La implementación del régimen denominado “dólar soja” logró que el ritmo de comercialización de la oleaginosa en el mercado argentino, que venía muy atrasado, se equipare con el nivel histórico.
El último dato oficial disponible, correspondiente al pasado 26 de octubre, muestra que ya comercializó un 71,1% de la cosecha argentina de soja 2021/22, una cifra similar a la registrada en el último lustro (sin considerar el caso excepcional de la sequía ocurrida en 2017/18).
Del total de soja 2021/22 ya comprometida, un total de 4,33 millones de toneladas está pendiente de fijación, es decir, tiene “precio abierto” hasta que los productores decidan liquidar la operación.
El dato es que aún quedan en manos de los productores argentinos 12,72 millones de toneladas de soja 2021/22, las cuales deberían ingresar al mercado en los próximos meses.
Se trata de un “resto” suficiente para poder “empalmar” con comodidad la nueva cosecha de soja de primera, que comienza a recolectarse en abril de 2023.
El ritmo de comercialización de soja de aquí en más probablemente se vea favorecido por el hecho de que la cosecha de trigo y cebada fracasará en muchas regiones agrícolas y, por lo tanto, los empresarios agrícolas deban vender remanentes de otros cultivos para poder cubrir el faltante de fondos producido por el desastre climático.
Adicionalmente, debido a que existen oportunidades de captura de altos precios en trigo para los que puedan ser pacientes al momento de comercializarlo, es también muy factible que los productores retengan el cereal para desprenderse de otros granos.
El principal interrogante en la materia es qué sucederá con la campaña de soja argentina 2022/23, dado que muchas zonas productivas clave de la zona pampeana muestran importantes déficits hídricos que impiden la siembra de la oleaginosa.