El área agrícola ocupada por cultivos transgénicos o genéticamente modificados (OGM) a nivel global creció un 3% en 2017 respecto del año anterior, y llegó a 189,8 millones de hectáreas. La Argentina, en el mundial de adopción de esa tecnología, sigue tercera cómoda detrás de Estados Unidos y Brasil. con 23,6 millones de hectáreas, el 12% del total.
Los datos surgen del relevamiento que todos los años realiza el Servicio Internacional de Adquisición de Aplicaciones de Agrobiotecnología (ISAAA, por su sigla en inglés), la organización que más promueve la adopción de este tipo de semillas modificadas a nivel internacional.
Para dar una dimensión del área ocupada con transgénicos en todo el globo, una comparación posible es decir que equivale a seis veces la superficie para granos de la Argentina, que se ubica en unas 32 millones de hectáreas.
Estados Unidos, con 75 millones de hectáreas sembradas entre soja y maíz, y Brasil, que ya llega a 50 millones de hectáreas, son los países con mayor presencia de transgénicos en su agricultura. El primero inauguró esta etapa histórica de la agricultura mundial en 1995, con la soja RR resistente al glifosato. La Argentina lo hizo un año después y durante mucho tiempo ocupó la segunda posición en este mundial, hasta que hace tres o cuatro años fue desplazada por Brasil al tercer puesto.
Canadá, India, Paraguay, Pakistán, China, Sudáfrica, Bolivia y Uruguay son otros países que tienen más de 1 millón de hectáreas sembradas con OGM. En Latinoamérica, que picó en punta en materia de biotecnología agrícola, también hay cultivos modificados (en especial soja y maíz) en Costa Rica, Colombia y Chile. En Europa, que durante años se opuso y todavía se opone a este tipo de tecnologías, solo hay siembras en España y Portugal.
Como es habitual, el relevamiento del ISAAA viene acompañado de una prolífica “bajada de línea” a favor de estas innovaciones. Este año, además del crecimiento de la superficie ocupada con OGM, se destacó que “la continua expansión de las tecnologías ofrece también características que mejoran la calidad nutricional y que pueden ayudar a contrarrestar el efecto negativo que puede tener el cambio climático en algunos cultivos”.
¿Por qué? la organización dijo que hay estudios que demuestran que el cambio climático “podría reducir de manera considerable el contenido de proteína, zinc y hierro de los cultivos básicos, lo que pondría a 1,4 mil millones de niños en riesgo de presentar deficiencias significativas de hierro hacia el 2050”. Frente a ese peligro, el ISAAA destacó que “hay muchos desarrollos realizados en instituciones públicas con el objetivo de mejorar la calidad nutricional de diversos cultivos, como arroz, banana, papa, trigo, garbanzo, guandú (un tipo de poroto)”.
El presidente del Consejo Directivo de ISAAA, Paul Teng, elogió además “la reciente producción de cultivos transgénicos de última generación, como manzanas y papas que no se oscurecen ni deterioran, el ananá súper-dulce enriquecido con antocianinas, el maíz con mazorcas de mayor biomasa y altos niveles de amilosa, y la soja con contenido modificado de aceite, además de la autorización para comercializar caña de azúcar resistente a insectos”.
Pese a estos avances en otros rubros, las variedades de soja transgénica ocuparon el 50% del área total con OGM en todo el mundo. Considerando el área total destinada a cada cultivo, en 2017 el 77% de la soja era transgénica, lo mismo que 80% del algodón, el 32% del maíz y el 30% de la canola.
En 2017, un total de 67 países usaron cultivos transgénicos, aunque solamente se sembraron en 24 países. De estos últimos, 19 fueron países en desarrollo y solamente 5 países industrializados. Otros 43 países que no los siembran sí autorizaron la importación y uso de transgénicos para alimentación humana y animal o para procesamiento.
Por otro lado, esta semana se presentó otro estudio pro-transgénicos llamado “Impactos socioeconómicos y ambientales de los cultivos genéticamente modificados entre 1996 y 2016”, elaborado por PG Economics. Esa consultora calculó que a partir de los cultivos modificados se obtuvieron ganancias de 186.000 millones de dólares distribuidas entre unos 17 millones de agricultores en todo el mundo.