Es innegable que los productos biobasados, aquellos fabricados a partir de insumos de origen biológico y mal llamados bioplásticos, llegaron para quedarse. Su atractivo radica no solo en su rápido poder de degradación (desaparecen en menos de seis meses) sino también en la alternativa que suponen a los plásticos de un solo uso, que muchos países del globo ya han quitado de circulación.
En ese marco, una firma de la localidad cordobesa de Laboulaye se posiciona como una de las principales referentes en esa materia, no solo a nivel local sino también regional.
“Papeleno SRL nace aproximadamente hace 40 años con mi papá, Daniel Nicolino, y mi tío, Hugo Nicolino. Ellos vienen de una familia muy humilde. Desde sus 12 y 14 años trabajan juntos barriendo veredas, limpiando pisos y repartiendo encomiendas. A los 18 mi papá empieza a vender en una empresa y mi tío, a los 20, a trabajar en un banco. Durante la hiperinflación tuvieron un mayorista, al cual vendieron para dedicarse a la fabricación de papel higiénico y, posteriormente plástico”, relató Federico Nicolino, hijo de Daniel y actual director de la firma, a Bichos de Campo.
Pero la experimentación con los productos biobasados no inició sino hasta hace unos 13 años atrás, cercano al momento en que Federico se sumó a la empresa.
“Terminé de estudiar Comercio Exterior en Córdoba y me vine para acá, un poco por un cambio generacional. En 2010 empezamos con los primeros intentos, fue todo prueba y error. En aquel momento recién se estaba empezando a hablar de empresas de triple impacto, de huella de carbono, era algo innovador”, recordó el cordobés.
En el inicio experimentaron con almidón de mandioca, de papa y de maíz, aunque finalmente, por un análisis de costos, beneficios y propiedades mecánicas de los productos, optaron por quedarse con el de maíz. Córdoba es potencia en ese cultivo.
“Es un material completamente diferente al plástico tradicional. No es solo que uno se degrada en 5 o 6 meses y el otro en 200 años. A nivel de las máquinas, es un material que se trabaja en forma muy diferente. Y en ese momento era algo muy de nicho. Por ahí las multinacionales lo pedían para una campaña puntual. Se renegó mucho pero también se aprendió”, consideró Nicolino.
La masividad de este tipo de materiales alternativos no llegó si no hasta que el gobierno chileno tomó la decisión de prohibir los plásticos de un solo uso en un plazo de 2 a 3 meses. Papeleno vio allí la oportunidad perfecta para salir a la cancha, teniendo en cuenta que no había competencia en el rubro, y rápidamente buscó un socio en ese país. Tiempo después Uruguay y Argentina siguieron por el mismo camino.
Entre sus principales clientes están McDonald’s, Starbucks, Grido y New Garden, entre otras.
“Hoy en día en el país ya son cada vez más las empresas que optan por este tipo de material. Hay muchas que están exportando a la Comunidad Europea y el embalaje, si bien puede ser plástico, supone impuestos extras cuando no es biobasado”, indicó el joven director.
La cartera de productos excedió con el tiempo a las bolsas y hoy ya fabrican productos inyectados como sorbetes, cucharas, tenedores, platos y bandejas, entre otros. La firma produce alrededor de 22.000 envases mensuales.
-¿El producto biobasado es más barato que el plástico?- le preguntamos a Nicolino.
-Hoy en día la brecha se acortó muchísimo. En el primer momento era un producto muy caro. Hoy está alrededor de un 60% más que el plástico tradicional, pero es más barato que el papel. Donde vos tenés una prohibición real del plástico es donde ganás. Si lo que se busca son medidas ambientales a mediano y largo plazo, el papel queda afuera porque en definitiva depende de la deforestación.
Actualmente Papeleno importa toda la materia prima para fabricar estos productos, principalmente de España. El objetivo próximo es lograr sintetizar el biopolímero en el país y realizar todo el proceso de industrialización y agregado de valor aquí.
-¿Qué les hace falta para producir este insumo localmente?
-El know-how ya está. Está el proyecto y está la maquinaria para empezar. Hay que entender que es otra tecnología completamente, son procesos químicos. No es tanto comprar la maquinaria, si no llegar a las regulaciones óptimas para que el producto tenga propiedades mecánicas útiles. El bioplástico para un uso muy general tiene propiedades útiles, pero cuando es un uso muy específico, vos necesitas que las formulaciones sean totalmente exactas.
-Potencialmente podrían convertirse en los primeros en hacer esto en el Mercosur.
-Esa es la idea. Las adecuaciones están hechas, está la previsión para encarar el proyecto, pero lo que primero necesitan todos los industriales son políticas serias. ¿Cuál es la principal ventaja de esto? El valor agregado que vos le estás dando a un subproducto del maíz. Vos estás generando un biopolímero. Con ese biopolímero, el abanico de industrialización es increíblemente amplio. Y es un producto sumamente exportable, que hoy en día está creciendo cada vez más en demanda. Si todo anda bien, el año que viene se empezaría a construir la planta y se encararía el proyecto.
Pero Papeleno no se quedó solo con ese proyecto y, diez años atrás, dentro del mismo grupo se creó Nueva Papeleno SA, una empresa abocada al reciclaje de envases fitosanitarios y otros plásticos descartados por el agro.
“Nuestra zona es agroindustrial en su totalidad. Saliendo por el campo me encontré con silobolsas tirados y me puse a investigar de qué manera podíamos reutilizar eso. Hace 4 años empezamos a trabajar con los envases fitosanitarios y hace 2 firmamos con CampoLimpio. En la provincia somos quienes más retiramos envases y la idea es darles un valor agregado”, indicó Nocolino.
Y agregó: “Con todo el material que se recicla, tanto silobolsas como envases, se proveen líneas que se venden en el mercado. Con lo que es fitosanitarios, se van a empezar a fabricar caños de cloacas. Un bidón que estaba tirado en el campo y que te generaba una contaminación ambiental, procesándolo termina solucionando un problema de fondo en muchas localidades”.
-Teniendo en cuenta la importancia que Córdoba le da a las Buenas Prácticas Agropecuarias, ¿considerás que desarrollarse en esta provincia los ayudó en todo este emprendimiento?
Sí, totalmente. Córdoba, a nivel agrícola, incentiva todo este tipo de propuestas. Al productor que hace un buen trabajo se lo motiva por parte del gobierno. Córdoba es una provincia industrialista y es una provincia pujante. Este tipo de desarrollos que buscan tratar de solucionar problemas han sido apoyados siempre.
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