En una jornada realizada en la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (Fauba), el asesor agronómico Mario Cattáneo contrastó: “Cuando en el mundo la superficie de cebada viene cayendo, en Argentina no para de crecer y pasamos de no existir en el mercado a estar en el top ten”. Al parecer, la Argentina comenzó a ser una jugadora importante también en este cultivo forrajero, que además es la base de la cerveza.
La Secretaría de Agroindustria acaba de estimar que se cosecharán 4,5 millones de toneladas de cebada cervecera en la campaña 2018/19, un volumen récord. Los otros grandes del mercado son, en orden de importancia, la Unión Europea, Rusia, Ucrania, Australia, Canadá, Turquía, Irán, Estados Unidos y Kazajstán.
Del total de cebada que se cosecha en la Argentina, aproximadamente se reparten mitad y mitad como destino forrajero y cervecero. En el mundo solo el 25 % se destina para fabricar la cerveza. Pero aquí la historia del cereal es joven, ya que llegó por primera vez con los inmigrantes de principios de siglo pasado, justamente para intentar hacer la bebida a la que estaban acostumbrados. Así que desde ahí le quedó gran impronta cervecera al cereal en el país.
Aquí la entrevista completa con Mario Cattáneo:
El gran salto productivo de la cebada se dio en los últimos años por dos factores fundamentales. Primeramente en algunas zonas se empezó a complementar muy bien con la soja de segunda, debido a que libera el lote antes que el trigo. Pero fundamentalmente fue debido a ‘la mesa de los argentinos’ que se catapultó el cereal de invierno. Desde que 2008 en adelante, con las trabas para exportar y bajos precios del trigo, muchos productores del sur de Buenos Aires empezaron a ver con buenos ojos a la cebada y a los contratos con las malterías.
Así las cosas, el relegado cereal, que estaba allá solo por el sudoeste bonaerense, donde las lluvias son escasas, pasó al sudeste bonaerense, una zona más rica en fertilidad y precipitaciones. “Y ahora hace dos años las exportaciones se abrieron y el trigo resurgió pero la cebada no perdió área”, explicó Cattáneo.
“La cebada es más rústica que el trigo, produce la misma cantidad de grano con el 80% de agua de un trigo”, detalló el ingeniero. Pero eso no quiere decir que no fuera a gozar de la fertilidad y expresar más rinde y calidad en el sudeste.
Con destino cervecero, el 70 % de la cebada que se siembra en el país está en manos de una sola empresa multinacional, la belga AB InBev, que de a poquito se fue comprando marcas hasta lograr el 25 % del mercado mundial de cervezas. En Argentina esa sigla está detrás de Quilmes, Brahma, Patagonia, Iguana, Stella Artois, Isenbeck, Warsteiner y Miller.
Su competencia es la chilena CCU (Compañía de Cervecerías Unidas), que hace Schneider, Imperial, Salta, Santa Fe, Palermo, Bieckert, Córdoba, Otro Mundo, Budweiser, Heineken, Sol y Amstel. Entre las dos multinacionales dominan el 85% del mercado argentino.
El contrato de las grandes malterías con los productores argentinos consiste en que la empresa cervecera brinda la semilla y el productor se compromete a entregar a cosecha el grano con ciertos parámetros acordados: que no exista daño, buen poder germinativo -hasta 95 % de tolerancia- (para el malteo la semilla debe germinar), entre 10 y 12 % de proteína y buen calibre -2,5 mm como mínimo-. “En un 70 % se puede decir que los contratos se cumplen”, afirmó a Bichos de Campo el ingeniero Cattáneo. El resto habrá de venderse como forrajera.
El gran mercado de exportación de cebada cervecera y malta para la Argentina es el vecino Brasil, ya que es deficitario de este cereal al igual que con el trigo. El 80% de la cebada cervecera (malteada) viaja a ese mercado, el mercado argentino por excelencia.