El desastre climático ya comenzó a reflejarse en las estadísticas de comercio exterior de la Argentina y anticipa que el 2023 será un año desafiante en términos cambiarios para el país.
Increíblemente, a pesar del fenomenal cepo importador que está provocando el cierre de empresas y una desaceleración económica importante en muchos rubros, en enero pasado Argentina registró un déficit comercial de 484 millones de dólares, según datos oficiales (Indec).
El trigo –principal rubro de exportación del mes de enero– apenas generó ingresos de divisas el mes pasado por 154 millones de dólares versus 842 millones en el mismo período de 2022. También cayeron los ingresos por exportaciones de maíz.
En lo que respecta al complejo sojero, las exportaciones netas en enero fueron de 1009 millones de dólares versus 1175 millones en el mismo mes de 2022. El mayor complejo exportador de la Argentina tendrá bastante menos que aportar este año a causa de la severa sequía que afecta a gran parte de las zonas productivas.
En tanto, el gasoil fue el producto que registró el mayor incremento en las importaciones, con compras el mes pasado por 309 millones de dólares versus 150 millones en enero de 2022. Se trata de un producto que –con una política energética razonable– podría ser reemplazado en un 100% con biodiésel elaborado en la Argentina con aceites vegetales o grasas animales.
Otra mala noticia es que el año 2023 comenzó con términos de intercambio desfavorables para la Argentina, lo que implica que los precios de los bienes agroindustriales que mayormente exporta el país aumentaron menos que los que importa. Es decir: el “salario” de la Argentina se está licuando por no tener una matriz comercial más diversificada.
Tal como viene ocurriendo en los últimos años, el mayor déficit comercial se registró con China el mes pasado con saldo negativo de 723 millones de dólares. El hecho de que una nación agroindustrial tenga semejante déficit con el mayor importador mundial de productos agroindustriales representa un fracaso imposible de disimular.
En definitiva: si se tiene en cuenta que el comercio exterior es actualmente la principal fuente de generación de divisas de la Argentina –una nación sin crédito genuino ni recepción de inversión extranjera–, entonces los números del primer mes del año son por demás preocupantes.