En Agritechnica siempre hay gigantes verdes, rojos o amarillos que acaparan miradas. Se trata de grandes tractores, con mucha tecnología o autónomos, que habitualmente ganan medallas de oro o plata por su innovación, y pertenecen a las grandes marcas fabricantes de maquinaria agrícola.
Sin embargo, cada tanto aparece un desarrollo menos vistoso, de algún fabricante con stand más chico, que termina siendo más disruptivo que cualquier tanque de acero. Este año, una de las medallas de oro se la llevó un tractor trepador que desarrolló la empresa Müller Landsmaschinen en conjunto con la fabricante de tractores Aebi Schmidt. El prototipo que llevaron, es capaz de trepar y doblar al mismo tiempo, ya que posee tracción independiente en cada una de sus cuatro ruedas.
“Esto que vemos ahí atrás es un prototipo del tractor Aebi”, nos dice Udo Eckloff, ingeniero de Müller Landsmaschinen, mientras señala la máquina exhibida en el pabellón 2. “Ellos venden entre 500 y 1000 tractores por año para trabajo montañoso. El problema siempre fue el mismo, ya que en una curva en pendiente, el diferencial no te deja. O subís, o doblás. Las dos cosas juntas, imposible”.
Fue así que el desafío quedó planteado hace una década, cuando Müller y el Instituto HAM decidieron encarar un desarrollo que apuntaba a un concepto en la mecánica tradicional, que busca un tractor sin diferencial. En su lugar, diseñaron un sistema de accionamiento mecánico directo que reparte la fuerza a cada rueda sin bloqueos, sin mandos extras y sin los límites clásicos de los 4×4 convencionales.
El truco está escondido en cada rueda. Allí existe un sistema planetario cuyo anillo exterior puede ser liberado o fijado por un control hidrostático. La electrónica calcula en milisegundos qué velocidad necesita cada rueda cuando el tractor encarna una curva en montaña, y el planetario lo ejecuta. “No es un motor independiente, pero funciona como si lo fuera”, explica Udo. “Mantenés la fuerza mecánica y reducís la velocidad solo donde hace falta”.
Las ventajas son difíciles de ignorar. Por un lado, la maniobra que antes era imposible —doblar en fuerte pendiente sin perder tracción— ahora se hace con naturalidad. Por otro, llegan mejoras medibles como una mayor capacidad de ascenso, menor consumo de combustible y menos carga para el operador. “Antes tenías que pensar en bloquear, desbloquear y manejar el diferencial. Ahora solo pensás en tu camino. El sistema hace todo”, resume Udo.
Esta innovación fue muy bien recibida en Agritechnica por su desempeño. En algunos países europeos el tema de escalar y doblar resulta necesario por la agricultura de pedemonte, y para realizar las famosas terrazas en terrenos empinados.
Mirá la entrevista completa con Udo Eckloff:
La medalla de oro en Agritechnica catapultó el trabajo de los ingenieros.. De repente, un desarrollo que era casi teórico pasó a estar en el centro de la conversación técnica. “Lo probamos dos años en situaciones reales y también científicamente. Los cálculos iniciales ahora se cumplen en el campo”, dice con orgullo Udo, bajo la atenta mirada del técnico que inventó el sistema de tracción. Y también del tractor.
A la mejora, la industria lo notó. Fabricantes de cosechadoras de café en Brasil —que necesitan máquinas que trepen pendientes más violentas que muchas montañas europeas— mostraron interés inmediato. Lo mismo empresas alemanas dedicadas a maquinaria autopropulsada para papa, pero también captó el interés de grandes fabricantes de maquinaria a nivel global para comenzar a probar la tecnología.

En paralelo, el plan comercial avanza rápido. Aebi será el primer fabricante en llevar el sistema a producción en serie en 2026. Y Müller ya abrió agenda para nuevas aplicaciones: desde tractores grandes hasta equipos especiales para cultivos en laderas.
Para el ingeniero alemán, esto no es solo una innovación, sino un cambio de era. “El diferencial lo inventó Da Vinci hace casi un milenio”, nos dice al cerrar la charla. “Ahora toca otra cosa”.
En lo cierto, Da Vinci inventó una sistema para un carro autopropulsado, que tenía un mecanismo de control complejo que le permitía seguir una ruta preprogramada. Dentro de este sistema, existía una función similar a un diferencial que servía para ajustar el ángulo de giro del vehículo. Aun así, el invento de los alemanes supone una nueva era en los sistemas de tracción.





