“Es impresionante: en tres minutos el agua cloacal atraviesa un filtro y regresa mejorada en un 70 u 80% y si bien no se puede tomar, sí puede usarse para riego o lavado de autos, entre muchas opciones, lo cual permite reutilizar cientos de litros”.
Quien afirma esto es el ingeniero agrónomo Daniel Blando, de Villa Allende, Córdoba, que comenzó con “esto de las lombrices” con la idea de montar un criadero para comercializar lombricompost y como actividad paralela al trabajo de asesor de campo que tenía en ese momento. Así nació Punto Lombriz, pero en seguida las cosas se fueron para otro lado más novedoso.
“Punto Lombriz es un emprendimiento atípico porque rápidamente se convirtió en un proyecto de innovación tecnológica con lombrices que purifican aguas efluentes”, explica el ahora especialista. “Intentando diseñar un sistema de cría de lombrices práctico y eficiente me encontré que ese diseño lo estaban utilizando en Chile para purificar aguas, con el nombre de lombrifiltros o sistema Tohá”.
Con esta idea en mente, Daniel presentó un proyecto de investigación y desarrollo en el Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación, el cual fue aprobado. A partir de ahí comenzó un camino que nunca paró: al poco tiempo -y para contar con apoyo científico y académico- empezó a trabajar con el Laboratorio de Aguas de la Universidad Católica de Córdoba y los primeros resultados del agua investigada fueron positivamente sorprendente para todos.
A la vez, y como en una sucesión de escenas de película, un reportaje en un medio local hizo que una empresa alimenticia se enterara de esta tecnología y lo contactaran para ver la posibilidad de solucionar su problema de tratamiento de efluentes.
“Diseñamos el lombrifiltro y nos encontramos que necesitábamos mil núcleos de lombrices que no teníamos, así que salimos a golpear puertas para conseguir el estiércol, que es el alimento para las lombrices”, detalla Daniel. “Y fue en el frigorífico Estancias del Sur donde nos recibieron con los brazos abiertos y nos permitieron amar el criadero en el lugar”.
Daniel cuenta que les dieron el terreno, agua, horas de retropala, camión y todo el estiércol para compostar y darles a las lombrices. Con el criadero armado se logró -sin buscarlo- el primer impacto ambiental positivo: evitar que todo el residuo orgánico del frigorífico se acumulara como residuo generando olores, moscas, costos de disposición y hasta multas ambientales. Y además, en lugar de problema, obtenían lombrices, compost y lombricompost.
“Las lombrices no tienen dientes, se alimentan succionando el alimento, por lo que el compostaje es fundamental para alimentar a las lombrices dado que degrada a la materia orgánica en partículas más pequeñas y la estabiliza, una vez superado los procesos de autocalentamiento y otras cuestiones como el nivel de PH”, explica.
“Lo que hace la lombriz es comer todos los orgánicos contaminantes que quedan retenidos en el filtro y el humus que generan, es decir, su defecación, termina aportando mejores condiciones para el suelo. Para este emprendimiento me informé sobre cómo funciona el método que permite depurar aguas residuales y cloacales, comprendí que todo consiste en imitar lo que hace la naturaleza: utilizar el suelo fértil como un sistema de filtrado para el agua”.
Hoy en Punto Lombriz se producen enmiendas orgánicas como compost, lombricompost y lombrices, a la vez que se brindan servicios educativos, asesoramiento industrial, manejo de residuos orgánicos y agropecuarios, recepción y compostaje de orgánicos de terceros y recepción de orgánicos de vecinos en convenio con la municipalidad de Villa Allende
“Ni una enmienda reemplaza a un fertilizante químico ni ningún fertilizante químico reemplaza a una enmienda orgánica”, aclara Daniel. “En cambio puedo decir que juntos se potencian enormemente y si bien hay elementos en común como algo de nitrógeno, fósforo y otros, la importancia de una enmienda está en el aporte de vida que provee: microorganismos específicos, ácidos húmicos, estimulantes de crecimiento radicular etc., lo cual ayuda a regular el PH del suelo, a la movilidad y a la absorción de nutrientes, y disminuye las poblaciones de agentes patógenos, entre otras cosas”.
“Si queremos ser productivos, eficientes y cuidar nuestros suelos para ser sustentables y que los rendimientos no caigan en el tiempo, aplicar enmiendas orgánicas en nuestros suelos es indispensable”, resume Daniel, cuyo emprendimiento es un caso exitoso de economía circular. Hoy brinda el servicio a muchas empresas que necesitan alcanzar el objetivo de “residuos cero”: vienen con sus desechos, luego se llevan el compostaje y Daniel les cobra el proceso. Un buen negocio para todos.
Otra ventaja del sistema es que se puede usar en espacios más reducidos. “Por metro cuadrado se pueden filtrar aproximadamente entre 200 y 500 litros de agua por día y en ese metro cuadrado puede haber un kilo de lombrices, o sea entre mil y cinco mil lombrices, que a su vez son capaces de comer dos kilos de materia orgánica por día”, explica.
“Cada vez se nota más la falta de agua en todos lados, así que volver a utilizar estos métodos naturales es una alternativa sustentable, fácil, rápida y económica, es una de las soluciones más antiguas del mundo”, expresa mientras agrega que las lombrices lo han llevado ya a muchos lugares, desde Buenos Aires a Perú: “En todos lados existe la necesidad de encontrar soluciones concretas a los problemas ambientales”.
A Daniel le interesa difundir las ventajas de este sistema, es por eso que todos los sábados por la mañana, los interesados en aprender más sobre compost y filtros biológicos están invitados a llevar sus residuos orgánicos (restos de frutas y verduras, ramas, hojas) a la sede de Punto Lombriz e informarse sobre cómo funcionan estos mecanismos. “Hoy Punto Lombriz es un punto de encuentro”, dice con orgullo. “Es un lugar donde se pueden compartir ideas y experiencias, no sólo desde lo técnico, sino desde la vida misma”.