Elba Rocco es maestra normal y profesora de bordado que elabora bellísimos tapices de modo artesanal, oriunda del barrio de Villa Urquiza, en Buenos Aires. “Me especialicé hace 30 años en casi todas las técnicas de bordado, desde las rositas rococó hasta las puntadas de alfombras. El bordado es un anexo del oficio o arte textil. Las mujeres de nuestro Noroeste bordan sus tejidos en telar. El bordado es apasionante y de las artes más antiguas”, explica esta mujer menuda de estatura física, aunque enorme en su personalidad multifacética y de espíritu pionero.
Es fundadora de A.B.A., Asociación Bordadoras Argentinas. Su padre había nacido en la ciudad de 25 de Mayo, a 250 kilómetros de la Capital Federal, de modo que le supo transmitir las costumbres criollas y el gusto por el folklore. A esa tierra supo regresar siempre, donde le quedaron familiares y amigos. “Mis padres eran gente de campo, que se criaron escuchando rancheras, a Magaldi, a Tormo. Recuerdo que las cantaba mi mamá. Mi papá le hacía algún bordoneo a la guitarra”, dice.
“Yo tenía apenas 12 años e integraba el coro de mi escuela. La profesora del coro, seleccionó a tres, incluida yo, y formó un trío folklórico, ‘Las Torcacitas’. Llegamos a cantar de modo estable, durante un año, todos los domingos, en un famoso programa de Héctor Gaitero, en Radio Splendid, que conducía Augusto Bonardo. Después, en la secundaria, empecé a cantar en el coro de la escuela y la profesora de música me seleccionó como primera voz para formar un cuarteto con tres varones, el grupo ‘Amancay’. Grabamos el disco ‘Argentina maravillosa’, con poesía de una maestra y música compuesta por alumnos. Se fueron yendo los integrantes y volví a formar Amancay, pero en dúo con el Negro Carlos Ochoa, haciendo entonces, canciones folklóricas tradicionales. En 1975 me casé con un hombre que tenía tres hijas y tuve que dejar de cantar”, cuenta Elba.
Con los años, Elba enviudó y llegó el año 2006, cuando decidió dejar la gran urbe e irse a vivir a 25 de Mayo. Mientras buscaba algún lugar estable, se instaló en casa de una tía. Lo primero que hizo fue crear un taller de bordado gracias a que la Casa de la Cultura de esa ciudad la recibió con entusiasmo. A fin de año organizó una muestra de lo aprendido por sus alumnas culminando la misma con una peña folklórica. En la misma, cantó Gustavo Ravettino, un peón general de campo, proveniente de Valdés, un pueblo de 900 habitantes, a 14 kilómetros del paraje Islas. A Gustavo se le notaba su sangre originaria de la tribu de los Valdés, en su pelo y en su nariz, pero también su mestizaje, en su tez blanca y en sus ojos claros. Elba ya lo conocía de haberlo visto domando potros. Ambos se escucharon cantar esa noche y empatizaron. Al día siguiente Gustavo la fue a ver y le propuso cantar juntos. Ella aceptó y crearon el dúo ‘Tissana’, con la intención de significar que su canto es un bálsamo, como la bebida sanadora –la tisana-, fruto del hervor de varias hierbas, pero en este caso, para el alma. Empezaron a darse el gusto de cantar en fiestas y peñas de todo el partido.
Elba comenzó a extender sus talleres replicándolos en los nueve pueblos del partido de 25 de Mayo, ubicados a lo largo de 165 kilómetros: Del Valle, Norberto de La Riestra, Agustín Mosconi, San Enrique, Valdés, Pedernales, Ernestina, Gobernador Ugarte y Lucas Monteverde. En todos fue enseñando a bordar y además cantaba con su dúo Tissana y enseñaba a bailar folklore a los chicos, para los actos de las escuelas.
Así fue como llegó a conocer el paraje Islas, a 25 kilómetros al sur de la capital del partido, por camino asfaltado. El mismo conserva su vieja y bellísima estación de ferrocarril, construida a partir de 1889 e inaugurada en 1903, pero en ese momento, abandonada, desde que en los años noventa no pasó más el tren. Hace diez años, aún conservaba su estructura original, si bien había sufrido diversos actos de vandalismo. A su lado, aún estaba la casa que había sido del jefe de la estación.
En 2014 Elba decidió presentar un proyecto en la municipalidad de 25 de Mayo para reciclar aquella vieja estación y aprovecharla para crear un centro cultural, con diversas actividades, talleres y demás. Pero alguien debería cuidar el lugar, del vandalismo, por lo que también propuso que le cedieran la vieja casa del jefe de la estación para instalarse a vivir, claro está, después de reacondicionar todo. Pues le concedieron ambos lugares y puso manos a la obra. El 15 de marzo de 2015 nació el Centro Cultural Islas, donde comenzó a dar clases de bordado y a armar otros talleres con profesores de la zona. Y se fue a vivir a la vieja casa contigua.
La estación Islas se distingue por tener un enorme monte de cañas de tacuara. Poco a poco a Elba se le fue ocurriendo, junto a Gustavo, que podría animarse a crear una fiesta folklórica. Finalmente lo concretó un tercer domingo de marzo, porque es la fecha que conmemora la inauguración del Centro Cultural Islas. La llamó “Fiesta de la Caña Tacuara”. Hoy llevan realizados seis festivales, con espectáculos, feria de artesanos, carrera de sortijas, prueba de riendas. Se arman bailes folklóricos, y en el último, cantó la prestigiosa mendocina Mónica Abraham, acompañada de Jorge Giuliano, quien fue el último guitarrista de Mercedes Sosa y supo integrar el grupo Los Andariegos. Convocaron al renombrado bailarín santiagueño Peque Coria, para animar los bailes de danzas nativas.
La fiesta es muy familiar, aproximadamente de 11 a 21, con comidas regionales, asado y tortas fritas. Es muy lindo ver cómo se mezcla la juventud ciudadana con los paisanos del campo. Como Elba coordina todo, no expone sus trabajos de bordado. En el último festival asistieron unas 2000 personas a ese paraje de apenas 30 habitantes, e irá creciendo año a año. Se creó una Asociación (Civil) de Amigos, de la cual Elba es la presidente. A través de esta ONG organizan eventos todo el año. También llevan 8 años organizando la Fiesta de la Pachamama o Madre Tierra, los terceros domingos de agosto.
El Centro Cultural Islas fue declarado Espacio de Bordadoras en Comunidad y se realizaron jornadas de bordado en torno a la historia de la gran poeta chilena, Violeta Parra. A Elba lo que más le gusta es enseñar y cada día se le ocurre un nuevo proyecto comunitario.
Hoy, dos de sus hijastras viven en 25 de Mayo, una es química y da clases en escuelas rurales. La otra es arqueóloga y justamente ahora está creando un museo arqueológico en el Centro Cultural Islas. Una vez por mes, Elba regresa a la gran urbe, concretamente a San Isidro, a dar clases en el taller de su amiga, la profesora de telar,
Belén Gómez, quien dice de ella: “Nadie sabe de dónde saca Elba una puntada más y crea una nueva maravilla”, lo que bien se puede tomar no sólo para su arte textil sino para su capacidad de generar tanta belleza en un páramo, como era la estación Islas. En su Centro Cultural Islas, comienza sus talleres a partir de la hora 16, con mate de por medio y piensa que la vida se teje y entreteje a diario, con diversos hilos, incluso con los del alma, que “traman” amistades con las que se confeccionan sueños populares, comunitarios, para que el mundo sea mejor y más bello, y la gente, más feliz.
Elba nos quiso dedicar Zamba del carnaval, de Gustavo “Cuchi” Leguizamón, interpretada por ella y Gustavo, en su dúo Tissana.