Al igual que ocurrió en años anterior, enero y febrero se perfilan como dos meses extremadamente calurosos, con temperaturas que podrían llegar a ser extremas en algunas partes del país. Frente a eso, especialistas del INTA apuran recomendaciones para morigerar cualquier efecto que esto pueda tener sobre las distintas cadenas productivas.
Luego de los consejos para evitar el derretimiento de las colmenas en apiarios del norte del país, el turno ahora es del ganado lechero, que puede estresarse enormemente si el mercurio toca niveles altos.
Desde el INTA Rafaela, en Santa Fe, el ingeniero agrónomo Miguel Taverna aconsejó como punto fundamental tener sombras artificiales en los corrales de espera, ya que en muchas ocasiones los animales permanecen varias horas al rayo del sol.
Teniendo en cuenta el índice de temperatura y humedad (ITH), a partir del cual se miden las condiciones de estrés por calor, se calcula que a partir de los 25 grados el ganado lechero comienza a incomodarse. De todos modos, la severidad del estrés térmico dependerá no solo del ITH sino también de la duración (cantidad de horas al día) y de la frecuencia (cantidad de días) en las que se manifiesten esas condiciones ambientales.
Para tomar dimensión de este fenómeno, en condiciones habituales de temperatura una vaca respira 20 veces por minuto. En días de 40 grados, una temperatura que el verano pasado se alcanzó en varias oportunidades, la respiración para a ser 115 veces por minuto.
Es por esto que además se las medias sombras, los expertos de INTA ponderaron el sistema de mojado-ventilación como adicionales en los corrales.
“Existen dos sistemas de enfriamiento para mejorar el confort y disminuir el estrés calórico: los que utilizan la gota fina, tipo neblina, propuestos para ambientes donde la humedad relativa es muy baja, y los que combinan el mojado mediante una gota gruesa y posterior ventilación forzada, propuestos para ambientes donde se combinan situaciones de humedad relativa media y alta, con temperaturas elevadas”, explicó Taverna.
Según él, el más recomendado para nuestro país es este último, que puede ser colocado también en las plataformas de alimentación (siempre y cuando tengan un piso de cemento) y en los galpones de encierro permanente.
Para que el sistema funcione correctamente, el especialista indicó que la gota debe tener un diámetro de entre 3 y 5 milímetros, y que posteriormente debe aplicarse una ventilación forzada que genere la evaporación del agua y el posterior enfriamiento del animal.
Además, señaló que el ciclo de mojado debe ser de 40 segundos de duración. Esa combinación de caudal y tiempo supone un uso de un litro de agua por vaca por ciclo, lo que se traduce a su vez en 10 litros de agua por aspersor por ciclo o 78 litros por aspersor por hora.
Es esa relación entre tiempo y caudal la que permite el mojado del lomo de la vaca sin que la lámina de agua llegue a la ubre, provocando la contaminación de los pezones. Por otro lado, el especialista detalló que, el ciclo de ventilación forzada debe tener una duración de 7 minutos para evaporar el agua. Se debe aplicar como mínimo tres ciclos completos de mojado más ventilación a cada vaca antes de cada ordeño.
Así, el esquema general está compuesto por un depósito de agua, un filtro, una electrobomba, un tablero con temporizador, llaves de corte y protección, válvula solenoide de dos vías, llave de paso y aspersor.
Los ensayos realizados por los investigadores demostraron que el confort logrado por este sistema se prolonga entre dos y tres horas posteriores a su aplicación.
“En la media que operativamente se pueda aplicar con mayor frecuencia diaria este proceso de enfriamiento, mayores serán los beneficios productivos, reproductivos y sanitarios”, remarcó Taverna.