El conflicto ruso-ucraniano generó una oportunidad comercial que el complejo girasolero argentino pudo aprovechar, aunque el mayor desafío que tiene el país se presentará en los próximos años.
“El aceite de girasol lideró el proceso de desarrollo exportador en la primera mitad del 2022, pero podríamos haber hecho mucho más porque, como cadena de valor, no estábamos preparados para dar respuesta a un hecho extraordinario como el ocurrido en Ucrania”, explicó hoy Gustavo Idígoras, presidente de la Cámara de la Industria Aceitera (Ciara), durante el Congreso Anual de Asagir realizado en la ciudad de Buenos Aires.
Idígoras explicó que la salida de Ucrania del mercado internacional de aceites vegetales generó una catarata de pedidos de aceite de girasol argentino en muchas naciones que hasta comienzos de este año se abastecían con proveedores ucranianos.
“La proyección de crecimiento de superficie de girasol en la Argentina para este año, que es del 25% (respecto de 2021), tal vez sea menor a la necesaria para poder abastecer a la demanda potencial que tenemos”, apuntó Idígoras.
“Hasta comienzos de este año, los importadores evaluaban riesgo logístico, precio y confianza en el proveedor para realizar compras de productos agroindustriales, pero hoy evalúan si el país está o no en una zona de conflicto bélico y, en este nuevo escenario, el riesgo político argentino quedó mucho más abajo en la lista de exigencias de los compradores; nos ven mucho ‘más lindos’, incluso algunos para los cuales apenas meses atrás no existíamos”, añadió.
El presidente de Ciara explicó que, una vez finalizado el conflicto bélico presente en el Mar Negro (algo que parece lejano a la fecha), Ucrania necesitará cuatro a cinco años para reconstruir su infraestructura agroindustrial.
“Por una situación excepcional y lamentable, tenemos en los próximos años una oportunidad para posicionarnos en el mercado internacional como un gran proveedor de aceite de girasol”, remarcó Idígoras.
Sin embargo, el referente de la industria aceitera indicó que el país requiere mejoras competitivas para poder estar a la altura de los acontecimientos, tales como eliminar las distorsiones generadas por la intervención instrumentada por medio del denominado “fideicomiso aceitero”.
“En febrero de este año la Secretaría de Comercio nos forzó a reeditar el fideicomiso aceitero para que podamos seguir exportando aceite de girasol. Fuimos entonces a una reunión con Comercio, un día viernes, con una serie de propuestas y ese día el valor (FOB) del aceite de girasol era del orden de 1300 u$s/tonelada. Pero el lunes (luego de la invasión de Ucrania) el precio había subido a 2350 u$s/tonelada y eso implicó una pérdida de 60 millones para la cadena de girasol”, recordó Idígoras.
Eso porque el monto total que debe recaudar el fideicomiso en el presente año –190 millones de dólares– ya no resultaba entonces suficiente para compensar el precio mayorista máximo del aceite de girasol envasado, el cual desde 2021 es determinado por la Secretaría de Comercio.
En marzo de 2023 se realizará en la Argentina el Congreso Internacional de Girasol, donde se reunirán representantes de los principales importadores mundial del producto. “No lleguemos a marzo del año que viene para escribir la hoja de ruta que necesitamos como cadena de valor para poder crecer; trabajemos juntos en el tema desde ahora”, solicitó Idígoras.