El precio de la soja argentina (Rosario) medido en dólares constantes, es decir, deflactados por la inflación de EE.UU., se encuentra en mínimos históricos con el nivel más bajo de las últimas dos décadas.
En el caso del maíz Rosario, según un gráfico elaborado por la consultora Globaltecnos, los valores en dólares constantes se encuentran por debajo del promedio histórico, pero –por ahora– no alcanzaron una situación catastrófica.
El último dato oficial disponible, correspondiente al pasado 2 de julio –es decir, luego de la finalización del régimen de rebaja temporaria de derechos de exportación–, mostraba que se habían comercializado 25,57 millones de toneladas de soja 2024/25, de las cuales 5,33 millones tenían precio abierto (operaciones “a fijar”).
Por su parte, el interés abierto de los contratos de Soja Rosario del mercado A3 correspondiente a la campaña 2024/25 suma 1,20 millones de toneladas a la fecha.
Eso implica, considerando una cosecha final de 50,3 millones de toneladas –según las cifras de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires–que existe un estimado de más de 28 millones de toneladas de soja sin precio hecho en un contexto de precios horribles.
En lo que respecta al maíz 2024/25, hasta el 2 de julio se habían comercializado 22,05 millones de toneladas, de las cuales 5,17 millones seguían por entonces con precio abierto, al tiempo que las posiciones abiertas en A3 suman 1,13 millones de toneladas.
Eso implica que existen al menos 30 millones de toneladas de maíz –que se está terminando de recolectar en muchas regiones agrícolas– sin precio hecho en el mercado argentino.
Mientras que el maíz, además del mercado de exportación, tiene recursos para “defenderse” al poder ofrecerse a los diferentes consumos internos, el panorama para la soja depende casi exclusivamente de la demanda proveniente de industrias aceiteras y empresas agroexportadoras.
En ese marco, la noticia de la suba de derechos de exportación aplicada por el gobierno libertario llegó en el peor momento y está promoviendo una suerte de “sequía comercial” en la plaza sojera, que por el momento no es dramática porque la demanda está bien abastecida de poroto.
La suba de los costos de producción agrícola –con los fertilizantes a la cabeza– y la ausencia de financiamiento a tasas acordes a la rentabilidad proyectada del negocio complican por demás el panorama para la campaña gruesa 2025/26.