Gabriel Rubinstein será el profesional que acompañará a Sergio Massa en el Ministerio de Economía para gestionar la agenda técnica, mientras que el ex diputado será el encargado de intentar negociar políticamente la instrumentación de las medidas por tomar.
Rubinstein, economista recibido en la Universidad de Buenos Aires que será designado en los próximos días secretario de Programación Económica, fue parte del gobierno de Néstor Kirchner, dado que entre 2002 y 2003 integró el equipo encargado de renegociar la deuda pública del Estado nacional con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y acreedores externos. Posteriormente, en 2005, fue representante del Ministerio de Economía ante el Banco Central (BCRA). Desde 2006 a la actualidad se dedicó a la actividad privada como consultor económico.
El pasado 31 de julio, cuando estaba en plena negociación con Massa para pasar a asumir el cargo de viceministro de Economía, Rubinstein ofreció una entrevista en el canal TN en la cual expuso con gran claridad cuál es el programa económico que tiene entre manos.
“Lo importante en el corto plazo sería terminar con el desequilibrio fiscal”, sentenció. “Argentina se quedó sin financiamiento y cuando no tenés financiamiento, no tenés más remedio que no gastar más de lo que te entra”, afirmó Rubinstein.
“Los gobiernos no muy responsables, por ponerlo livianito, emiten (dinero) y eso podés hacerlo cuando la inflación es muy baja, pero cuando la inflación está como ahora, ese recurso se murió también; no podés echar más nafta al fuego. La inflación funciona como un impuesto que te erosiona todo el tiempo el valor de la moneda”, remarcó el economista.
“El ajuste ya existe. La diferencia entre el ajuste civilizado y el ajuste no-civilizado es que nosotros estamos en el ajuste no-civilizado, que es la idea de cobrar un gran impuesto inflacionario porque eso es más fácil políticamente”, agregó.
Está claro que el objetivo número uno del nuevo viceministro de Economía será liquidar la inflación o al menos estabilizarla en un nivel controlable. Ahora bien, ¿cómo piensa hacerlo? “Cuando hablamos de ajuste fiscal, lo que decimos es que queremos menos impuesto inflacionario, pero más impuesto a lo que vos quieras, si querés, a la renta inesperada, a las retenciones, o bajamos los gastos; también está el tema de las tarifas. Con lo cual lo tenés que decidir: es una cuestión política y no económica”, apuntó.
Es decir: si bien Rubinstein considera que es necesario contener el gasto, deja abierta la puerta para eventuales aumentos de la presión tributaria y esa noticia no es precisamente la mejor para el agro.
El gobierno ya tiene lista una nueva herramienta para aplicar un “impuestazo” al sector agropecuario
“Ahora le saco a todo el mundo por el impuesto inflacionario y de hecho los pobres lo pagan más, porque es muy regresivo; lo calculé en 6000 pesos por mes que cada argentino votante paga de impuesto inflacionario. Y si quiero terminar con eso, le tengo que sacar el plan a éste o tengo que bajarle la jubilación a otro o tengo que bajarle la obra pública a tal tipo o tengo que bajarle a las provincias. Si la política no es administrar esas cosas, no es nada. El núcleo de un programa tiene que ser el equilibrio fiscal”, comentó.
El hecho de que Massa –una persona sin ninguna formación en la materia– asuma como ministro de Economía se explica por esa razón: tendrá que negociar con integrantes de la coalición gobernante (fundamentalmente el kirchnerismo) y los gobernadores un ajuste del gasto público en un período electoral, dado que en 2023 Argentina tiene elecciones presidenciales.
“En la parte cambiaria puede ser que tengas el plan A, el B o el C; no es un único plan, pero al final del camino deberían unificar el tipo de cambio y cuando se hace eso, si querés desacoplar los precios (internos) podés tener retenciones; si querés que la gente no vaya tanto de turismo (externo), le sacás un impuesto al turismo; si querés que la gente no atesore dólares, le ponés un impuesto; pero tenés un dólar único”, resaltó.
El criterio, entonces, es terminar con el cepo cambiario que genera las cada vez más dañinas “retenciones cambiarias” e intervenir la economía, en caso de ser necesario, por medio de impuestos directos.
“Lo notable es que esa economía la tenía Néstor Kirchner (en su primera presidencia) con un dólar único, superávit fiscal y, por lo tanto, superávit externo, dólar (por el tipo de cambio) alto, salarios relativamente bajos (medidos en dólares) y la economía crecía cinco, seis, siete por ciento anual y la inflación era el 5% anual; yo estuve ahí porque estuve con (Roberto) Lavagna trabajando. O sea era una economía macroeconómicamente virtuosa”, recordó.
Los países exitosos cuidan sus cuentas fiscales. Algunos se dan el lujo de vivir en déficit, cuando cuentan con financiamiento asegurado a bajo costo (caso emblemático, USA). Nosotros queremos darnos el lujo de no cuidar las cuentas fiscales, y así nos va https://t.co/KeV26Rutrh
— Gabriel Rubinstein (@GabyRubinstein) July 18, 2022
“La lógica más elemental es que uno pague lo que salen las cosas. Ahora estamos pagando el 25-30% de lo que sale la energía. Tenés que bajar, ponele, tres puntos de déficit fiscal y cerca de la mitad lo deberían dar las tarifas y salir de ese mito de que no podés aumentar las tarifas. Las provincias reciben 6,0 a 6,7% del PBI por arriba de la coparticipación (federal) ¿Con qué necesidad? Y además las provincias están mejor que la Nación. No hay ninguna necesidad y es arbitrario”, afirmó.
Tal como adelantó Massa en su primera conferencia de prensa como ministro de Economía, el plan contiene un sinceramiento de las tarifas. Y tiene por delante una difícil negociación con los gobernadores de las provincias gestionadas por justicialistas y, muy especialmente, kirchneristas, como es el caso del bonaerense Axel Kicillof.
“Si decide Massa que no puede eliminar el déficit fiscal, ni siquiera lo puede bajar mucho, y solamente se contenta con cumplir con (el acuerdo con) el FMI, que es una ‘vara baja’, bueno, yo diría que vamos a estar con inflaciones no tan altas del 4-5% mensual en unos meses, o sea, un alivio con respecto a lo que es ahora y terminaría el mandato en 2023 dignamente en función del riesgo cierto de hiperinflación”, proyectó, con bastante optimismo, Rubinstein.
“Igual les va a tener que decir a las provincias que bajen el gasto, algo va a tener que hacer con las tarifas, con la obra pública, porque eso es necesario para cumplir con las metas asumidas con el FMI”, remarcó.
“Tienen que ponerse las pilas desde la política con un buen plan económico, un buen equipo y pensemos que (Massa) tiene capacidad de acción y apoyo político. Y si un gobernador chilla, decirle ‘flaco, es así la cosa’. Y si no tienen capacidad política, bueno, nunca vamos a poder solucionar el problema”, resumió.
En concreto: la dupla Massa-Rubinstein tiene una clara intención de ordenar la economía para posicionarse políticamente con miras a las elecciones presidenciales de 2023. Por supuesto, para poder concretar su plan necesitan el apoyo de Cristina Fernández de Kirchner y de los gobernadores, algo que está por verse.