Aunque su origen es marplatense, el periodista agropecuario Emilio Darío Lattes afirma que su vida comenzó en la provincia de Misiones a donde, según relata, lo llevaron al año de edad “sin preguntarle”.
Aterrizó en la zona de Arroyo Santa María, donde creció “andando en patas” y conoció la energía eléctrica recién en 1988. Rodeado de nada más que 300 habitantes a la redonda, en sus veranos sentía que volvía a reconciliarse con la sociedad al volver a La Feliz. Sin embargo, pisar tierra colorada era una necesidad para él, al punto tal de que al casarse le propuso a su pareja, oriunda de la localidad bonaerense de Ayacucho, mudarse a Misiones.
¿Y por qué le gusta tanto esa provincia? Al principio responde que no lo sabe, aunque luego de unos minutos concluye que es porque tiene la sensación de que allí “todavía está todo por hacerse”.
“Desde 1993 recorro la provincia completa. He agotado autos aquí haciendo periodismo agrario. Hay historias de vida que cuando hoy las recorro, me encuentro entrevistando al nieto del colono que entrevisté en aquella época. Son tipos que la han peleado en serio, que se han gastado las manos”, contó Emilio Lattes en una charla con Bichos de Campo.
-¿Por qué decís que está todo por hacerse aún?
-Porque se puede hacer más. Esa es la parte magnífica. Mi viejo plantó tabaco cuando yo era muy gurí. Yo planté soja en los años 70, cuando tenía 12 años. Coseché algodón con el viejo. Se laburaba la chacra antes de irme a estudiar al sur. Veo que todo se puede hacer.
Lo que a Lattes verdaderamente le atrae de esa provincia es la infinidad de ricas historias que reúne.
“Acá tenemos una historia hermosa de un ingenio azucarero completamente contrabandeado desde Brasil. Nos muestran como el lugar donde se refugiaron los nazis y esa es solo una de las historias. Acá estamos cumpliendo 100 años del té, que llegó a la Argentina escondido en el bolsillo de un cura. Un cura trajo en su bolsillo la bendición que le dio de comer a mucha gente. Cómo no amar esta tierra que tiene cosas como esa”, afirmó el periodista.
Pero el amor a veces duele y Lattes sabe que el sector productivo no está exento de obstáculos que por momentos lo dejan fuera de jugo. Aún sí, afirma que “magníficamente el campo, pese a los gobiernos de turno, está rindiendo”.
-¿Qué te duele de Misiones?
-La lejanía de Buenos Aires. Me encantaría que Buenos Aires estuviera más cerca. Todo nos cuesta mucho.
-¿Lo decís porque deciden en Buenos Aires?
Claro. Pero aparte fijate: acá pagamos el combustible más caro del país. Vos me decís por el flete, claro. ¿Pero el petróleo lo traen de Buenos Aires? No, el petróleo viene de Mendoza, del sur de Salta. ¿Y por qué después viene acá y lo encarecen acá? Cada litro de gasoil que usa un colono es más caro que el que se puede pagar hoy en la capital. Y acá los tipos necesitan cada metro, cada litro de combustible para producir. Eso me pesa.
A continuación, agregó: “Hace unos años estuvo dando vueltas por acá el presidente y le pedimos que entienda dónde estamos. Yo estoy con un límite con la Argentina de pocos kilómetros, que es el límite con Corrientes, pero tengo cientos de kilómetros con Brasil y con Paraguay. Dejame integrar inteligentemente, mejor que Buenos Aires, con Brasil y Asunción. Yo me integro con los brasileños y los paraguayos mucho mejor, podemos producir juntos, podemos vivir mucho mejor”.
-¿Tienen mejor la relación con ellos que con Buenos Aires?
-Toda la vida.
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-Misiones es sinónimo de colonos. Ahora también es sinónimo de pequeño productor y se dice que en el agro argentino están en extinción. ¿Lo ves así?
-Eso es un bolazo grande como una casa. Un tipo que con una hectárea de alcauciles está produciendo y viviendo bien cerca de La Plata, y es un pequeño productor. Preguntale a nuestros queridos bolivianos que están produciendo tanto.
-Entonces vos no los considerás condenados a muerte.
-No, ni por puta te diría si hablara mal. Por el contrario. Primero está autoconsumo desde el vamos. Con 15 hectáreas tengo una economía que me permite vivir perfecta mente.
-¿Y qué hay que hacer? Porque se caen los colonos finalmente. Poco a poco van drenando.
-Los números de colonos se mantienen estadísticamente bastante estables. Fijate una cosa, cuando se revierte el mundo del tabaco con la ley del FET, había tabaco hasta en Córdoba. Cuando en los años 82 se armó la primera entidad gremial del tabaco en Misiones, había mil y pico de tabacaleros. Hoy hay más de 14.000. Aún con la mala prensa que tiene el tabaco, el tipo labura. Yo los miro con cierta sensación rara porque antes iban a caballo, en carro, en sulky, y hoy tienen moto, camioneta, que no está mal que lo tenga. Lo han hecho a fuerza de laburo.
-Para vos entonces es posible.
-Yo estoy convencido. Defendería con desesperación de quien sea que se mantengan así, que no se concentre la tierra. Demasiado se concentró ya en el norte de la provincia, con todo el pino que maneja empresas en el Alto Paraná. Pero acá en la zona centro sur, hacia la costa oriental de la provincia, hay mucho pequeño productor. Veinte mil más o menos y dividiendo tierras, porque por ahí un colono tiene tres o cuatro hijos.
-Entonces, la clave de la subsistencia de los pequeños y medianos productores es que Buenos Aires no joda tanto, que entienda esa diversidad y la apuntale.
-Si Buenos Aires no jodiera al campo argentino sería otro país. Lo segundo es que me encantaría que algún día fuéramos como fuimos de inicio, las provincias preexistentes a la nación.
-¿Por qué te gustaría eso?
-Porque es la fórmula para que tengamos más fuerza. La Constitución no nos va a permitir demasiada autonomía pero dejame manejar algunas cosas en mi provincia como corresponde. No digo el tema impositivo, que eso va a ser complicado cambiárselo, pero al menos que la economía de entrecasa. Que yo pueda ir a comprar, por ejemplo, los fideos a Brasil, si se me ocurre y no me enloquezca la aduana que la maneja un tipo en Buenos Aires. Y dejame producir. Si yo puedo vender este año mi producción de soja, maíz, tabaco a los brasileños a buen precio, dejame que lo haga. Me revisa Senasa, me pone un sello en la mercadería y vengo sin que me autorice un tipo de Buenos Aires que no me conoce, ni conoce esta tierra.
-Decís que te gustaría que te entierre en Misiones. ¿Qué lugar elegirías para eso?
-Yo volví del sur, ya casado, a Santa María, mi lugar. Mis hijos son uno de San Javier y dos de Posadas, y ya no puedo elegir dónde. Pero cuando tengo tiempo y dos litros de gasoil me pego una vuelta por donde hay tierra colorada. Yo quiero bajar del asfalto siempre.