Los rendimientos históricos en la última campaña de girasol hicieron pensar que este año el cultivo despegaría. En el ciclo 2019/20, la producción total de la oleaginosa fue de 3.400.000 toneladas, un 5,7% de aumento en relación al promedio de los últimos 5 años, y una buena parte de esa producción llegó desde las provincias del norte.
Sin embargo, allí el panorama de la campaña 2020/2021 ahora se muestra en el extremo opuesto: se estimaba alcanzar entre 270.000 y 300.000 hectáreas de girasol, pero según un informe oficial solo se cultivaron 75.000.
El clima le dijo que no al norte argentino y la falta de lluvias afectó de forma directa a la siembra. “Se sembró un cuarto de lo que se iba a sembrar por la condición de que no había humedad. En Chaco empezamos entre el 10 y 15 de julio pero llovió muy poco en mayo y casi nada en junio y julio”, comentó a Bichos de Campo Martín Cantero, asesor agropecuario en Chaco y Santiago del Estero.
Y como si fuera poco, de las 75.000 hectáreas cultivadas ya se perdieron 2.200 por la falta de lluvias, que ya acumula varios meses. “Hoy sería difícil estimar cuántas hectáreas van a ser cosechadas pero seguro que 55.000 se van a sacar. Ahora cuanto rinde no sé”, dijo Cantero.
Teniendo en cuenta las campañas realizadas desde el 2003 y 2004, la campaña de girasol de este año se ubica como la segunda peor después de la de 2009/2010, que llegó tan solo a 58.770 hectáreas sembradas. Las campañas de 2012/2013 y las de 2018/2019 dieron la pauta de que este cultivo estaba llegando a una consolidación definitiva, con una siembra de 447.100 y 468.800 hectáreas respectivamente, pero nadie vio venir los embates del clima.
Dentro de los departamentos más golpeados de la provincia de Chaco se encuentran Almirante Brown y Fontana, que tenían una intención de siembra de 60.000 y 30.000 hectáreas respectivamente, pero ninguna de las localidades llegó a sembrar siquiera 10.000.
Mientras los productores chaqueños aguardan por las cifras finales de esta campaña que ya lleva la carátula de fracaso, la intención ahora es trabajar con las 200.000 hectáreas que quedaron desocupadas. Entre octubre y noviembre se sembraría sorgo y algodón, y en diciembre seria el turno de la soja. Eso si llueve, claro.