Faltaba todavía media hora para el tradicional acto de inauguración de la Exposición de Palermo y Nicolás Pino, el presidente de la Sociedad Rural, fumaba un cigarrillo tras otro. Le preguntamos si estaba nervioso y nos contesta que no, que más bien está fastidioso por el tumulto que armó la fotografía del sencillo abrazo que le propinó Sergio Massa el lunes pasado, cuando concurrió al predio, y que fue utilizado por algunos sectores minoritarios y muy disgregados del agro para cambiar el eje del peligro: en esta ocasión, sin la presencias de funcionarios en el palco oficial, el mayor riesgo era que los chiflidos fueran dirigidos hacia la propia Mesa de Enlace. Pero no sucedió nada de eso. Hubiera sido muy estúpido.
La banda de música tocaba un repertorio fenomenal mientras la tribuna se iba poblando de gente de bien y gente colada. Con la oligarquía vacuna en franca decadencia (en los últimos años es cada vez más difícil encontrar a viejos carcamanes con loden verde, que paulatinamente van siendo reemplazados por nuevas generaciones de ganaderos mucho más piolas y accesibles), es cada vez más la cantidad de “invitaciones” que deben ser cursadas para llenar el histórico palco oficial. Hay que ocupar además las sillas que van dejando libres los funcionarios de un gobierno peronista que desde el conflicto de 2008 cada vez toma más distancia de esta misa agropecuaria en plena ciudad de Buenos Aires. El secretario de Agricultura, Juan José Bahillo, tenía pensado asistir para poner fin a tanta distancia, pero una urgencia familiar lo obligó a viajar a Entre Ríos a último momento.
Sin grandes conflictos al interior del gremialismo agropecuario y tampoco sin la presencia de representantes de un gobierno que parece estar cumpliendo su ciclo, entonces, no hubo demasiado espacio para el suspenso: lo que más intriga provocaba era saber si Patricia Bullrich iba a saludarse afectuosamente con Horacio Rodríguez Larreta, cuando el jefe de gobierno porteño y su rival en la interna opositora, hicieran su ingreso. Como ensayo, Pato estuvo bromeando afectuosamente un rato con el colorado Diego Santilli.
Eran las once y ya todo estaba listo. Los grandes campeones ocupaban el lugar central, sobre la pista, la espera del único discurso que iba a pronunciarse . Horacio entró apurado acompañando a Pino y no hubo mucho espacio para la franela política. Detrás, con sus anteojos de sol y su envidiable bronceado, entró caminando el periodista agropecuario más reconocido, Alejandro Cánepa.
Ya se está haciendo tradición de la gestión de Pino que el acto lo abran con el ingreso a la pista de los veteranos de la guerra de Malvinas, que siempre son los que cosechan la mayor cantidad de aplausos. La Sociedad Rural está tan distinta a la que pudo haber sido unas décadas atrás, que cuando sonó el himno nacional detectamos solo una gorra militar en el palco oficial. Hacía la venia, eso sí.
Este año se celebran los 40 años de democracia. Ese fue uno de los ejes que los dirigentes de la Rural habían elegido para redactar el discurso del presidente de la Rural, que siempre recibe muchas miradas. Nicolás Pino elogió haber superado aquellas etapas donde todas las cosas se resolvían con golpes de estado, pero reclamó por todo lo que falta.
“Hemos logrado 40 años de ejercicio ininterrumpido de la democracia. 40 años de institucionalidad. 40 años que supimos conseguir pero que nos hacen responsables del futuro. Pero nos falta, es verdad, ejercer plenamente y consolidar la democracia; es decir, dejar de lado el vaivén entre extremos, y reducir la costumbre de romper siempre con lo anterior, en vez de lograr políticas de Estado basadas en el acuerdo. La política prefiere muchas veces ocuparse de las rencillas entre los políticos, en vez de ocuparse de los argentinos; se gasta mucho tiempo en frivolidades y pequeñeces, esta semana lo viví en carne propia. A los argentinos, nos interesan las ideas y la acciones”, dijo. Fue su única referencia al abrazo. A Pino le molestó profundamente que lo tildaran de oficialista solo por esa muestra de afecto.
En el discurso, quizás por eso, se cuidó bastante de tomar posiciones institucionales de cara a las próximas elecciones, como sí había hecho su antecesor en el puesto, Luis Miguel Etchevehere, en 2015, cuando llamó abiertamente a votar por la oposición al kirchnerismo, que en ese momento encarnaba Mauricio Macri. Muy cuidadoso, Pino en cambio pidió: “Profundicemos la democracia republicana. La respuesta no es el autoritarismo ni el populismo. La democracia debe ser reivindicada, rescatada, perfeccionada. Llamamos a la conciencia de cada uno, frente a las próximas elecciones. El que sea gobierno a fin de este año deberá subordinarse a la Constitución y dejar al margen los vicios de la política. Cada uno de nosotros es el guardián de los valores ciudadanos: poner el voto en 2023 es definir nuestro futuro”, indicó.
Lo demás fue conocido y previsible: El titular de la SRA expresó lamentos por la sequía y su impacto sobre la economía. “Han quedado al descubierto las pésimas políticas agropecuarias que los gobiernos han instrumentado en la Argentina en los últimos 80 años. Esas malas políticas las pagamos todos. Nuestra producción está estancada, trabada, debilitada y, si las condiciones impositivas y macroeconómicas cambiaran, podríamos producir mucho más”.
Y criticó fuerte la política aplicada desde el gobierno federal. “En el caso de nuestro sector, el Estado actúa como socio desleal y forzoso. Lo hace a través de impuestos confiscatorios, discriminatorios y distorsivos, que se van acumulando sin lógica ni sentido, en todos los niveles: nacional, provincial y municipal. Lo hace a través del manejo del tipo de cambio, que obra como un instrumento de apropiación de la legítima rentabilidad del productor”, expresó el dirigente.
Massa, el ministro de Economía y candidato del oficialismo, no se salvó de los palos, más allá de cualquier abrazo. Pino le reclamó: “Las medidas tomadas por el Gobierno esta semana no nos dan previsibilidad, y que quede bien claro: estas medidas se toman por una necesidad financiera del gobierno y no en beneficio de todo el sector. Necesitamos reglas claras, justas y previsibles que generen confianza y se puedan instrumentar. Estamos cansados de anuncios que nunca llegan a los productores”.
Hubo palos para el Congreso que apenas ha sesionado este año. Y también para el poder judicial por la inseguridad rural, aunque un párrafo destacó “el accionar de la Corte Suprema de la Nación, qué por estos días, resiste el embate del gobierno que ignora la división de poderes, un pilar fundamental del buen funcionamiento de la democracia. Esos son los ejemplos que se deben defender”.
Hubo aplausos cuando el dirigente recordó que el campo ha aportado 170.000 millones de dólares a las arcas fiscales por vía de las retenciones. Y fue muy duro con los resultados: “Lo único que se multiplicó en Argentina es la pobreza. Los beneficiarios de planes sociales pasaron de 100.000 en 1999 a 14 millones en 2022; se multiplicaron 140 veces. Mientras tanto, el dinero de los impuestos se invierte en medidas populistas, y en pagar una enorme fiesta demagógica, que destruye la cultura del trabajo”
-¡Que las saquen!- se esforzó en gritar un hombre del público. “Buen mensaje”, lo felicitó Pino. Fue una de las pocas veces en que sacó su mirada del papel con el discurso. Luego recordaría que la SRA intentó cuestionar judicialmente la constitucionalidad de ese tributo aduanero, pero tropezó hasta ahora con las chicanas judiciales de la AFIP (que pidió el traslado del expediente) y el retardo de la propia justicia.
“Frente al poder público, la Sociedad Rural reclama, pero no se queda en la queja. En abril, hemos entregado el documento Lineamientos generales de políticas públicas a cada referente político. Y, hace pocos días, junto a casi 60 entidades, hemos presentado el documento Agrobioindustria: Aportes para un país diferente. Para cada problema que señalamos, proponemos una solución”, recitó el ruralista, en un mensaje dirigido también para la interna agropecuaria que reclama de la Mesa de Enlace una protesta mucho más activa.
Luego Pino lanzó mensajes hacia los políticos que compiten electoralmente por llegar a la Presidencia en diciembre próximo. Les pidió cordura: “Hay que lograr que las decisiones de los funcionarios respondan a políticas de Estado, definidas para el campo y la agrobioindustria. Y que las medidas se tomen no para beneficiar o perjudicar a un partido político, sino para apoyar a los sectores productivos”.
“Hacemos un llamado de atención, especialmente, a las personas que ambicionan ocupar cargos públicos en las próximas elecciones. El campo no va a ser un espectador pasivo. El campo va a ser protagonista de la realidad nacional, de una nueva Argentina. Estamos eligiendo, ya, a servidores públicos a quienes confiaremos el rumbo del país. ¿Cuándo será el día en que un gobierno saliente no deje al siguiente un campo minado de problemas por estallar? ¿Cuándo será el día en que el gobierno que asuma no se cruce de brazos quejándose de la famosa ‘pesada herencia recibida’?”
Cuarenta y cinco minutos después, Pino dejó inaugurada la 135° Exposición de Palermo con un discursos de tono firme pero a la vez amigable: mostró un campo necesitado de construir nuevos consenso. La tribuna lo aplaudió muchas veces, pero las más sonoras no fueron las que contenían críticas al gobierno nacional sino cuando citaba la importancia de un encuentro interreligioso realizado en esta Rural o cuando elogió a los trabajadores rurales y su sindicato. También cuando pidió que los políticos en campaña no hagan propaganda denostando a sus adversarios.
“Parece increíble, pero acá muchas veces los honestos tenemos que dar más explicaciones que los corruptos”, afirmó el dirigente empresario, citando al doctor René Favaloro. Fue el aplauso más largo y sostenido.
A esa altura, con el publico agitando banderitas argentinas mientras escuchaba el preámbulo de la Constitución Nacional, el suspenso sobre si Patricia y Horacio iban a saludarse luego del discurso pasó a un segundo plano. También los temores que podían existir por aquel pedido exaltado de unos pocos que llegaron a proponer “chiflar a Pino”.
Visto desde atrás, el titular de la SRA había pronunciado un discurso franco y duro, pero a la vez amable e integrador, tratando de evitar ciertas postales del pasado y proponiendo nuevos paisajes para el futuro.
flojo discurso de Pino. golpeado por la innecesaria aunque elocuente y sincera foto. solo leyo (mal) un recuento periodistico con alguna bravuconada (‘vamos a custodiar a las autoridades”.. porque no lo hace ahora ? es amigo?). y poco mas. un placo con poco peso y mal armado. se nota la purga de personal capacitado y eficiente que realizo la gestion Pino en Rural. tambien se nota su cercania con tanto empresario filo K en la Comision Directiva. Rural es fuerte y se sobrepondra a esta gestion vacia y demagogica. dentro de MCF ya hay desaveniencias y el serrucho esta en funcionamiento. chau Pino, fuiste. te comio el personaje y tu falta de preparacion.