Alejandro Melamed, coach y conferencista, recientemente ha publicado un libro llamado “El futuro del trabajo ya llegó. Y el trabajo del futuro también”. Luego de leerlo, en Bichos de Campo nos quedaron algunas dudas, así que decidimos consultarlo; las preguntas y respuestas se reflejan en esta entrevista realizada a partir de repensar ideas y frases del libro (texto entre comillas antes de la pregunta).
“Tal vez uno de los pasajes más importantes que estamos transitando en este tiempo es el del sistema de monitoreo y control físico a la confianza”.
-Al leer esto uno puede pensar que usted está enalteciendo el valor de la palabra, sin embargo se me ocurre que esta “confianza” es medible a través de los logros de los objetivos alcanzados, es decir, si el empleado o proveedor hizo o no lo que tenía que hacer. ¿Es así?
-En parte sí, pero mi visión de la confianza es diferente y creo que es una ecuación que implica 3 variables: saber de lo que uno habla, honrar los compromisos y generar una relación cercana, lo cual significa brindarse a los demás Al mismo tiempo es una construcción cotidiana y binaria: o confiamos en alguien o no confiamos, y hoy es un intangible cada vez más valioso.
“Debemos transitar este mundo de una manera diferente”.
–Pienso en aquello de asociar el trabajo con el sudor, con el sacrificio y en valorar –justamente- ese sacrificio. ¿Será que ya no está tan bien visto esto de sufrir y cada vez más -en ciertos sectores- se puede asociar al trabajo con algo lúdico y que además de dar dinero también dé placer?
-Tal vez hay que ir a la definición original del trabajo, vinculado a un elemento de tortura. Esto fue evolucionando ya que antes era se tenía el concepto de romperse el cuerpo trabajando para un día jubilarse y disfrutar de la vida. Hoy las nuevas generaciones quieren disfrutar de la vida mientras viven. Por otro lado, no creo que el trabajo sea algo lúdico pero sí un lugar de socialización muy importante…aunque no necesariamente lo tengo que pasar bien para trabajar bien.
“Existen pocos trabajos ciento por ciento automatizables, lo que se va a automatizar son ciertas tareas, pero los trabajos como tales no van a desaparecer”.
-¿Sirve este argumento para tranquilizar a las personas que están enojadas con las máquinas porque piensan que les van a sacar el trabajo? ¿En su experiencia como consultor cómo lo ve?
-Quien debería preocuparse es la persona que tiene un trabajo repetitivo y con poco valor agregado. Y creo que en vez de poner su energía en enojarse deberían empezar a pensar cómo prepararse para lo que se denomina “la angustia de los robots”, el momento en que alguien piensa que el robot lo va a sustituir. Cada persona debe diseñar su trayectoria en tareas de máximo valor agregado y donde el factor humano sea lo diferencial.
“Básicamente, nuestro enfoque apunta a tratar de comprender que el cambio es continuo, y que tenemos que bajar nuestras resistencias para abrazar este cambio”.
-En teoría siempre se habla mucho de esto, de la impermanencia, y se da el ejemplo de que el agua nunca pasa de la misma manera en el mismo río. Ahora bien, en la práctica a las personas les cuesta muchísimo cambiar aunque sea algo mínimo: por ejemplo a cualquiera le parece una locura cambiar de equipo de fútbol. Dada esta circunstancia ¿cómo trabaja usted de forma concreta esto, es decir, que las personas se animen o les guste el cambio?
-El tema del cambio creo que viene por otro lado: la mejor manera de asumir un cambio es trabajar el concepto de trasformación. La diferencia es que el cambio es la reacción ante algo externo que nos llega mientras que la transformación implica ir generando modificaciones a través de nuestros deseos. Entonces es clave comprender que cuanto más trabajemos en función de nuestro propósito mayor posibilidad de realización tendremos. Para animarse ayuda pensar cuál es el costo de no cambiar y a la vez pensar que cuando todo cambia también hay cosas que se mantienen, como los valores. Y quizás el equipo de futbol tiene que ver con esto, con un valor familiar.
-¿Cuánto de todo esto se puede aplicar al sector agropecuario?
-Creo que todo porque tal vez ha sido uno de los que más se ha visto impactado por la tecnología y todo lo que es inteligencia artificial va a seguir potenciando las grandes oportunidades que tiene el campo. Es excelente que el sector se enfoque en estos temas, creo que hay mucho camino por recorrer; lo que hay que entender es que para que esto sea posible se requieren condiciones básicas como una buena conexión a internet. A la vez, para atraer talentos, hay que pensar qué condiciones de salud y de servicios están disponibles, es decir, cómo hacer para que este sector resulte atractivo para muchas personas que están buscando un norte diferente.
-Por último, usted se define como un consultor disruptivo. Supongo que se refiere a que hace cosas diferentse a los demás consultores. ¿Nos pueden dar algunos ejemplos?
-Trato de dar una mirada totalmente distinta y de proponer formas de trabajo no tradicionales. Por ejemplo, con los CEO que trabajo, siempre les aviso que yo vengo a decirles lo que las personas que los rodean nunca tendrían el coraje de decirles. Y desde ahí partimos.