Con la inminente llegada de diciembre, la demora en la siembra de la soja de primavera –que en algunas localidades ya se estima que se extenderá más allá de la primera quincena- apuntala la incertidumbre respecto al futuro productivo y económico del país.
Según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA), hasta la semana pasada sólo se implantó el 19,4% de las 16,7 millones de hectáreas de soja estipuladas, lo que determinó un retraso respecto de la campaña anterior de 20 puntos porcentuales. Y según la Bolsa de Cereales de Rosario (BCR), por cada día de atraso en la siembra de soja de primera, se pierden 30 kilos del poroto por hectárea. Cada kilo de soja vale 50 centavos de dólar. Es decir que por hectárea se perderían 15 dólares diarios.
“Estamos ante una crisis inédita. Uno sabía que este año iba a ser difícil. Lo estuvimos advirtiendo pero a pesar de eso, todo lo que estamos empezando a ver ahora a finales de noviembre son cosas que pensamos que ocurrirían a finales de diciembre. La crisis se adelantó y es grave”, dijo a Bichos de Campo Cristian Russo, jefe de la Guía Estratégica para el Agro (GEA) de la BCR.
“El dato técnico es que un millón de hectáreas (de soja de primera) se va a sembrar en diciembre. Eso nunca pasó y son muchas hectáreas a sembrar. Hay otro dato que me sorprende y es qué pasa si no llueve en los próximos 15 días. Algunos estarían esperando para sembrar esa soja entre el 15 y el 20 de diciembre, y otros se plantean cambiar de cultivo e ir hacia un maíz tardío”, agregó el agrónomo.
-En un año normal, ¿cuánta superficie deberíamos tener sembrada para esta época?- le preguntamos.
-Todo. Sembrar soja de primera en diciembre no es lo común.
-¿El retraso en la siembra en qué se traduce?
-Todos estamos viendo como cada semana necesitamos más agua y como su oferta es más limitada. Hay una gran cantidad de lotes que se sembraron en condiciones que no sabemos qué va a pasar. Más allá de la perdida de kilos en estos días, por detrás nos corre algo más crítico que es la perdida de lotes productivos. Hablar de pérdidas de plántulas por la sequía, siendo que tienen una demanda de agua muy baja, te habla de la gravedad de la situación. Hay muchos interrogantes en el aire y la única manera de responderlos será con el paso del tiempo.
Uno de los relevamientos de la BCR realizado junto a productores de Marcos Juárez, una de las localidades claves en términos de producción dentro de la región núcleo del país, arrojó que el 15% de la soja ya sembrada está “mala” y que un 50% del total está “regular”. Esos porcentajes crecen para el caso del maíz, donde le 50% es considerado “malo” y el otro 50% “regular”.
“Nosotros mapeamos las precipitaciones de noviembre. Las zonas que están por debajo de los 30 milímetros son aquellas que se empiezan a correlacionar con las áreas que acusan la mayor cantidad de pérdidas de lotes. Ahora bien, Marcos Juárez no está dentro de esa estadística y sin embargo ya reporta soja mala. Es como que la película está arrancando de la peor manera y no parece que vaya a mejorar”, se lamentó Russo.
Y alertó: “Hay tres palabras para esto. Lo inédito de la situación; lo crítico, porque necesitamos lluvias de al menos 15 milímetros para seguir estirando la agonía, y la incertidumbre total. Hoy es muy difícil saber qué va a pasar”.
Pero además del impacto productivo, el otro gran efecto que tiene este retraso en la siembra es el económico, pues se complica sobre todo el frente cambiario.
“Hoy el frente cambiario es el principal talón de Aquiles del plan del gobierno para aguantar hasta las elecciones, básicamente porque no tiene dólares. Ya el Banco Central estaba sin ellos a finales de agosto, y con el dólar soja de septiembre logró ganas unos meses. Ahora claramente se estaban acabando por lo que se explica el nuevo dólar soja. Para el verano se esperaban los dólares del trigo que no van a estar a causa de la sequía. Vamos a tener entre 4.500 y 5.000 millones de dólares menos que el año pasado. Y este retraso en la siembra lo que genera es un mayor gap entre ahora y el ingreso de los dólares de la gruesa”, explicó a Bichos de Campo David Miazzo, economista jefe de Fundación FADA.
Como si eso fuera poco, para el especialista los productores tendrán muchos incentivos para retrasar sus ritmos de venta de soja a partir de junio, por la incertidumbre de las elecciones y la posibilidad de un nuevo esquema cambiario y de derechos de exportación.
“Eso ya pasó en el segundo semestre de 2015 cuando se retrasó mucho la segunda venta y se vendió todo en diciembre. Fue uno de los diciembres con más ventas aquel de 2016”, afirmó.
Sin los dólares provenientes de la venta de trigo en el verano, y con el retraso de la llegada de los dólares de la soja y el maíz por la falta de agua, Miazzo prevé una “sequía de exportaciones y de ingresos de dólares entre esta fecha y el mes de abril próximo”.
Eso supone un gran desafío cambiario para el gobierno, que está tratando de llegar a las elecciones de octubre de 2023 sin devaluar, escenario que parece ser cada vez más difícil de sostener.
Finalmente el economista alertó los impactos que todo este panorama podría tener en la actividad económica del país:
“El PBI de 2022 va a terminar con un nivel de crecimiento de entre el 4% y el 5%. Las principales proyecciones del año que vienen están todas por debajo del 1%. Por lo que, si realmente tenemos un impacto significativo en la cosecha de soja y maíz principalmente, ese 1% de crecimiento del PBI para el 2023 puede convertirse en 0% o en un número negativo. Una economía con una inflación por encima del 100% y recesión, está frente a un combo muy difícil de sortear”.
El rendimiento será del 50 % estimado y habrá menos saldos exportables. Toda especie tiene un ciclo. A medida que ese ciclo se acorta el rendimiento decrece. Además al menor ciclo hay que sumar las condiciones climáticas durante el ciclo de desarrollo y la posibilidad de aparición de enfermedades y plagas