La presidente del PRO y una de las precandidatas a presidente por Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich, se mostró este miércoles ante una nutrida platea agropecuaria reunida en la Sociedad Rural de Palermo, como una política decidida y firme para ir reduciendo paulatinamente las retenciones a la exportación de productos del agro, para permitir así que ese dinero sea recuperado por los productores y se invierta en las tecnologías disponibles, que multiplicarías a su vez la producción.
Con un discurso leído y cuidadosamente escrito, que le evitó cometer errores como en otras visitas a Palermo, Bullrich comenzó con una cita histórica de Domingo Faustino Sarmiento, elogiando las capacidades multiplicadoras de la agricultura y hasta se animó a discutir con Einstein, que en alguna ocasión dijo que el que hace siempre las mismas cosas tendrá los mismos resultados.
“Esta crisis es un punto de inflexión. Si hacemos las mismas cosas vamos a tener más decadencia”, bramó Patricia en tono duro y pausado. Luego se mostró como garante de esos cambios para “volver al modelo de Sarmiento, cuya esencia es algo muy conocido por todos, y muy poco practicado por los argentinos, que es el modelo de nuestra Constitución. Cuando aplicamos ese modelo nos convertimos en un país rico, sin pobreza, ni desempleo, donde teníamos servicios en todas las regiones y un salario medio superior a Italia y Francia, la gran Argentina de las clases medias”.
“Vamos a un cambio único”, prometió Bullrich en caso de ser electa presidenta en las próximas elecciones. También manifestó que su decisión será bajar las retenciones “lo más rápido posible”, citando un estudio de dudosa factura según el cual la Argentina, sin retenciones, podría crecer un 38% de aquí a 2030, mientras que si perdura ese tributo, dicho crecimiento se limitaría solamente al 6%. Por eso habló de celeridad en este camino para sacar ese pie de encima al campo. Pero no precisó ni cómo ni cuando.
“No hay tiempo, necesitamos galopar, no existe la posibilidad de pensar en Argentina sin el despliegue de un plan integral, donde ataquemos los 169 impuestos improductivos y el déficit fiscal”, bramó. La clave del éxito, según esta mirada, es actuar lo antes posible recortando gastos para recuperar el superávit en los tres niveles de la administración pública. Recordó que el Estado duplicó su tamaño en los últimos 20 años. “Ahí está la plata de todos, la del campo. Hay un Estado que tiene el doble de peso y la mitad del musculo; más Estado y menos servicios”, proclamó anticipando un fuerte ajuste.
“Nuestro cambio es un cambio de régimen, no es un cambio a medias. No es un cambio de algunas cosas, ni tibio. Debe ir a las raíces de la construcción de un sistema capitalista de reglas, contra otro que hace de las reglas una permanente y absoluta violación diaria”, agregó Bullrich, quien se mostró dispuesta a discutir con los diputados de Milei estos avances hacia un cambio.
En otro tramo, y siempre son dureza y refugiándose en la figura de Sarmiento, en todo momento Patricia se mostró como la mujer dura y decidida que podrá llevar a cabo este proceso. Solo se quebró al recordar que su abuela, una Bullrich con campo, cierta vez le contestó que no iba a vender sus campos propios porque esa era la garantía de progreso que necesitaban. Pero tragó saliva y siguió, sabedora de que iba a cosechar aplausos hablando de la defensa de la propiedad privada.
Bullrich también habló, como Milei, básicamente de la economía macro y muy poco de la política agropecuaria. Por eso cometió pocos errores. Quizás uno de los pocos fue cuando dijo que en la Expoagro se podría ver toda la tecnología disponible para el sector, pero que sólo 5% de los hombres de campo tenían acceso pleno a ellas. Al citar esas tecnologías habló de las pasturas. Todo el mundo sabe que en Expoagro no se exponen ese tipo de cultivos orientados a la ganadería.