A la hora de hablar de la salud de los suelos argentinos, los trabajos e investigaciones desarrolladas por el INTA Anguil, en la provincia de La Pampa, son casi una referencia obligada. Jorgelina Montoya es ingeniera agrónoma e integrante de esa experimental, donde desde hace tiempo coordina un programa que apunta a la reducción del uso de fitosanitarios, temática urticante a la hora de hablar del cuidado del suelo y los manejos agrícolas sustentables.
“Las malezas y las plagas son de las principales adversidades que pueden comprometer la producción, con lo cual hay que tener una mirada integral y conocer sus ciclos, además de los momentos de mayor vulnerabilidad. Frente a eso, los fitosanitarios son una herramienta productiva pero lo que tenemos que lograr es una optimización de su uso: la máxima eficiencia con la menor dosis”, dijo la ingeniera a Bichos de Campo.
“Puede haber otras estrategias alternativas complementarias, y eso es justamente el manejo integrado de plagas, incluyendo malezas. Ese manejo integrado no excluye el uso de los fitosanitarios. Es una herramienta más para la que se deben conocer las propiedades y potencialidades. Tenemos que hacer un uso racional, algo que está vinculado totalmente al conocimiento, a los profesionales del agro, al ingeniero agrónomo, a la receta fitosanitaria”, agregó.
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-¿El agro tiene mucho que corregir?- le preguntamos.
-Yo creo que tiene que ser cada vez más profesionalizado el manejo y la profesionalización viene de la mano de ordenar y de capacitar, desde el operario que hace las aplicaciones, pasando por el profesional que hace las recomendaciones. La receta fitosanitaria vinculada a un ordenamiento también da una responsabilidad en el uso, además de las tecnologías, las Buenas Prácticas Agropecuarias, etc. Eso nos va a permitir hacer un manejo más diverso y todo lo que implique un manejo diverso de los sistemas seguramente va a ser favorable para garantizar la sustentabilidad.
-¿Cómo ha sido hasta ahora el manejo de Argentina?
-Se viene trabajando desde hace muchos años. La agricultura de Argentina ha ido permanentemente innovando en búsqueda de esa sustentabilidad. Se van planteando nuevos desafíos, surgen nuevas tecnologías que hace que te plantees nuevos desafíos también. Nunca vamos a encontrar la sustentabilidad última porque cuando la alcancemos quizá encontremos una nueva meta, un nuevo replanteo de los sistemas, de la rotación de cultivos, de la producción agropecuaria. No es estanco. Son procesos y por lo tanto son dinámicos.
-Eso es algo que hace de tu trabajo uno apasionante.
-Totalmente. Jamás te vas a aburrir en el ámbito agropecuario porque es totalmente dinámico, desafiante. Sacaste la muestra, cortaste la maleza y después terminaste en el gabinete, analizándolo y escribiendo, dando una charla. Y después la proyección. Los planes de trabajo en INTA se constituyen en carteras de proyectos de años de duración. Este modulo es un ejemplo de integración de conocimientos.
-¿Cuál es el final de ese trabajo?
-Uno de nuestros roles en INTA es mostrar, publicar, compartir. En ese vínculo con productores y con la comunidad misma es donde hay un ida y vuelta, un enriquecimiento y un reconocimiento de demandas que se plantean en el resto del territorio. Eso lo recoge INTA, se dan nuevas cartas y se baraja de nuevo.