Mucho tiempo ha pasado de aquellas idas y vueltas entre representantes del gobierno y miembros del Consejo Agroindustrial Argentino (CAA) para consensuar una Ley de promoción agroindustrial, que luego de muchos cabildeos quedó por demás recortada de sus ambiciones iniciales. Incluso ya se han ido un par de ministros que la apoyaban, como Martín Guzmán.
José Martins, presidente de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires y coordinador de ese espacio formado por más de 60 instituciones de la cadena agroalimentaria, fue partícipe de todo este trabajoso proceso que, finalmente, no condujo por ahora a nada. Aún así, se mantiene optimista y afirma que todavía hay lugar para que el milagro ocurra y el Congreso convierta ese proyecto consensuado en una ley.
“Lo que terminó yendo al Congreso es algo lavado. De todo eso, el sueño que se tenía de la carga impositiva, la infraestructura, la conectividad, las relaciones internacionales, quedó solo algo que tiene que ver con el estímulo a inversiones. Ahora bien, hoy es la gran oportunidad, con un Congreso que tiene paridad de fuerzas, de volver a ponerle todo aquello que quedó en el camino. Y en ese sentido es que venimos trabajando con los diputados de la oposición y con el oficialismo en algunos retoques. Creo que estamos frente a una ley que va a servir por dos cosas: por lo económico y para generar un poco de confianza”, dijo Martins a Bichos de Campo.
“Lograr sacar algo que estimule al agro puede ser un pequeño hito que nos permita seguir construyendo, primero desde adentro y después hacia la política”, agregó el coordinador del CAA.
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-El agro y el gobierno nunca logran puntos de encuentro y equilibrio. Parecen vivir en dos países distintos. ¿A vos te da la misma sensación?– le preguntamos.
-El gran trabajo que tenemos que hacer desde el sector es convencer a la política y a los políticos que necesitamos una Ley Agroindustrial que esté grabada en piedra y no que cambie según el signo político. Hay cosas que no se pueden tocar y está visto que todos los políticos lo han hecho. El desafío es primero convencernos dentro de la cadena de que tenemos que unirnos.
-¿Vos tenés esperanzas en el proyecto? ¿Tiene sentido todo el esfuerzo?
-Sí. Te diría que no solo esperanza, soy terriblemente optimista. Primero por el grupo que logramos formar dentro del Consejo, después de aquellos ruidos que hubo donde se alejaron algunas entidades. Hoy se consolidó un grupo y estamos trabajando en planes concretos que tienen que ver con un proyecto de país para los próximos cuatro años, que le podamos presentar a todas las fuerzas políticas. Si logramos esta ley y después de ella empezamos a poner otras pequeñitas cosas, el cambio viene. Por supuesto que no es la velocidad que nos gustaría, pero paso a paso.
-¿Y qué pasa si no viene el cambio? ¿Y si el agro sigue llevándose a las patadas con la policía?
Yo creo que no hay lugar, no podemos ser tan necios. Ya hoy estamos perdiendo una oportunidad fantástica. Seríamos estúpidos si hoy perdemos la oportunidad. El mundo demanda energía, alimento. Tenemos todo y no estamos haciendo nada, con lo cual creo que estamos en un punto tal de nuestro país que, como decía Serrat, solo nos queda crecer. Yo soy optimista.