Los precios de los contratos futuros de trigo en el mercado estadounidense CME Group continúan “volando” en línea con una restricción de oferta tanto actual como prevista del cereal.
Australia, que según el Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA) debería aportar al menos 23,5 millones de toneladas en la oferta exportable global, está experimentando en plena cosecha de cereal importantes lluvias que podrían comprometer la calidad del cereal.
El USDA proyecta que las exportaciones argentinas de trigo en 2021/22 serían de 13,5 millones de toneladas. Sin embargo, el gobierno argentino hasta el momento autorizó para el período un cupo de exportación de 9,0 millones de toneladas.
No se trata de buenas noticias en un contexto internacional en el cual las ofertas exportables de Canadá, EE.UU. y Rusia resultaron afectadas por restricciones hídricas.
Los precios, por otra parte, se están también adelantando a la coyuntura presente en 2022, cuando, debido al elevadísimo costo de los fertilizantes, podrían ocurrir reducciones de área y de uso de agroinsumos en cultivos cereales, lo que finalmente terminaría disminuyendo la oferta de producto crítico para la civilización humana.
Ese fenómeno, muy probablemente, tendría mayor impacto en aquellas naciones que aplican políticas intervencionistas para “planchar” los precios internos de los cereales, como es el caso de Rusia y Argentina, que son el primer y séptimo exportador mundial de trigo en términos de volumen.
Hoy lunes también terminaron con alzas los futuros de maíz y poroto de soja del CME, estos últimos de la mano de importantes subas registradas por el aceite de soja, que, al emplearse como insumo base del biodiésel en EE.UU., suele copiar los movimientos alcistas del petróleo crudo.
Adicionalmente, el mercado de aceites vegetales permanece en una situación ajustada a nivel global porque, debido a las restricciones de movilidad implementadas en 2020, muchas plantaciones de palma se perdieron en Malasia al no poder contar con trabajadores extranjeros, quienes, hasta antes de la pandemia, eran los principales recolectores del fruto. Por otra parte, la cosecha canadiense de colza resultó muy afectada por una restricción hídrica severa.