La historia económica reciente de Argentina muestra que los planes de estabilización macroeconómica, aunque exitosos en el corto plazo, han enfrentado dificultades a largo plazo. En ese contexto, el gobierno de Javier Milei enfrenta retos similares a los de los años 90, pero con nuevas dinámicas y desafíos.
Durante la década del 90, el gobierno de Carlos Menem implementó un esquema de convertibilidad (posteriormente mantenido por Fernando de la Rúa), que ató el peso argentino al dólar estadounidense en un intento por controlar la inflación. Ese plan, aunque resultó exitoso en términos de estabilidad de precios e inversiones de capital e infraestructura, provocó con los años una serie de desequilibrios económicos que se hicieron evidentes a largo plazo. La caída de las reservas internacionales del Banco Central (BCRA), el aumento de la deuda externa y la creciente balanza comercial deficitaria –producto de un tipo de cambio muy apreciado con conspiraba contra los sectores exportadores– fueron consecuencias notorias que llevaron a la dramática crisis económica de 2001/02.
En la actualidad, bajo la presidencia de Milei, el país enfrenta una situación económica igualmente complicada. A través de un programa de estabilización, el gobierno ha optado por la instauración de un tipo de cambio apreciado con un esquema de ajuste gradual que inicialmente se instrumentó en un 2% mensual para luego reducirlo a un 1%.
“Una de las similitudes más claras entre los distintos planes de estabilización es el uso del ancla cambiaria, un mecanismo que ha sido una constante en los esfuerzos de estabilización de la economía argentina, tanto en el Plan Austral (gobierno de Raúl Alfonsín) como en la convertibilidad, el plan de (Mauricio) Macri y ahora el de Milei”, señaló Francisco Anzoategui, analista del área de Economía de CREA.
El ancla cambiaria permite en los inicios morigerar las presiones inflacionarias, pero con el tiempo resta competitividad a lo sectores exportadores y la economía comienza así a perder capacidad de generar divisas de manera genuina, por lo que el gobierno debe buscar mecanismos alternativos para conseguir ese recurso crítico.
“Actualmente el tipo de cambio real ya se encuentra en niveles similares a los registrados durante la década del ’90, con la diferencia que ahora el sector agropecuario está gravado con elevados derechos de exportación que eran muy bajos en los años ’90 y sólo comprendían al complejo sojero”, explicó el economista en un artículo publicado en Contenidos CREA.
El escenario no resulta dramático para el agro porque los precios internacionales de los principales productos agroindustriales que exporta la Argentina, si bien cayeron en el último año, siguen estando (por ahora) por arriba de los mínimos registrados en la serie histórica reciente.
La situación fiscal del Estado nacional argentino es un poco mejor a la registrada durante los inicios de la convertibilidad y el gobierno de Milei tiene como objetivo base el mantenimiento tanto del resultado primario como del financiero, lo que claramente no pudo sostenerse durante el gobierno de Menem y se agravó con la gestión de De la Rúa.
“La diferencia de la gestión actual con los `90 es que el gobierno de Milei tiene un compromiso claro en lo que respecta al equilibrio de las cuentas públicas”, apuntó Anzoategui.
Otra diferencia es que mientras que la convertibilidad en sus inicios impulsó una recuperación de la actividad económica, esa dinámica está experimentando mayores dificultades durante la actual gestión de Milei, especialmente con algunos sectores, como es el caso de la construcción y algunos rubros de la industria manufacturera.
“A diferencia de la convertibilidad, en lo que va de la gestión de Milei la balanza comercial generó superávits, lo que representa un factor crucial para poder recomponer reservas”, afirmó el economista de CREA.
La balanza comercial ha sido positiva en el primer año del mandato de Milei, con un superávit del 18.899 millones de dólares en 2024. Sin embargo, el desafío sigue siendo cómo mantener ese superávit en un contexto económico global más incierto. El superávit comercial acumulado en el primer bimestre de 2025 (último dato oficial) es de apenas 389 millones de dólares.
La gran diferencia de las experiencias pasadas con respecto a la actual gestión es que el compromiso para mantener equilibradas las cuentas fiscales del Estado nacional constituye una parte central de las directrices de la política económica, aunque no hay que olvidar que ese objetivo se está cumpliendo en parte con ingresos generados por derechos de exportación aplicados al agro, los cuales no son sostenibles en el mediano plazo en un contexto de apreciación cambiaria.
También es necesario recordar que, a diferencia de los ’90, la proporción del sector público en la economía es muchísima más elevada y, si bien el gobierno de Milei se propuso reducir esa participación para dar mayor relevancia al sector privado, tal dinámica no puede transformarse de manera abrupta.
El mercado de futuros de dólar sigue anticipando una corrección cambiaria inminente
Son períodos INCOMPARABLES
En la época menemista, la mayor parte de la producción agrícola no estaba en manos de arrendatarios, como sucede hoy ( arrendatarios que pagan fortunas a quintales fijos en soja por sembrar en tierra ajena ).
Durante Menem el valor internacional de la soja no sobrepasaba los 200 dolares
Las retenciones no existían. Los controles de aquella DGI eran lo más parecido a un queso gruyere y por lo tanto ( sin digitalización de las CP ) se negreaba al 60 % porque el mercado era un festival de carpetas truchas.
De manera que el estado no recaudaba por retenciones, y casi nada por el Imp a las Ganancias del sector agrícola
¿ Cuanto valía la tierra ? Pués una hectárea “flor” no llegaba a los 4.000 dólares.