Un informe elaborado por el analista Juan Uccelli da cuenta de cómo se reparte el dinero que ingresa a la cadena porcina.
El costo de producción se lleva la mayor parte, ya que el 69% de cada peso aportado por los consumidores argentinos cada vez que llevan al changuito un corte de cerdo corresponde a ese ítem: producir esa carne.
Descontado eso, el Estado es el eslabón de mayor participación en el ingreso que genera la cadena, ya que se queda con el 15% del ingreso. Lo curioso es que ese porcentaje duplica el que le queda a los productores, que es del 7,4%.
Teniendo en cuenta esta realidad descripta por Uccelli, antes de anunciar compensaciones por las políticas que afectan al sector -como sucedió con el caso del Dólar Soja-, las autoridades podrían haber implementado reducciones impositivas. Habrían sido más rápidas y efectivas que la espera de pagos que quedan a discreción del funcionarios de turno.
El sector comercial también tiene una participación significativa. Los matarifes se quedan con el 1,4% pero la venta minorista (las carnicerías) se apropia del 6,5%.
Según Uccelli, la participación de este eslabón final en el ingreso total a la cadena es alto porque rota muy rápido el capital, mientras que el productor es el que hace las mayores inversiones y el que demora más en obtener el producto y comercializarlo luego.
Así lo explicó: “Si bien el productor es el que mejor porcentaje se lleva, hay que contemplar el tiempo que tarda en hacer el kilo de cerdo que sale a la venta, situación que no lleva más de 72/96 horas entre los otros dos eslabones. La participación de los carniceros es muy alta en relación al tiempo de rotación del capital”.