En junio de 2023 la Argentina importó 1,70 millones de toneladas de soja y procesó 3,01 millones, lo que implica que el 56% de la molienda se explicó por el poroto importado de países vecinos.
En el primer mes del ciclo comercial 2022/23, abril pasado, la molienda –según datos oficiales publicados por la Secretaría de Agricultura– fue de 2,87 millones de toneladas con importaciones por 1,24 millones. Y en mayo tales cifras fueron de 3,49 y 1,36 millones respectivamente.
Eso implica que en el promedio de los tres primeros meses del ciclo comercial de la soja argentina 2022/23 el 46% de la soja procesada provino del exterior (fundamentalmente de Brasil y Paraguay).
Con una cosecha estimada entre 20,0 a 21,0 millones de tonelada, se prevé que en el presente ciclo comercial Argentina importe un total de al menos 10,0 millones para poder garantizar una actividad mínima al sector industrial aceitero.
Además de la tradicional importación de soja proveniente de Paraguay, este año se realizaron importantes compras de poroto brasileña gracias al bajo valor FOB que está registrando el producto en ese origen.
En el primer semestre de 2023 las exportaciones de los principales productos del complejo sojero fueron de 7533 millones de dólares, una cifra 4195 millones inferior a la registrada en el mismo período de 2022, según datos oficiales (Indec). Por su parte, las importaciones de porotos de soja representaron 3406 millones de dólares, una cifra 2000 millones superior a la de enero-junio de 2022. Por lo tanto, las exportaciones netas del complejo en el período fueron de 4110 millones de dólares versus 10.211 millones en el primer semestre del año pasado.
En épocas normales, la importación de soja en términos cambiarios se instrumentaba por medio del acceso al mercado de divisas para poder girar los dólares al exterior y luego recibir las divisas generadas por la exportación.
Pero en la actualidad, con el Banco Central (BCRA) virtualmente “seco” de dólares y “pateando” y obstaculizando autorizaciones de acceso a divisas a una legión de sectores productivos, esa alternativa no es factible. Por lo tanto, son las propias industrias aceiteras, ya sea con capital propio o créditos de prefinanciación de exportaciones, las que deben aportar las divisas para poder originar soja en los países vecinos.