Un reciente informe del Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA) proyecta que en la presente campaña comercial 2022/23 Brasil lograría exportar un volumen de maíz equivalente al de EE.UU.
Mientras que la producción estadounidense se viene estancando en los últimos años, la brasileña viene creciendo a partir de una expansión tanto del área como de la frontera tecnológica del cultivo.
“Si la producción de maíz de EE. UU. regresa a un nivel históricamente más normal, es probable que el país vuelva a ser el principal exportador del mundo. Sin embargo, la expansión continua y persistente de la agricultura brasileña podría significar que EE.UU. se enfrentará a Brasil por la ‘corona’ más a menudo en los próximos años”, advierte el documento del USDA.
No es una buena noticia para los productores estadounidenses, porque el “pico” estacional de exportación de maíz brasileño se registra en el mes de agosto, es decir, un mes antes del inicio de la recolección del cereal en EE.UU.
El hecho de los embarques de maíz brasileño se concentren en el segundo semestre del año implica una competencia directa con el cereal estadounidense durante pleno período de recolección del cultivo por parte de los “farmers”.
El avance productivo brasileño, junto con la reciente posibilidad de exportar maíz a China, tenderá además a reconfigurar el sistema de formación de precios internacionales del cereal, donde las referencias FOB de los puertos brasileños comenzarán a tornarse crecientemente relevantes.
Por fortuna para los “farmers”, en la Argentina existe una corporación política que impone una presión tributaria y una serie de regulaciones que atentan contra la producción agrícola en general y de maíz en particular. Sin esa restricción, el Mercosur pasaría a consolidarse sin dificultades como el principal “polo global” de originación de maíz.
Este año el mercado internacional del maíz cambiará para siempre gracias a un “enroque” comercial