Aunque la producción de mango en Argentina es una actividad incipiente, en el noroeste del país encuentra condiciones ideales para expandirse. Si bien los arboles tardan entre 5 y 8 años en dar su fruto, para los agricultores familiares representa un ingreso clave en aquellos momentos en que otras cosechas como la de banana no han iniciado. Tal es así que esa provincia ya cuenta con más de 400 hectáreas implantadas.
Pero no todo es color de rosa y recientemente un equipo del área de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Agricultura Familiar (IPAF) región NEA del INTA, detectó la presencia de mancha negra bacteriana en un lote de mango. Esto generó varias alarmas ya que es considerada una de las enfermedades más limitantes de ese cultivo.
“Nos encontramos ante un ataque muy severo en la variedad de mango Tommy Atkins. Luego de enviar las muestras al Laboratorio de Sanidad Vegetal de la Estación Experimental Agropecuaria Bella Vista del INTA en Corrientes, quienes confirmaron que la bacteriosis era causada por Xanthomonas spp. A la vez se están llevando a cabo pruebas de patogenicidad en dicho laboratorio”, explicó Pilar Ortega y Villasana, investigadora del IPAF NEA.
La mancha negra bacteriana en mangos es una enfermedad muy difícil de controlar, según indicaron los investigadores. Los síntomas pueden ser detectados en hojas, tallos, ramas y frutos, y las pérdidas puede llegar al 100 % en variedades susceptibles. Como consecuencia de esto, su presencia reduce la cantidad de frutos a cosecha ya que aquellos frutos que no se pierden a causa de la enfermedad, no tienen la calidad comercial para venta en fresco y constituyen una amenaza ya que pueden atraer insectos y hongos.
“En esta última campaña la aparición de síntomas se dio de forma abrupta, simultanea y generalizada en toda la zona productora de nuestra localidad, afectando a todas las variedades que se cultivan en la zona, incluyendo al mango criollo”, indicó por su parte Gerardo Tenaglia, investigador del IPAF NEA.
Con el fin de reducir el riesgo de la aparición de esta enfermedad, desde el INTA, recomiendan implementar prácticas de manejo que reduzcan o retrasen el inoculo inicial y medidas de control ante su desarrollo.
En este sentido, Tenaglia explicó que se deben cumplir una serie de cuidados en todas las facetas de la producción, evitar cualquier tipo de actividad con humedad ambiente superiores al 80 %, eliminar cualquier residuo vegetal en la maquinaria agrícola antes de cambiar de lote y desinfectar ropa, haciendo hincapié en los cosecheros (que se mueven de productor en productor), equipamiento, herramientas de mano y vehículos utilizados. En cuanto a los plantines utilizados para la siembra, recomendaron utilizar aquellos que provengan de viveros certificados.
“Los residuos deben ser desechados en el mismo lugar y posteriormente, aplicar desinfectantes. Para la maquinaria agrícola, el hipoclorito de sodio –lavandina– se debe utilizar en concentración de 200 ppm,”, puntualizó el investigador y agregó: “El uso de agua caliente y detergente es de utilidad siempre que sea aplicado a alta presión y a una temperatura mínima de 71° C”.