Durante la gestión de Cristina y Alberto, o de Alberto versus Cristina, la Argentina finalmente conservó el estatus sanitario de la Patagonia como región libre de fiebre aftosa sin vacunación, resistiendo las presiones del gobierno y los ganaderos de La Pampa, que quería comenzar a enviar hacia allí sus costillares. Actualmente la barrera sanitaria patagónica impide el ingreso de carne con hueso hacia el sur del país, ya que al norte de ella se sigue con la vacunación.
Dicho esto, lo que sí hizo el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) -antes del cambio de mando la semana próxima-fue unificar las zonas Patagonia Norte B y Patagonia Sur como una única región denominada “Patagonia”. La zona buffer que divide entonces el país en materia de fiebre aftosa queda reducida entonces a la Patagonia Norte A, cuyo límite es el Río Colorado en la provincia de Río Negro, y como límite sur la margen sur del Río Negro. En la provincia de Buenos Aires, esta región buffer incluye el partido de Patagones. Y para el oeste, se extiende hasta Neuquén.
No fue la única reconfiguración que dispuso antes de su alejamiento la presidente del Senasa, Diana Guillén, en la Resolución 1259/2023 que fue publicada en el Boletín Oficial.
Además de definir el mapeo nacional frente a la fiebre aftosa, la norma estableció principalmente que todo bovino o bubalino que se movilice dentro del resto del territorio nacional (a excepción de la mencionada región libre de vacunación) deberá estar vacunado contra la fiebre aftosa, al menos con una dosis, pudiendo ser ésta del tipo sistemática (comprendida en las campañas anuales preestablecidas) o estratégica (acorde a las características productivas y epidemiológicas de la región).
A su vez, la nueva normativa establece las condiciones que deben cumplirse para los movimientos durante los primeros quince días de iniciada la campaña de vacunación.