Si algo hay que reconocerle al nuevo ministro de Economía, Sergio Massa, es su astucia para moverse en el tablero de la política. En el caso de su relación con la Mesa de Enlace, la facilidad con que el tigrense está imponiendo una agenda sumamente acotada y más beneficiosa para el gobierno que para los propios productores es notable. Pero este viernes irrumpió un oportuno comunicado de CRA que al menos planteó cierta molestia con este estilo de gestión, más pendiente de los medios que de otra cosa.
Veamos. Llegó Massa y planteó la necesidad de reunirse con la Mesa de Enlace. Lo hizo casi en secreto y escuchó los reclamos históricos de parte de los dirigentes de la Mesa de Enlace, que suelen pasar siempre por los mismos tópicos: el impacto de las retenciones, la brecha cambiaria y las intervenciones estatales sobre los mercados agropecuarios. La cuestión del atraso cambiario que afecta a todas las actividades productivas también estuvo presente. Luego de escuchar, el flamante ministro pidió un plazo de diez días para responder a esos planteos.
La respuesta nunca llegó. O mejor dicho, llegó en pequeñas cuotas y con estratagemas extraídas del manual del buen massista. El secretario de Agricultura, el entrerriano Juan José Bahillo, fue desarmando la expectativa inicial respecto de muchos de los puntos planteados por los dirigentes rurales: que no se iban a terminar los cupos de exportación de carne, trigo y maíz; que todavía no se podían discutir las retenciones pendientes, y otros etcéteras. ¿Si no podemos discutir casi nada, qué discutimos?
Luego, esta misma semana, el siempre escurridizo presidente de Coninagro, Carlos Iannizzotto, preparó el terreno para que Massa y Bahillo mantuvieran viva la expectativa política respecto de anuncios para el campo: En ese almuerzo, realizado al margen de la Mesa de Enlace, se habló de mantener un cupo ampliado para el corte del gasoil con biodiésel y se siguió meneando la posibilidad de mejorar el llamado “dólar soja”, que es un instrumento financiero para que los productores de ese cultivo eleven algo sus ingresos si aceptan desprenderse del grano que todavía conservan en silobolsas.
Ahí aparecen entonces las virtudes de los operadores mediáticos de Massa y las torpezas de los dirigentes rurales: la impresión ante la sociedad es que el nuevo ministro -con esas dos medidas- estaría dando respuesta a los reclamos del agro.
Es cosa de no creer, porque ambas medidas benefician más al gobierno que a los productores y parten de la misma problemática: la escasez extrema de dólares que tiene el Estado en su poder para manejar la economía. El mayor uso de biodiésel -que ni siquiera se está cumpliendo- apunta a reducir el uso de las divisas del Banco Central destinadas a la importación de hidrocarburos. Tentar a los productores de soja con un placebo para que vendan rápido la cosecha que todavía retienen apuntan a recomponer las reservas de propio BCRA.
Hay que ser medio tontuelo para no darse notificado de este asunto.
Frente a esta evidente trampa dialéctica (Massa terminará anunciando supuestas medidas para el agro que en realidad parten de una necesidad del gobierno), parecía increíble la falta de reacción de los dirigentes rurales, entrampados una vez más entre sus necesidades de mantener habilitadas las vías de negociación o expresar el malhumor reinante entre los productores, finalmente sus representados.
A veces, y es triste decirlo, parecen medio infantiles los dirigentes rurales. Esto más allá de las dobleces que ofrecen algunos de ellos. El caso de Ianizzotto no merece mayor análisis: sus desbocadas ganas de aparecer frente a las cámaras siempre resulta más útil a los funcionarios de turno que a la supuesta representatividad colectiva que debería ejercer la Mesa de Enlace.
En este contexto es que CRA (Confederaciones Rurales Argentinas) emitió este viernes un comunicado que intenta desarmar la previsible trampa que el massismo tendió a los dirigentes rurales, al recordarle al super ministro que en el campo no todo es soja. Pequeña verdad revelada, pero necesaria.
Luego de definirse como “una entidad profundamente federal” y dar cuenta de los rumores sobre una mejoría del dólar que cobrarían solo los productores sojeros que acepten vender sus granos en septiembre (el mecanismo ideado para tentarlos en agosto evidentemente no funcionó), CRA señaló que “de resultar cierta, la medida constituye un evidente agravio por trato desigual para el resto de los productores, que sin contar con este supuesto beneficio deben afrontar la venta de sus producciones mediante la liquidación de dólares al tipo de cambio oficial visiblemente retrasado, frente a las demás variables de la economía”.
Queda claro: esta entidad de la Mesa de Enlace recordó que con un tipo de cambio mejorado solo para los productores que acepten desarmar sus silos de soja, el ministro Massa solo alivia la situación del Banco Central, pero sin resolver los miles de trastornos que causa la brecha cambiaria entre los productores, sean estos de oleaginosas, flores o cazadores de liebres.
CRA fue más allá en este análisis y le recordó a Massa que “la totalidad de las economías regionales, cuyas producciones se exportan, se encuentran relegadas y con severos daños económicos, por la persistencia del Gobierno en sostener un tipo de cambio, notablemente inconsistente, con brechas superiores al 100% de aquellos tipos de cambio con el que se forman los costos de su producción”.
Queda claro: el tipo de cambio oficial (que determina la mayor parte de los ingresos del productor) y su distancia con el paralelo (con el que se guían la mayor parte de los costos) no es un problema de la soja. “Es un problema que tiene toda la producción del campo”, enfatizó la entidad.
Así las cosas, parece que no todos los dirigentes agropecuarios están dormidos o anestesiados por la irrupción massista y sus múltiples balas de fogueo. Alguno comenzó a despabilarse.
“La necesidad de ingreso de divisas del Banco Central no puede generar un trato injusto y desigual, entre productores de soja y el resto de las economías regionales. Es tiempo de terminar con los parches y generar desde el Estado, las condiciones macroeconómicas, generales, estables e igualitarias, para que el sector primario crezca y reciba el precio justo de su trabajo”, sostuvo CRA. Y enfatizó: “El tipo de cambio oficial, no es un problema de la soja, es un problema que tiene toda la producción del campo”.