubro avícola? ¿Existe la demanda?
–Siempre hay demanda. En los último años estamos creciendo fuerte en avicultura, porque se liberó un poquito la exportación y aparte en Argentina creció el consumo de carne aviar. Hoy acá hay empresas de otras zonas bastante lejanas que vienen a producir. Eso da una pauta que hay mercado para crecer.
-En las 200 hectáreas que manejas, además de los galpones para hacer avicultura, tienes campo donde producís algodón…
-Exacto. Dentro de lo que tenemos, producimos algodón como lo principal. Después tenemos el girasol y choclo para industria, es decir el choclo para envasar en lata que estamos haciendo para una empresa de Rosario. Y bueno, empezamos con soja y algo de trigo, vamos rotando, aunque en estos últimos años nos vino bastante seco.
Sobre el choclo y sus destino industrial agregó el productor. “Es un contrato con la industria y se van sembrando las hectáreas de acuerdo a la capacidad que tiene la empresa de procesar y las cosechadoras. Es un producto que no se puede extender muchos días la cosecha”.
-¿Estos años fueron particularmente duros en esta zona por la sequía?
-Nosotros tenemos lugares puntuales que hace cinco años que están sufriendo las secas (esta entrevista se grabó antes de que volviera a llover). Estamos a 30 o 40 kilómetros y quizás allá no se cosechó nada, porque no llovió. Hace cinco campañas que están sobre sobreviviendo los productores ganaderos, pero están con tremendo problema de pastos que están llevando comida y agua de todos lados.
-¿Cuál ha sido el impacto de la sequía? ¿Tuviste que resignar cultivos y cambiar estrategia?
–Nosotros dentro de las 200 hectáreas tenemos cuatro pozos de perforación y hacemos riego por manto, por eso que nos permite hacer choclo de lo contrario no podríamos, imposible. La necesidad de agua y nutrientes que tiene ese cultivo es muy fino, se puede hacer porque justamente hay riego. Sin embargo, hubo lotes de soja que prácticamente se trilló para pasar a máquina y limpiar el lotes. En el caso del algodón tengo un lote en secano que sembré dos años y no pude cosechar.
-Vos dijiste “el Estado no brilla por su presencia” ¿En ese caso sirve de algo ser cooperativista?
–La cooperativa si está bien manejada, es mejor negocio. Una cooperativa agropecuaria es de los productores. A mí no me serviría ir a un privado si tengo una cooperativa. Si tengo la cooperativa, tengo que luchar para que esa cooperativa me de todos los servicios. No que me los regale los servicios, sino que los cobre como corresponde, pero que me brinden los servicio, que esté al lado del productor, que me solucionen los problemas.