Luciano Zarich, gris contador y empleado estatal de carrera, creyó que su gran momento había llegado cuando Aníbal Fernández, en octubre de 2015, presentó su gabinete agropecuario en el Teatro Argentino de La Plata: él se subió a ese escenario acompañando a Gabriel Delgado, porque iba a ocuparse del control agropecuario en la mayor provincia de la Argentina. Pero Aníbal perdió aquella elección y Luciano se quedó con las ganas.
En noviembre de 2015, sin embargo, un decreto firmado por Cristina Fernández de Kirchner, el propio Aníbal y el ex ministro de Agricultura, Carlos Casamiquela, le concedió un premio consuelo al confirmarlo en su cargo “Nivel A, Función Ejecutiva I” de Director Nacional de Matriculación y Fiscalización de la Secretaría de Agricultura.
Era la tarea que venía desempeñando en aquel segundo gobierno de Cristina y por el que su nombre apareció por primera vez en una crónica periodística: cuando Zarich manejaba el RUCA (Registro de Operadores de la cadena Agroalimentaria), varias firmas truchas pasaban mágicamente delante de sus ojos y recibían sus matrículas. Con ellas luego recibían los “ROE Verde” para trigo y maíz que en Comercio Interior repartía el ex secretario Guillermo Moreno para dudosos operadores sugeridos por el ex presidente de la CGE y Capeco, su amigo Íder Peretti, el ruralista K de Morteros.
Es decir que ya antes de codearse con el poder, Zarich era partícipe necesario de una maniobra que implicó un enorme perjuicio al Estado y también para los productores. En tiempos de Moreno y Peretti, Capeco manejó permisos para exportar más de 7,0 millones de toneladas de cereales y una fracción de esos negocios fue realizada por firmas truchas que habían recibido habilitación del RUCA. En realidad, esas empresas luego vendían los “ROE Verde” a otros operadores reales. Era vox pópuli: en el camino quedaban coimas de 10 a 15 dólares por tonelada exportada.
Con el cambio de gobierno, durante el mandato de Cambiemos, Zarich se refugió en los oscuros pasillos de Agricultura, cobijado por su amigo el ex titular del INASE, Raimundo Lavignolle, quien le asignó los controles para evitar la proliferación de “bolsa blanca” en el sector algodonero.
Luciano Zarich volvió a sentir que tocaba el cielo con las manos con el regreso del kirchnerismo. En 2020 su ex superior en Agricultura, el ex secretario que secundaba a Casamiquela, el economista del INTA Gabriel Delgado, fue convocado de urgencia para dirigir la intervención de la aceitera Vicentin, que había caído en desgracia. Delgado soñaba con una gran empresa testigo apalancada por YPF Agro, Y designó al contador como su subinterventor. Incluso lo envió a Avellaneda, la casa matriz de la empresa intervenida, para que comience a revisar los papeles. Zarich se frotaba las manos, pero las cosas degeneraron en un intento de expropiación que derivó en un gran conflicto político. Cuando todo volvió a fojas cero, a los dos meses, una vez más se vio obligado a volver al llano.
Pero eso duró poco: en marzo de 2021 el contador fue elegido por el kirchnerismo más duro (en ese momento lo encarnaba la jefa de Gabinete del ministro Luis Basterra en Agricultura, la agrónoma Diana Guillén), para volver a reimplantar los controles a la exportación de carne vacuna y los ROE Rojos, que ahora se llamarían DJEC (Declaraciones Juradas de Exportación de Carnes). Había que tener un estómago especial para dirigir ese proceso, pero los nuevos ROE comenzaron a regir en abril de 2021 y un mes después el gobierno de Alberto Fernández cerraba las exportaciones de carne, armando un sistema de cupos que se mantienen hasta nuestros días.
Ahí sí que Zarich se sintió a sus anchas, porque maneja toda la ex ONCCA (Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario), desde donde no sólo habilita a los operadores del negocio a través del RUCA, sino que además administraba también el sistema de cupos de exportación que se distribuyen mes a mes con los frigoríficos exportadores. Es un negocio de 3000 millones de dólares anuales.
Es el sueño del oscuro burócrata: repartir un negocio entre privados y no tener que dar ningún tipo de explicación sobre su tarea y mucho menos difundir quiénes son los empresarios que reciben los permisos que él reparte. Zarich atravesó varias gestiones haciendo eso: mes a mes autorizaba las DJEC para exportar carne vacuna y nunca publicó las listas de los frigoríficos autorizados a exportar, es decir que habían recibido esos permisos. Bichos de Campo llegó a presentar un pedido de acceso a la información pública. Zarich lo respondió a desgano, con un largo listado encriptado, burlándose de nosotros.
Para instalar la necesidad de reinstalar estos permisos de exportación, Zarich llegó a mentir oprobiosamente, difundiendo en los medios que había empresas dudosas que subfacturaban exportaciones de carne. Cuando se le pedían nombres, eran carpetas inventadas.
El ex ministro de Agricultura que reemplazó a Basterra, Julián Domínguez, sabía mucho de “chamuyar”, pero poco de agro, lo mantuvo sin problemas en ese rol funcional, pero además le asignó al duro de Zarich la tarea de controlar si las plantas frigoríficas cumplían con instalaciones para realizar un cuarteo que finalmente no prosperó, pero que la ex ONCCA se ocupó de impulsar hasta último momento, en sintonía con los intereses de los grandes frigoríficos exportadores que querían eliminar la media res y limpiar la cancha de operadores “consumeros”. Semejante sumisión a los intereses más concentrados de la cadena cárnica le valió a Zarich ganarse el odio de muchos matarifes y frigoríficos de abasto local, a los que perseguía con mucho mayor celo que a otros actores del negocio cárnico.
Sergio Massa y su secretario de Agricultura, José Luis Bahillo, lejos de controlarlo, le dieron a Zarich mucho mayor poder del que tenía, pues unificaron el área de Mercados Agropecuarios, despidieron al agrónomo Javier Preciado Patiño, y le asignaron el puesto a este contador, que así además comenzó a controlar también las DJVE (Declaraciones Juradas de Ventas de Granos) y los saldos exportables de granos que imponía Agricultura a diferentes cereales, como el maíz, la cebada y sobre todo el trigo.
En este caso, es un negocio de más de 20.000 millones de dólares anuales. Por suerte vino la sequía, que arrasó con la producción, y la realidad se impuso por sobre la vocación de manejar esos permisos de modo discrecional, como sucede en la carne.
Como sea, en ese momento, en los últimos meses, Zarich efectivamente tocó el cielo con las manos, porque concentró en su despacho la botonera oficial para detener cuando se le ordenase las exportaciones de carne vacuna y de granos. Como Moreno y Ricardo Echegaray en sus mejores épocas, él tuvo que convivir con Guillermo Michel, el mandamás de la Aduana, a quien Massa le asignó el control de los precios y lo habilitó incluso a usar algunas malas “herramientas”, como bloquear las exportaciones en caso de llegar a ser necesario.
La elección del domingo pasado vino a arruinar todo. Lejos de la continuidad, la inminente llegada de Javier Milei y su “motosierra”, con sus promesas de eliminar de cuajo cualquier intervención sobre el comercio (como las que administra Zarich), con sus promesas de reducir la presencia del Estado en los negocios privados (en este caso, los principales generadores de divisas de la Argentina), debe haber hecho sentir al contador que temblaba toda la estantería por la que había trabajado tanto tiempo.
La casi confirmación de que el nuevo secretario de Agricultura (aunque a él le gusta llamarse de Bioeconomía) del gobierno de LLA sería el catedrático Fernando Vilella también tiñó de dudas su futuro: A lo largo de su carrera, Vilella tuvo coqueteos con el peronismo (por ejemplo, en 2007 participó de la cartera de Asuntos Agrarios bonaerense, durante el gobierno de Daniel Scioli). Pero se le reconoce honestidad, y también es un férreo defensor del perfil exportador que debe asumir la Argentina, sobre todo de la mano de la que llama “Vaca Viva”, las actividades productivas.
Hasta hoy, cuando Zarich le dijo muy suelto de cuerpo a alguno de sus colaboradores (que distribuyó el rumor) que sería confirmado en su puesto dentro de la nueva gestión de la cartera agropecuaria, ya que Vilella mantiene una larga amistad con el ex secretario Gabriel Delgado, quien cobijó a Zarich durante su gestión (entre 2013 y 2015) y que le aseguró -según estas versiones- que recomendaría su continuidad en este nuevo gobierno de Milei.
Otra vez Zarich volvía a sentirse todopoderoso, entre las nubes, un intocable.
Los que lo sufrieron todos estos años reaccionaron de inmediato e impugnaron la posible continuidad del prepotente “administrador” de las exportaciones de carnes y granos de la Argentina.
“Ha generado mucho malestar entre operadores de la cadena de ganados y carnes el trascendido de que sería confirmado en sus funciones el actual subsecretario de mercados agropecuarios. Esto se debe a los fuertes cuestionamientos que viene recibiendo el accionar de ese organismo por las caprichosas, arbitrarias y oscuras intervenciones de este tanto en la administración de matrículas como con las continuas interferencias con las exportaciones”, es el mensaje que comenzó a circular por el teléfono de muchos empresarios y funcionarios. También de muchos periodistas como nosotros. Lo que seguía en ese mensaje era una obviedad: “Se espera del nuevo gobierno una dirección totalmente opuesta a ese tipo de intervencionismo en los mercados y la corruptela que conlleva, por lo que resultaría una pésima señal si se confirmase este trascendido”.
Nosotros, en Bichos de Campo no hacemos más que contar ese trascendido y la reacción que provocó en un sector de la cadena cárnica. Pero si nos preguntan nuestra opinión, Zarich no merece quedar ni un minuto más dentro del Estado, y mucho menos en una función de semejante importancia. Es más, debería haber sido despedido (e investigado) desde hace rato.
No hablamos de posibles curros ni de prepotencias que sufren otros. Hablamos solo de lo que padecemos como periodistas especializados: Nadie que desprecie la transparencia y la importancia de la información pública como lo ha hecho Zarich merece ser parte del gobierno, cualquiera sea su signo.
Matias tenes que consultar a las fuentes no a supuestos trascendidos mentirosos. Lección uno en escuelas de periodismo. Claro a veces la verdad es aburrida. Patética maniobra y operación. Te creía distinto
Yo no le enseño sobre Bioeconomía, secretario, Usted no me venga a mi a enseñar sobre periodismo.
Hágase el favor, empiece con el pie derecho. Yo escribo sobre lo que pasa, que es algo quizás más grande de lo que usted vea.
Aproveche la buena leche de la nota y decida de una vez como serán las cosas: anímese a cambiar, vamos. Los truchos fuera del Estado, sin cuotas de exportación, sin cupos, sin amiguismos, sin roe ni djec. Es lo primero que debía decidir en esta aventura. No es difícil. Un poco de valentía. Hacer lo correcto y decirlo.
No somos nosotros los que le debemos preguntar a ustedes cosas que ya sabemos de memoria, porque las hemos investigado y sufrido todos estos años, mientras usted pensaba el modelo de país con el que estamos de acuerdo. Es usted, que se mete ahora al estado, quien nos debe explicaciones a nosotros. No es difícil. es sencillo.
Interesante nota, saben mucho de campo. De repente me sentía en 2008/09. Ya esta muchachos, Moreno es un don nadie y ustedes venden humo al cuete.
Y que cuentan del estafador de estado José Alberto Secchi?