Los datos que se conocieron esta semana sobre el stock vacuno confirman lo que desde siempre sostiene el sector privado: con la apertura exportadora mejora el ingreso de los ganaderos y por lo tanto la inversión; así crece la producción.
En efecto, los mejores precios que percibió el criador por las vacas que mandó a faena para abastecer la fuerte demanda de carne de ese tipo a China, mejoró su rentabilidad y permitió la reinversión en genética, manejo, pasturas, infraestructura. Todo eso derivo en un aumento del número de terneros quew ya venía siendo anticipado por los expertos.
El dato oficial finalmente confirmó que el destete este año fue de 67%, que hay 670.000 terneros más. A eso el informe de la secretaría de Agricultura lo llamó “un hito histórico”.
Pero hay otro dato en ese documento que no es para nada positivo y que también confirma el argumento de que se requieren de mayores oportunidades comerciales para que la ganadería crezca.
Desde hace años la política oficial es de castigo a la exportación de carnes, con diferente tipo de limitaciones: retenciones, desdoblamiento cambiario, cupos o cortes que no se puede vender al extranjero. Eso impacta en la producción de novillos y novillitos que debería ser el objetivo principal de la cadena y de las políticas oficiales.
Estas categorías son las que más carne aportan por animal. La ganadería argentina hace años que depende más de lo que ofrece la cría que de la recría y engorde a pasto o a corral.
La intervención kirhcnerista en los mercados arranco en 2006. En aquello momento había cerca de 60 millones de cabezas. Se cerraron mercados primero y luego la seca de 2008/09 achicó los campos y el rodeo cayó 15% a poco más de 50 millones de vacunos.
En 2007 el rodeo de novillos era de 6,3 millones de cabezas y el de novillos de 4,5 millones. Entre ambas categorías vacunas sumaban 10,8 millones de animales.
Pasaron 15 años de debacle macroeconómica y entretando hubo una variedad de intervenciones en el mercado ganadero. Del recuento del rodeo surge ahora que el stock de novillos es de 2,4 millones de cabezas y que hay otros 4,75 millones de novillitos. Ambas categorías suman 7,15 millones de cabezas, 30% menos que una década y media atrás.
El crecimiento en la categoría de vacas es una clara señal de cómo el sector privado reinvierte cuando tiene mejores ingresos y ganancias. A contramano, la caída en novillos y novillitos es un signo de cómo la producción se puede achicar cuando se machaca durante años con medidas que desestimulan la inversión y que tiene que ver con la falta de incentivos a la exportación, pero también con la crisis económica interna y los controles de precios, por dar algunos ejemplos.
Si las señales fueran otras, seguramente la recría tendrá más espacio y los novillos se terminarían con kilajes mayores. La ganadería podría incrementar su oferta de carne vacuna también para el mercado interno y eso evitaría discusiones inútiles que sólo llevan a tener un mercado y una economía cada vez más reducidos.