Este 21 de junio se celebra en la Argentina el “Día del Apicultor”, una profesión clave para consolidar al país no solamente como uno de los mayores exportadores de miel, sino también como uno de los oferentes del producto de mayor calidad.
Sin embargo, existen pocos motivos para festejar porque la actividad depende casi exclusivamente de la exportación –el consumo interno es mínimo– y los precios internacionales del producto están muy bajos en términos históricos.
La principal razón de esa debacle no reside sólo en la debilidad que viene mostrando la demanda a partir de la desaceleración económica global, sino fundamentalmente por el hecho de que algunas naciones inescrupulosas avalan la exportación de miel adulterada.
Una investigación realizada por la Unión Europea entre 2021 y 2022, que fue publicada recientemente, encontró que el 46% de las muestras recolectadas de miel importada en ese período no cumplía con los atributos necesarios para ser considerada miel.
“El número absoluto más alto de envíos sospechosos se originó en China (74%), aunque la miel procedente de Turquía tuvo la proporción relativa más alta de muestras sospechosas (93%)”, señala el informe de la UE-27.
“La miel importada del Reino Unido tenía una tasa de sospecha aún más alta (100%), probablemente al tratarse de miel producida en otros países y luego mezclada en el Reino Unido antes de su reexportación a la UE-27”, añade.
Como producto de esa investigación, hasta la fecha 44 operadores de la UE-27 fueron investigados y siete resultaron sancionados. Las investigaciones “demostraron la complicidad entre exportadores e importadores”. Entre las prácticas detectadas se identificaron el uso de azúcar, jarabes y edulcorantes para adulterar la miel y lograr abaratar su precio.
Como la UE-27 es la principal compradora de miel argentina, junto con EE.UU. y Japón –donde también se registraron casos de adulteración de miel–, el problema afecta de manera directa a los productores y exportadores argentinos del producto.
Una solución para semejante problema consistiría en establecer Tratados de Libre Comercio con tales naciones y regiones para poder exportar miel envasada en origen directamente a los mercados de destino. Pero para eso se requería cambiar la matriz productiva y comercial de la economía argentina.