El caso de Marcos Anán Rovinet sería el del joven veterinario, en su caso especializado en caballos, que queda a cargo de un campo ganadero, le dan libertades para decidir, y entonces define comenzar a aplicar un Sistema PRV (Pastoreo Rotativo Voisin), para mejorar la oferta de pasturas, poder incrementar la carga animal y finalmente hacer una ganadería más productiva y a la vez responsable.
Bichos de Campo se ha encontrado con bastantes de estas historias últimamente. Entre las nuevas generaciones que desembarcan a los campos de todo el país este tipo de ganadería ya no es una moda sino una opción válida y posible, que rápidamente muestra resultados. Pero el caso de Marcos es muy particular, porque mientras la inmensa mayoría de experiencias se desarrollan sobre planicies, en la región pampeana, el escenario que le tocó a este joven administrador es una vieja estancia de casi 17 mil hectáreas que se elevan en diagonal, sobre plena ladera de una gran montaña. El enorme campo arranca en los 2.000 metros de altura sobre el nivel mar y termina más allá de los 4.000 metros, en una zona llamada El Infiernillo por obvias razones.
La Estancia El Churqui es uno de los cuatro puestos en que quedó dividida la enorme explotación agropecuaria que tuvieron siglos atrás los Jesuitas en Tafí del Valle. En este caso, el viejísimo casco de la estancia quedó atrapado casi en medio de la villa turística, que ha crecido de modo acelerado y más bien desprolijo, ocupando con casas de veranero cualquier superficie plana que quedara disponible. Pero luego se atraviesa una tranquera y hay que comenzar a subir. Empieza la producción. Cesa la competencia del turismo.
Marcos no lleva demasiado tiempo aquí, apenas un par de años, pero ya conoce los caminitos internos y los secretos para escalar esa ladera sin pasar sobresaltos. Primero atravesamos las zonas asignadas al tambo. Las vacas lecheras son de la raza Holando y su producción se utiliza cotidianamente para elaborar unos quesos muy característicos de Tafí del Valle, los quesos Z, en homenaje a los dueños de la estancia, los Zavaleta. Pero seguimos y seguimos subiendo, hasta por lo menos 2.500 metros de altura.
Recibido de veterinario en la Universidad Nacional de Tucumán, para manejar la estancia de Tafí del Valle A Marcos Anán Rovinet los Zavaleta primero lo contrataron como veterinario y a los pocos meses le asignaron las funciones de administrador general. El campo estaba semiexplotado. Algunos sectores más elevados se arriendan a los productores de papa semilla, que es un cultivo muy común en este zona. Pero la ganadería que se practicaba allí era muy parecida a la más tradicional: en verano se buscaban las zonas altas para aprovechar los verdes pastos, y en invierno los rodeos se bajaban para tratar de sobrevivir con las pocas reservas disponibles.
“Yo lo que siempre trato de explicarle a colegas o a gente que me pregunta es que acá hay muchos tenedores de animales. Las vacas se crían como se puede y no hay una producción bien elaborada. En Tafí se hace una ganadería extensiva donde los animales se movían en lotes muy grandes y cuando se acaba el pasto en ese lote lo mudaban en base a los climas”, nos explica Marcos.
Así las cosas, se necesitaba una enorme superficie para atender los requerimientos de una escasa cantidad de vacas. “En otoño estaban en una zona, en invierno estaban en otra, en verano venían para esta zona que es mucho más abundante de calidad de pasto”.
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La gran dificultad para planificar un sistema ganadero es que dentro la misma estancia “cambia la lluvia, cambian los climas. A veces acá llovió y abajo no. O hay lotes que recibieron granizo y otros que no, La verdad que Tafí del Valle es hermoso, pero tiene un montón de desafíos climáticos, se rige con el régimen monzónico de lluvias, concentradas en el verano. Luego sigue un periodo muy ventoso en agosto o septiembre. Las heladas son tempranas pero extensas, pues duran hasta noviembre”, describió el profesional, señalando una hilera de nogales que se “quemaron” por completo en una helada en noviembre.
Para comenzar el cambio, el joven veterinario tomó una zona intermedia del campo, que va desde los 2.000 metros a los 2.500 metros de altura. Y hasta allí subió los elementos para tender los primeros boyeros eléctricos que se hayan conocido en este valle. “Me dieron la libertad de hacerlo y la verdad que se vieron los resultados rápidamente. Por eso fuimos incorporando más carretel de hilo, más paneles solares”, comentó.
En la ladera en pendiente primero dividieron con algunos alambrados fijos, que luego fueron cortando con los hilos eléctricos para hacer paños más pequeños. Fue toda una transformación cultural que comenzó incluso con los empleados de la estancia, que rechazaban los cambios. Marcos contó que “había una lucha entre que si el animal iba a quedarse quieto o iba a pasar por encima del eléctrico, lo iban a cortar, etcétera. Pero rápidamente los animales se acostumbraron. Es una barrera psicológica para el animal, Ahora puede estar apagado el boyero, pero ellos ya saben que eso tiene electricidad y lo respetan igual”.
Luego hubo que acostumbrar a la gente a mover las tropas de una parcela a otra, con el objetivo de cambiarlos de lugar todos los días, justamente para que las pasturas descansen y se recuperen. “Este no es el campo ideal para PRV -reconoce Marcos-, pero creo que el PRV se puede aplicar a todo. Es una filosofía del manejo del campo. Justamente lo que recomienda es ‘divide tu campo y mientras más lo dividas, más grande será’. Y bueno, más o menos es lo que estamos haciendo. Acá ya hay 200 parcelas que las vamos armando a medida que avanzamos. Los animales están un día o dos días en cada una y no vuelven a entrar allí hasta luego de 200 días o quizá más”.
-El principio básico es que si vos hacés rotar los animales y dejás descansar el resto de las parcelas, la vaca no tiene margen para elegir qué comer sino que come lo que tiene disponible.
–Come lo que nosotros le brindamos. Entonces nuestra tarea es preparar los suelos para que haya comida. O sea, los empleados se transformaron de ganaderos en pastores, porque ahora miran el suelo y el pasto más que a las vacas.
Marcos Anán está sorprendido de la buena adaptación de los vacunos que había en la estancia al nuevo sistema, y sobre todo porque no le hacen asco a ninguna de las especies vegetales que pueblan esta montaña, incluso algunas malezas muy molestas, que antes ni tocaban.
“En este campo, y lo pude ver yo, el animal caminaba mucho, se trasladaba, pisaba y desaprovechada algunas pasturas que si bien para la vaca no son palatables siguen siendo comida. Nosotros acá tenemos malezas que en otros campos las fumigan. Pero hacemos una ganadería regenerativa, no usamos agroquímicos ni desparasitamos los animales. Tratamos de evitar los medicamentos veterinarios salvo la vacuna obligatoria para todos”, nos explicó Anán Rovinet.
El joven profesional, más allá de la buena aceptación de las pasturas características de la zona, está incorporando gradualmente otras especies, realizando en algunos lotes la siembra al voleo de trébol, alfalfa o cebadilla. “Hacemos un mix de pasturas de invierno y pastura de verano, como se pueda. Tiramos avenas, trigos, sorgos. Ahora, entre medio de toda esta maleza y pasto natural, hay sorgo”, indicó. La idea es que todas las parcelas ofrezcan una “multipastura” que vaya emergiendo en diferentes épocas del año.
“Se siembra con una cola de pato, el tractor pasa tirando semilla, mandamos las vacas y las vacas con el mismo pisoteo, las entierran y me sirven de sembradoras, en vez de tapar con una, con una rastra como se hace en otros campo. Ellas mismas son las que lo siembran”, explicó Marcos, que incluso ha debido adaptar las épocas de siembre recomendadas en otras latitudes, pues el clima de Tafí del Valle es muy particular, con un frío prematuro que anticipa muchas veces las fechas de siembra.
“Muchos me decían que estaba loco de sembrar avena por ejemplo en diciembre, y tuvo una avena espectacular. La alfalfa también la adelanté de la siembra en febrero. Medio que uno juega con la ficha técnica de la misma bolsa de la empresa que te vende la semilla. Ahí dice más o menos las características que se necesitan para que eso emerja. Entonces respeto eso y nada más. Simplemente lo adapto, porque Tafí del Valle es muy particular”, indica el veterinario, que está aprendiendo con mucho ensayo y error, porque muchas de las cosas simplemente nadie las hacía en este hermoso valle tucumano, donde los fríos son tempraneros y se estiran mucho más allá de la primavera: los primeros pastos naturales aparecen con fuerza recién en diciembre.
-¿Y las vacas comen lo que le ofrecés, a pesar de que sea extraño?
-Comen lo que lo que tienen al alcance, justamente al estar así en este sistema donde están apretadas, se les despierta un instinto de competencia por el alimento. Entonces no seleccionan, se reduce muchísimo la selección del alimento, comen por instinto. No hay mejor desmalezadora que el diente de una vaca. La verdad que es hermoso.
Marcos nos muestra un lote de animales que ya prácticamente agotó las pasturas de una parcela y espera en silencio el momento de pasar a la siguiente. Están en silencio, no mugen, y para el rpofesional eso es un buen síntoma. “No están exigiendo más alimento. Se ponen cerca del hilo eléctrico y empiezan a seguirte. Se paran cerca porque ya saben dónde está la puerta para el cambio de parcela”, describió.
En estos momentos, la estancia el Churqui está recuperando un stock que se había achicado bastante por el mal manejo previo. “En esta situación del campo actual tengo una carga animal baja, nosotros tenemos 200 madres y no hay necesidad de apurar esto. Generalmente mi concepto de no apurar nada”, define Marcos. Por ahora, entonces, puede mover los animales con facilidad hacia lotes con buena oferta de pasturas.
-¿Qué te dicen los vecinos cuando ven este particular manejo?
-Muchas veces primero se acercaban a preguntarme qué estaba haciendo y después a pedirme que los capacite, que les enseñe cómo se usan los boyeros. Ellos tenía el mismo problema, que llega el invierno, no tienen dónde mandar los animales, porque si bien este campo tiene gran extensión no tenés que darle de comer, no hay nada. Por más cantidad de hectárea que tengas, el frío y el diente de la vaca que está presionando el mismo rebrote que está viniendo, no lo deja crecer al pasto, lo termina matando. Entonces Tafí se queda sin nada.
El administrador ya aplica el PRV no solo para las vacas de cría sino también para las de tambo y para unas yeguas de polo que también se crían en el lugar. En materia ganadera, la estancia todavía se ve obligada a vender los terneros sin engordar, pero Marcos no descarta poder producir directamente los novillos en algún momento. Y por supuesto, también sueña con ingresar en el negocio de los bonos de carbono.
Paso a paso, repitió Anán, que ya ha aprendido que finalmente Tafí del Valle es un lugar de ensueño. Pero que la ganadería allí no es nada sencilla.
Excelente ejemplo de prv en zonas altas los casos que habia visto eran en México inclusive en la regeneración de una mina de oro que se dejo de explotar y para su regeneración se usaron vacas, una montaña de escombros se convirtió en una montaña de pasturas a 1800 metros sobre el nivel del mar .
Aplauso para los jóvenes innovadores. Son los que aumentan la productividad con inteligencia y trabajo.
17.000ha, 200 vacas, comiendo malezas y sin desparasitarlas…. en fin en cualquier momento le quitan el titulo
Tenes el paradigma incrustado. Hay mucha información en YouTube. Slds