La semana pasada, dentro de la Exposición Ganadera de Palermo, doce organizaciones agropecuarias presentaron una propuesta de modelo productivo y de país, que es la que luego el presidente de la entidad anfitriona Nicolás Pino, entregó a los diversos candidatos a Presidente que desfilaron por el predio de la Sociedad Rural. Pensado como un documento para hablar mano a mano con el gobierno, evitó los tonos confrontativos y, por el contrario, puso al sector en una postura dialoguista y propositiva.
El ideólogo detrás de semejante misión fue el economista Roberto Bisang, uno de los intelectuales del agro (junto a Fernando Vilella y otros) que enarbola la bandera de la Agrobioindustria como único camino posible de desarrollo del país. Bisang, que es docente e investigador en varios universidades, ya había puesto estas ideas al servicio de otras organizaciones, como la Fundación Barbechando.
“La idea central que le estamos dando vuelta entre todos es que daría la sensación de que este modelo de producción está agotado. ¿Qué entiendo por modelo de producción? Donde vos tenés cierta cantidad de sectores preestablecidos con reglas de juego, donde algunos ponen dólares, otros gastan dólares, algunos aportan impuestos, contribuciones no de buena onda, y otros los usufructúan. Hay una coincidencia en el sector de que vamos camino a un agotamiento del modelo actual dual en productividad e inserción internacional como forma de funcionamiento de la Argentina, que por más que lo trates de profundizar, no le encuentra la solución a los problemas”, analizó Bisang, en una charla con Bichos de Campo.
Mirá la entrevista que le hicimos:
Para el economista, el fracaso del modelo se encuentra en que el mismo, finalmente, no le llega a los ciudadanos. “No le llega a la gente con dos agravantes. Ahora vos tenés 30% de pobreza de piso. No es un modelo inclusivo. Y segundo, la sociedad reclama a la política. Pero también hay de fondo un reclamo a las fuerzas productivas privadas de un nuevo acuerdo para romper esa inercia que no funciona”, analizó.
-Las entidades agropecuarias en general se quejan. Estos documentos que vos estás ayudando a redactar construyen una lógica más propositiva.
-Exactamente, ¿por qué? Porque el rol que le toca al agro, lo comprime. En cambio, miramos el mundo, miramos la propia Argentina de los últimos 20 o 25 años en la parte productiva moderna y lo que tenés es un viraje de los sistemas productivos matizado por el cuidado ambiental. El mundo va en esa dirección. Y en esa dirección se le abren a la Argentina oportunidades inéditas.
A continuación, agregó: “Para mí hay dos elementos básicos que te matizan los próximos 20 años. El 20 de noviembre del año pasado, cuando GDP largó la inteligencia artificial, y el paper sobre edición génica del 2014. ¿Por qué? Porque esas son las dos corrientes que le van a pegar sí o sí a la economía argentina. Eso está ocurriendo acá y como está ocurriendo acá, te obliga a repensar a todo el sector de base biológica, a la producción agropecuaria, a la producción forestal, a la producción sanitaria, que tienen bases comunes”.
Frente a esto, para Bisang la política debería oficiar de mediador del traspaso de un modelo a otro.
“Esa es la realpolitik que la Argentina necesita. En términos de establecer esa realpolitik de acuerdos básicos para que Vaca Muerta conviva con vaca viva en término de Vilela, de industrializar la biomasa completa del maíz, de la soja, de la caña de azúcar, de los 296 cultivos que tiene registrado la Argentina. Vos lo que necesitas es un acuerdo básico nuevo, y para que eso mueva el amperímetro tenés que virar el modelo regulatorio actual para transformarlo en oportunidades de negocio para esos nuevos sectores. Sino el capitalismo no mueve”, indicó.
“Ese mundo industrial o de transformación no entra en el mainstream de la política industrial de la Argentina. Va a entrar cuando los políticos vean la veta en términos de votos que implica esa clase emergente”, añadió.
-¿Por qué hacés esto? Sos un intelectual, un estudioso, te gusta debatir. Debés imaginar que esto es posible.
-Primero porque me gusta, me apasiona, y segundo porque es lo que sé hacer. Tercero, no pierdo nada.
-¿Y crees que esta es una vía de salida de la Argentina?
-Yo creo que esto puede ser una contribución a mejoras que son lentas en el tiempo, pero que se pueden acelerar en cualquier momento por la velocidad de la crisis. No te olvides que tenemos 30% de la gente afuera del mapa. No te olvides que la economía no crece desde hace una década. No te olvides de que por mucho menos, 30 años atrás, los ajustes eran sangrientos y la posibilidad del negocio internacional es sumamente interesante. Nos une una atracción entre el miedo y el amor por las rentas capitalistas básicas.
-No solo estás pensando todo lo posible sino todo lo que puede pasar si no hacemos algo rápido
-Exactamente. La necesidad tiene cara de hereje y velocidad corta y sin frenos. Acordate del 2001. Este tipo de esfuerzo sirve para plantearse que tiene que haber un puente entre los desequilibrios de la macroeconomía y ajustar las cuentas de la macroeconomía, que es imprescindible y el sendero de los próximos 20 años. O te cambia la matriz productiva en su totalidad o te la cambia un poquito o no te la cambia nada. Si no te la cambia nada, vamos a terminar de festejar los 60 años de democracia habiendo agotado la riqueza de Vaca Muerta, como agotamos la riqueza de Loma La Lata en una generación, y nos fumamos dos episodios de deuda externa no pagos que no cambiaron el modelo productivo.