Seguramente los colaboradores del ministro de Agricultura, Julián Domínguez, se ofenderán (again) con Bichos de Campo por el título de esta nota. Pero hemos decidido escribir con honestidad brutal, acaso molestos por la gran cantidad de veces que se anunciaron planes ganaderos que luego no se cumplieron, acaso hastiados del manoseo que se intenta hacer de la opinión pública, acaso molestos de cómo los gobernantes acomodan el discurso a su conveniencia: suelen hablar del bien común, pero finalmente solo obtienen provecho personal y político.
Si no estuviéramos tan molestos con la repetición decepcionante de la historia nuestro título debería haber sido: Domínguez anunció un plan ganadero que apunta a incrementar en 600 mil toneladas (un 20%) la producción de carne vacuna en 2030.
Pero no, estamos curados del espanto. Y no creemos que eso vaya a suceder, al menos con los anuncios (ricos en enunciados, pero muy pobres en cuanto a medidas concretas) que pudimos ver en esta conferencia de prensa que le compartimos, como para que cada uno saque sus propias conclusiones:
La daremos la nuestra. El ministro y su equipo de funcionarios presentaron en sociedad este llamado Plan Ganar, luego de una semana de haber filtrado el documento anticipadamente a algunos medios de comunicación (como para generar suspenso) y tras una reunión el martes con los ministros de algunas provincias ganaderas (Entre Ríos, Corrientes, Santa Fe, Córdoba, Buenos Aires y La Pampa), los sindicalistas del sector frigorífico (no los de la UATRE, que no trabajan en ganadería), representantes del IPCVA y -según dijo el mismo ministro- el “titular de la cadena de la carne”. Entendemos que se refería a Dardo Chiesa, coordinador en realidad de una Mesa de las Carnes que no logra reunirse hace mucho.
Desde el vamos ya empezaron a hacernos ruido algunas cosas: el ministro argumentó que este plan ganadero había sido uno de los reclamos centrales de las entidades de la Mesa de Enlace, pero sus dirigentes y técnicos no fueron invitados a la reunión y sí participó Chiesa, un ex presidente de CRA al que sus propios ex compañeros de ruta en las entidades rurales le han pedido dar un paso al costado, pues lo ven más cerca del gobierno que de la propia Mesa de Enlace.
Pero eso es solo un detalle, poco importante. Lo que importa realmente es la sustancia del plan y su eficacia. Es obvio que la producción argentina está estancada desde hace años, que las exportaciones han crecido (o se han recuperado, mejor dicho), y que la variable de ajuste ha sido el consumo de carne de los propios argentinos. Es obvio que se necesita de un programa de estímulos para la ganadería, y que ese plan debería apuntar a mejorar los indicadores productivos. Lo dice Domínguez y en esto tiene razón: la Argentina necesita un plan para tener más oferta de carne y poder hacer frente a una demanda creciente, si ya no es desde el mercado internacional de los propios argentinos, ya que cada años se suman 420 mil bocas nuevas por alimentar dentro del país.
Las metas del plan (o los modos propuestos para elevar la producción de carne un 20%) también son archiconocidas, porque figuran en todos los planes ganaderos que se lanzaron sin éxito anteriormente, incluyendo los muy recordados PEA (tuvo varias reediciones) que el propio Domínguez mandó redactar entre 2009 y 2011, y que jamás llegaron a aplicarse porque Guillermo Moreno y Ricardo Echegaray (los supuestos malos de la película de aquel entonces), trababan las exportaciones de carne, manejaban los ROE a su antojo y a oscuras (como sucede ahora), deprimían artificialmente los precios internos de la carne y provocaban un efecto desaliento entre los productores que ni te cuento: si les daban un libro del PEA en aquel momento lo usaban para prender el fuego, por no escribir que muchos lo mandaron directamente al excusado.
Las dos recetas centrales que propone ahora Domínguez (que ahora parece antagonizar con Roberto Feletti) son las mismas que en aquel momento. Promueve subir la tasa de destete (la cantidad de terneros nacidos respecto del stock de madres), del 62% actual al 67%, ya que por cada punto porcentual que se gane la disponibilidad de hacienda crecería en 230 mil habitantes, equivalentes a 58 mil toneladas de carne. La otra receta eterna es elevar el peso promedio de faena, que ahora está en 229 kilos y debería alcanzar los 250 kilos en 2030. Obviamente implica lograr más cantidad de carne con el mismo número de bovinos faenados.
Así se llegaría a las 600 mil toneladas que promete este plan al final del sendero.
Lo particular, entonces, no son los objetivos (compartidos por todos) ni las recetas (compartidas por todos). Lo curioso es la notable ausencia de ideas concretas de esta nueva versión del plan ganadero, que parece más una marquesina para el lucimiento del propio ministerio y sus ocupantes que una estrategia productiva real y consistente.
“Es un plan vivo”, repitió el ministro varias veces, como para justificar que estas medidas concretas pueden llegar a aparecer con el paso del tiempo y con la interacción con las provincias, las universidades (Domínguez siempre se escuda detrás de ellas, aunque no se sabe en concreto qué aportan) y -otra vez- las entidades de productores que ya han salido a criticar la medida.
¿Qué medida novedosa está proponiendo este Plan Ganar? La verdad es que ninguna.
En principio, parece ser que el principal puntal de este programa será el financiamiento. Y esto es algo que ya se había anunciado hace varios meses sin que por ello hubiera una avalancha de pedidos ni mucho menos. De los 234 mil “ganaderos” que contabilizan en Agricultura (en realidad, en esa lista hay muchos que tiene un par de animales con Renspa y no deberían ser considerados como tales), en el Banco Nación y los otros bancos adheridos al Plan Ganar hay solamente 6.300 solicitudes de los ventajosos préstamos con subsidio de siete puntos en la tasa, lo que la ubica apenas por encima del… 40%. No parece ser esta una catarata de pedidos ni que haya un frenesí productivo. Y eso que se supone que hay disponibles 100 mil millones de pesos para este operativo que se anunció a fines de 2021.
Etchevehere quiere acabar con la media res y modernizar el comercio de carne en 2020
Bajo el pretenciosos título de “modernizar el comercio de carnes”, otra de las medidas que se buscó integrar en este plan es la prohibición de que la media res siga saliendo sin trozar de los frigoríficos o mataderos, que son 400 en el país. Es un viejo reclamo de los frigoríficos exportadores (a los que Domínguez denostó por quejarse de que no los dejan exportar), que así podrían ganar mayores porciones del mercado interno. Pero en realidad es también una norma de carácter laboral que está pendiente de aplicación desde hace por lo menos cuatro años. Incluso acaba de ser prorrogada por la gestión de Domínguez, porque hasta fin de 2021 casi ningún frigorífico había adaptado sus instalaciones para hacer el troceo de la media res que se requiere. Ahora hay un plazo para hacerlo que vence en noviembre, y que según las autoridades de Agricultura se respetará a rajatabla. Pero de los 400 lugares de faena habilitados, poco más de la mitad estarían en condiciones.
¿Qué otra medida provocará que los productores mejoren su tasa de destete y el peso de faena? No hay demasiado más en ese sentido. En las metas 2022/2030 del plan apenas se hace referencia concreta al lanzamiento de una “campaña de comunicación para el fomento de animales más pesados”. También se promete “realizar un estudio de mercado para determinar la dinámica de la carne bovina en el mercado interno”. Aleluya.
¿Y entonces? ¿Dónde estarán los estímulos para que los productores refuercen sus planes sanitarios, siembren más pasturas, preparen rollos, compren picadoras de maíz, seleccionen genética de punta y otros etcéteras que permitirían tener más terneros por zafra y novillos más gordos para enviar a los frigoríficos?
La verdad es que -en un gobierno que ha emitido dinero hasta el cansancio- pareciera ser que la única respuesta es la crediticia: los benditos 100 mil millones de pesos destinados a la ganadería bovina y los frigoríficos, que por ahora no tuvieron demasiada demanda y que también se lanzarán para las avícolas (el 12 de mayo Domínguez y Matías Kulfas tendrán su acto ad hoc en Entre Ríos, donde volverán a anunciar una nueva línea para construir granjas para albergar más pollos), los porcinos (que también tienen su propio plan de expansión) y hasta los ovinos.
“Quedó en claro que es un programa abierto, que aplicará lo que se requiere en cada región porque no hay un solo modelo ganadero en la Argentina”, explicaron los funcionarios de Agricultura, que ya habían lanzado el Plan Ganar en febrero pasado (en ocasión de los incendios en Corrientes), que lo vuelven a hacer ahora y que además planean hacer un acto de lanzamiento en cada una de las provincias, o al menos en las seis provincias que participaron del primer cónclave. Albricias, pues esto asegura una agenda nutrida de actos del ministro para las próximas semanas.
Y allí, rodeado de gobernadores y funcionarios básicamente de su mismo signo político, Domínguez tendrá la posibilidad de ensayar un histrionismo semejante al que desplegó en esta conferencia de prensa, cuando un periodista (Nico Razzetti, de Canal Rural y colaborador de Bichos de Campo), le preguntó dos cosas elementales:
1)Si era posible incrementar el consumo de carne vacuna con una población que presenta niveles de pobreza del 50%.
2) Si la pretensión de producir más carne vacuna no era contradictoria con las actuales limitaciones a las exportaciones que había impuesto el gobierno a partir de abril de 2021, y que todavía hoy administra el propio Domínguez con cupos máximos acordados con los frigoríficos.
“Como ministro peronista por supuesto que quiero que la gente consuma carne, en la medida de las posibilidades, porque forma parte de la tradición”, endureció su tono y su mímica el ministro de Agricultura, que además aclaró: “No somos los liberales que lo hacen (por abrir las exportaciones) a expensas del hambre de la gente. Tenemos una visión holística, absolutamente humanista”.
Varias veces enfatizó: “La Argentina va a exportar todo lo que está en condiciones de exportar”, dando a entender que continuarán las limitaciones a los embarques al menos mientras este sea el gobierno.
Es decir, que no hay que esperar demasiado estímulo para los productores por vía de los precios desde el lado de las flacas compras de una población empobrecida (como bien marcó Razzetti) ni de un mercado internacional que demanda mucha carne, pero del que la Argentina desistió participar al pleno de sus posibilidades.
Pero usted, estimado lector, igual confíe: el Plan Ganar ya está en marcha y seguramente resultará un éxito, la Argentina tendrá carne para todos y -como dijo Domínguez- para 2030 podrá producir 3,60 millones de toneladas y exportar cerca de 1,5 millones, más del doble que en la actualidad.
Usted confíe, que los que seguro estamos equivocados debemos ser nosotros, que vemos problemas donde no los hay y respondemos al lobby de un sector productivo que quiere dejar sin carne a los argentinos.