Carbap (la Confederación de Sociedades Rurales de Buenos Aires y La Pampa) fue fundada en 1932, con el objetivo de generar una gremial que defienda a los medianos productores de esas provincias. Actualmente está conformada por 114 entidades de base. Pero la fundaron muchas menos. Entre esas rurales fundadoras se encuentra la de 9 de Julio, que hoy es presidida por Fernando Mato.
La familia Mato ya estaba produciendo cuando aquello sucedió. En rigor, Fernando es la cuarta generación de productores en 9 de Julio, una ciudad de la que nunca pensaron en marcharse. Allí se dedica ahora al cultivo de maíz, trigo y soja, pero también a la ganadería, donde hace el ciclo completo.
Además Fernando está comprometido desde hace rato con el ruralismo. Desde los 21 años es socio de la Rural local y actualmente lidera una Comisión Directiva convencida de que el agro debe esforzarse para vincularse con otras instituciones y fortalecer los lazos con la comunidad.
“Estoy conforme con el accionar de la comisión. Trabajar hacia fuera de la institución implica estar presente para la comunidad, no cerrarse, ir a buscar la conexión con otras instituciones”, indicó Mato a Bichos de Campo, y no sin fundamento. Luego explicó: “La relación campo-ciudad es pensada como un divorcio. Se dice que el sector rural se cierra y se mete en su mundo trabajando tranquera adentro, y lo entiendo, pero me parece que en general pasa por la parte dirigencial, que tiene que romper un montón de ideas con las cuales trabajan desde hace años ’porque son así’”.
“A veces hay que buscar ideas nuevas. Ver lo que pasa al interior de otros sectores y generar una red social permite marcar un poco las condiciones de la política, porque la organización hace que busquemos un rumbo entre todos y no es tan fácil después ser desviados por los políticos”, indicó el presidente de la entidad.
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A unirse localmente ayuda que a nivel municipal, los problemas de los productores son los mismos que los de la comunidad de 9 de Julio: por ejemplo la falta de caminos y de comunicación. A nivel nacional, el mayor problema del sector agropecuario para Matto es la intervención estatal de los mercados, y que se expresa desde los impuestos que distorsionan los valores hasta los cupos de exportación.
“Cuando el Estado empieza a intervenir mete mano en cosas que estaban aceitadas y funcionando. Cuando empieza a meter mano en cupos de exportación o en retenciones, como pasó con el dólar soja, beneficia a unos para no beneficiar a otros. Bueno, cuando empieza a desbalancearse todo ese mecanismo siempre hay alguno que sale herido”, manifestó.
-Hay elecciones próximamente ¿Qué te gustaría que suceda? ¿Qué deberíamos aprender los argentinos respecto a ese proceso?
-Primero me parece que hay que organizar el país. Hay que refundar un montón de cosas que se están tomando como normalidades y no lo son. Entonces habría que empezar a organizar un montón de cosas, no solamente lo económico, sino la educación. Fundamentalmente la educación, de la que todos los políticos hablan, pero es uno de los puntos que mas quedan debilitados. Siempre se buscan soluciones en otras cosas y lo que es educación queda en los titulares. Eso no está funcionando. Y, a partir de la educación, de tener un pueblo educado, con gente que pueda aprender y pensar, empiezan a cambiar las cosas.
-¿Te gustaría reescribir el contrato social que nos une a los argentinos? ¿Y allí reunir a los productores con el resto de la sociedad?
-Sí, sería algo así. En general el sector rural está siempre a la defensiva porque ha sido muy atacado por la política. Y la política ha hecho, con sus dichos, con sus discursos, que a veces el sector de la ciudad malinterprete cosas o que directamente se ponga en contra del sector agropecuario. Y cuando nos ponemos a ver, somos vecinos como cualquier otro y lógicamente nos gusta trabajar para obtener una ganancia, como le gusta a cualquiera. Se nos ha puesto en esa contradicción entre el campo y la ciudad, que para mí no existe. Es algo fogoneado por un sector político que le conviene manejar la situación: cuando necesita tener un enemigo, ‘vamos al campo’, y cuando tiene que tener caja ‘siempre vamos al campo’.