En las últimas horas, en esta Argentina de la frazada corta, la nueva titular del Ministerio de Economía, Silvina Batakis, aseguró que no faltarán dólares a valor oficial para asegurar la importación de los fertilizantes que se necesitan para llevar adelante la actividad agrícola. El país, en este rubro, es cada vez más dependiente de los insumos de origen importado. Oficialmente se estimó que la demanda de fertilizantes importados podría crecer este año de 3 a 7%.
Un informe del Ministerio de Agricultura confirmó que la Argentina es absolutamente dependiente de la oferta importada de fertilizantes, simplemente porque no los produce para abastecerse y porque además los consume cada año más.
Para tener dimensión de este consumo creciente, vale decir que en 2012 el consumo de fertilizantes fue de 3.140.471 toneladas y en el año 2021 se alcanzaron las 5.600.000 toneladas. La demanda creció 78% en una década. En los últimos cinco años se sintió todavía más, pues el mercado creció a tasas chinas del 9,3% anual.
No es una adicción ni mucho menos. Se trata de un rasgo de mayor sanidad. Los agricultores de todo el mundo fertilizan porque quieren obtener mayores rendimientos pero además porque de ese modo reponen los nutrientes que se van del suelo con cada cultivo. Entonces cuando pueden invierten en ese capítulo.
“El incremento sostenido en la demanda de fertilizantes se debe a los buenos precios de las commodities agrícolas a nivel internacional y a un constante aumento del área sembrada en trigo y maíz (casi el 70% del abono se destina a estos cultivos). Otro factor que influye en la decisión de invertir más en la nutrición de los suelos es el margen de rentabilidad de cada cultivo”, establece el informe oficial.
Aclarado esto, lamentablemente el volumen de producción nacional de fertilizantes no sigue la curva de crecimiento de la demanda, y “se mantiene constante durante los últimos diez años con variaciones poco significativas”.
Así, la producción local llega a cubrir en el mejor de los escenarios solamente 40% de los fertilizantes requeridos. La capacidad productiva local está funcionando al 100%, y su volumen es de aproximadamente 1.895.000 toneladas al año. De estas, 1.280.000 toneladas corresponden a fertilizantes nitrogenados (la famosa urea), 450.000 toneladas a fosfatados, 158.600 toneladas a azufrados y 2.400 toneladas a potásicos.
El crecimiento en la demanda se concentra en dos grupos de fertilizantes, los nitrogenados y fosfatados. Estos representan aproximadamente el 94% tanto del consumo como de las importaciones.
A nivel nacional, la producción de fertilizantes es realizada por tres empresas principales: Profértil (abasteciendo el 34% de la demanda de UAN y Urea), Bunge y ACA (ambas ampliaron su producción de fosfatados tras la compra de Mosaic). Hay inversiones largamente demoradas que podrían mejorar la producción nacional, como la construcción de una segunda planta de Profértil en Bahía Blanca, que podría “duplicar la producción actual en nitrogenados”.
Pero, por ahora, más del 60% de los fertilizantes proviene del exterior. Y para colmo en 2021, en comparación con 2020, se registró un aumento del 24% en el volumen llegando de afuera, que trepo a 4,5 millones de toneladas. Por efecto de una fuerte suba de los precios, este flujo de importaciones demandó la friolera de 2.300 millones de dólares, una cifra 126% superior a la campaña anterior.
Los aumentos de precios internacionales, según el trabajo de la Subsecretaría de Mercados Agropecuarios, se desencadenó por varios factores: 1) Aumento de la demanda internacional (por buen precio en commodities agrícolas), 2) Recortes en la oferta, 3) Inflación mundial y 4)Encarecimiento de fletes marítimos. A esto hay que sumarle el impacto de la guerra entre Rusia y Ucrania. Por suerte, en las últimas semanas el costo de estos insumos ha comenzado a moderarse.
El fertilizante importado provino el año pasado de 50 países. Pero el 72% del volumen importado está concentrado en cinco: Egipto, China, Rusia, Marruecos y Estados Unidos. La mitad de esos embarques llegan a los puertos de San Nicolas y Ramallo, y un 20% en el sur de la provincia a los puertos de Necochea y Bahía Blanca. El 30% restante es recibido en los puertos de Timbues y San Lorenzo, cerca de Rosario.