Treinta años atrás Juan Carlos “Teddy” Cotella, empresario agrícola integrante del CREA Sachayoj (región Chaco Santiagueño), comenzó a realizar una gestión profesional del negocio. Ese proceso continuó hasta el presente: recientemente lideró un cambio de sistema contable informático para así poder contar con más y mejor información.
El hecho de realizar agricultura en campo alquilado y contar con capital provisto por socios hizo desde el día uno que hiciera de la generación de información una práctica sistemática. “Hace unos 30 años empezamos en el negocio agrícola y fuimos evolucionando de menos a más: empezamos con registros muy básicos en un cuaderno, luego pasamos a planillas de cálculo y finalmente terminamos en un programa de gestión profesional”, explica Juan Carlos en un artículo publicado por CREA.
En los inicios hacía lo que hace la mayoría: juntaba todos los comprobantes y quincenalmente se los llevaba al estudio contable para la “liquidación de impuestos”.
“Recuerdo que cuando le pregunté al contador cuál era el plan de cuentas que utilizaba para el registro que permitía obtener un balance y estado de resultados, me respondió que usaba uno estándar para todas las actividades a las que les llevaba la contabilidad fiscal: era el mismo para una empresa hotelera, un sanatorio, una empresa fúnebre y la agropecuaria. Empecé a preocuparme y ocuparme sobre cómo llevar la información de manera profesional, de manera tal de poder expresar los resultados de forma confiable y que la gestión nos permitiera medir para mejorar”, relata.
Con el tiempo la empresa agrícola evolucionó en escala de producción, con campos dispersos en varias localidades de la región Chaco Santiagueño, con diferentes limitantes de conectividad y escaso acceso a la información en tiempo real. Y año tras año cada vez más se fue acentuando la complejidad fiscal.
“Entonces tomamos la decisión de armar nuestra propia administración de manera profesional, donde llevar al día la carga de comprobantes fiscales y el registro de la información. Esa línea estratégica de tener nuestra propia contabilidad y gestionarla in company transforma la empresa hacia la profesionalización”, remarca Juan Carlos.
“Se deben armar equipos de trabajo, incorporar recursos humanos que nos aporten habilidades y conocimientos que la empresa no tenía y que obligan al productor a transformarse en empresario. Y esa transformación lleva tiempo, estos cambios profundos llevan años de implementación, prueba y error, descubrir qué es realmente lo importante para el negocio que estamos llevando adelante. Saber esto no es un tema menor al momento de requerir información a quienes nos la deben proveer para la toma de decisiones empresariales. Es clave saber qué datos solicitar, no sólo por nuestras necesidades, sino también para implementar procesos que permitan garantizar que los registros recolectados son confiables y rápidos”, añade.
El principal ingrediente para la implementación exitosa de un proceso de gestión es el compromiso ineludible del empresario agropecuario. Es una tarea casi indelegable porque quien administra (gerente general) debe proveer información al directorio o al consejo de familia sobre la evolución del negocio y éstos a su vez deben informar a los dueños (accionistas) en su derecho político de recibir información (balance y estado de resultados) y su derecho económico de dividendos por el capital invertido en la empresa.
Los procesos de captura e incorporación de “datos” al sistema de gestión contable (cualquiera sea este independientemente de la escala de producción) deben proveer información para la toma de decisiones certeras, es decir, basadas en el conocimiento. La información “certera” difiere de la “acertada”, que está basada en la intuición y construida muchas veces sobre sesgos cognitivos y prejuicios.
“Una orden de trabajo de pulverización, por ejemplo, dispara desde movimientos de inventario (agroquímicos) hasta movimientos de combustibles si es propia, anticipos a proveedores, si así se requiere, hasta la asignación del gasto a nivel de cultivo, lote, campo, zona, etcétera. Y si el proceso es bien preciso, también pueden serlo las necesidades de reposición de insumos o la detección de costos ocultos tales como productos vencidos”, apunta el empresario.
La generación de información además es un insumo indispensable para poder tomar ciertas decisiones, como es el caso de la planificación fiscal, la conveniencia o no de tomar un crédito, decisiones de inversiones extraordinarias, estoquearse con insumos (o repartir más dividendos, ¿por qué no?), además de poder identificar las variables que permitirán consolidar la evolución patrimonial de la empresa en el largo plazo.
“Si el costo del capital crediticio es menor que el costo del capital propio, entonces eso representa una oportunidad que puede ser aprovechada por aquellas empresas que tienen una gestión empresarial profesional”, explica “Teddy”.
La gestión profesional permite no solamente saber si los dividendos generados remuneran adecuadamente el capital provisto por los socios, sino también poder hacer una valuación acertada de la empresa, algo que es usual en otros sectores de la economía, pero no el agropecuario.
“Las empresas valen mucho más que la tierra y la maquinaria; valen por su capacidad para generar riqueza y eso se logra con metodologías de procesos, información y conocimiento aplicado. Una empresa gestionada de manera profesional, por lo tanto, cuenta con registros auditables y conocimiento acumulado, lo que permite que trascienda generacionalmente, aun si ninguno de los miembros de una familia está interesado en trabajar en la misma”, resalta.
La profesionalidad de la gestión de una empresa es independiente de la escala. Gestionar una empresa con 50.000 has de producción necesita mayores recursos de todo tipo que una de 500 hectáreas, pero la necesidad de entender cuáles son los procesos clave, de relevar datos de manera sistemática y de generar información útil es la misma en ambos casos. Por supuesto: el desafío es construir empresas sólidas que tengan escalas adecuadas para alcanzar niveles óptimos de competitividad.
La información es vital para poder visualizar durante el devenir del ejercicio fiscal (y no al final del mismo) para quién trabaja la empresa. Cuando llegamos al Resultado por Producción (Resultado antes de Intereses e Impuestos e EBIT por sus siglas en inglés), todavía falta un largo camino para llegar el Beneficio Neto. Después de eso se llega al pago de intereses correspondiente al sector financiero (bancos) y al pago de impuestos (Estado). Luego de eso se retribuye a los dueños a través de dividendos y, por último, a través de los beneficios retenidos (en caso de haber) destinados al crecimiento de la empresa. Esta información es relevante conocerla, pero también saber cómo se llegó a los misma para así poder iniciar un proceso de mejora continua.
“Un aspecto no menor es cambiar el foco de como mirar el estado de resultados. Normalmente vemos ingresos y egresos, intereses e impuestos, dividendos y beneficios retenidos”, señala Juan Carlos.
“Mirar la empresa agropecuaria con un lente que nos permita ver la trascendencia del sector en la economía nacional nos hará mejores empresarios. En lugar de mirar ingresos, veamos clientes; en lugar de egresos, veamos proveedores, empleados, transportistas, arrendatarios, contratistas. Cuando paguemos intereses, veamos la importancia de nuestras empresas para el sector financiero. Lo mismo al momento de pago de tributos nacionales, provinciales y municipales”, añade.
Los dueños (accionistas) tienen el derecho a recibir una retribución (dividendos) por su capital invertido. Y la empresa (a través de un directorio profesional) tiene la obligación de seguir generando riqueza. Y todo esto dentro de una comunidad.
“Generar riqueza no es sinónimo de generar dinero: es conocimiento, información, inversión, riesgo, trabajo, compromiso social y trascendencia. La empresas son, junto con la familia, los pilares fundamentales para el crecimiento perpetuo de nuestro país”, resume.