Tanto el valor del novillo como el de la carne vacuna están perdiendo contra la inflación en un mercado interno crecientemente pauperizado. Pero, además, las restricciones hídricas complican el panorama forrajero. El mercado mundial está sobreofertado de carne vacuna y muchos grandes exportadores debieron devaluar para mejorar la competitividad de sus exportaciones. Mientras tanto, la situación económica en China, el principal cliente de la Argentina, se viene deteriorando. Si bien la incertidumbre respecto del futuro inmediato de la comercialización ganadera son muchas, las certezas no traen las mejores noticias.
“Cada empresa debe hacer su propia evaluación porque, si la proyección planteada indica que la situación de mercado y forrajera empeorarán en lugar de mejorar, entonces será mejor tomar decisiones defensivas de manera temprana en lugar de hacerlo cuando los eventuales problemas toquen a la puerta”, graficó José Lizzi, líder de Ganadería, durante una charla en formato virtual sobre coyuntura sectorial brindada esta semana por los técnicos del área a los integrantes de la red CREA.
En muchas regiones las restricciones hídricas combinadas con heladas tardías le pasaron factura a los recursos forrajeros e incluso desactivaron la posibilidad de sembrar maíces tempranos para disponer de grano o silo en el primer tramo de 2023.
“En todo negocio, lo más conveniente es salir antes de que el mercado toque el piso, de manera tal de volver a entrar cuando comience a revertirse la tendencia; esa consigna, si bien es general, depende por supuesto de la situación regional y de las características de cada empresa”, apuntó Lizzi.
Desde marzo pasado el valor promedio del novillo dejó de seguir a la inflación general; es decir, comenzó a perder valor en términos relativos al no acompañar el acelerado proceso de desvalorización del peso argentino.
Este fenómeno es un reflejo de la pérdida de valor relativo de la carne vacuna que, además de complicar a empresarios ganaderos, deteriora el negocio de frigoríficos dedicados al consumo interno, matarifes y carnicerías. La explicación no es ningún misterio: el principal cliente del sector, el consumidor argentino, tiene en promedio un poder adquisitivo que se viene derrumbando en los últimos años.
“Si el escenario climático no mejora en las zonas que están complicadas, muchas empresas se irán quedando sin reservas forrajeras y no puede descartarse que en el corto plazo nos encontremos con un gran embudo de hacienda”, advirtió el técnico CREA.
“En los últimos dos años, a pesar de la intervención aplicada a las exportaciones por parte del gobierno nacional, la faena de hembras se desaceleró debido a que esa categoría se empleó como resguardo contra la devaluación de la moneda; la pregunta es qué sucederá ahora con ese proceso ante el deterioro de los números del negocio y la evolución del factor climático”, añadió.
El contexto internacional tampoco luce muy favorable. China, el principal comprador de carne vacuna argentina (y también brasileña y uruguaya) viene desacelerando importaciones en las últimas semanas para aplicar importantes recortes a los valores de compra de carne vacuna.
Por diferentes razones adicionales al enfriamiento de la demanda china –devaluaciones competitivas en Australia y Nueva Zelanda, sequía severa en vastas regiones ganaderas estadounidenses y pérdida del poder adquisitivo del consumidor europeo, entre otras– la carne vacuna dejó de ser un producto sobredemandado para transformarse ahora en otro sobreofertado.
“Son muchas las variables en juego y no es sencillo anticiparse al escenario por venir, pero si un empresario anticipa que estará en peor situación en los próximos meses, entonces, cuanto antes pueda actuar, mejor”, concluyó Lizzi.