Estuvimos los Bichos de Campo el viernes por Expo-Apronor, en Tucumán, invitados por la que quizás sea una de las últimas gremiales agropecuarias fundadas en la Argentina. En el programa de TV del próximo fin de semana contaremos más sobre ellos, los productores de granos de la provincia más chiquita de la Argentina (aunque ya tienen varios socios de Santiago del Estero) que en algún momento del peor conflicto con el Gobierno nacional y provincial en 2015 sintieron que las entidades nacionales ya no los representaban y fundaron su propia asociación. Hoy son casi 200 productores. De cómo producen y qué reclaman ya hablaremos más adelante.
Ahora queremos contarles sobre la excusa que nos llevó a viajar: la tercera edición de la Expo-Apronor, que se realizó entre el jueves y el sábado. En 2016, apenas unos meses después de crear su asociación, los productores tucumanos decidieron que el mejor modo de financiarse era organizar una muestra a cielo abierto al estilo Agroactiva o Expoagro, aunque todavía no metieron mano a las dinámicas. Con las dos primeras muestras pudieron comprar un local esquina en San Miguel de Tucumán, donde funcionará su sede central. Esta tercera, suponían, les dejará suficiente dinero para construir y ponerla a punto.
La exposición -que reunión a cerca de 90 expositores- se hace en un campo perteneciente a la familia Ramos, que lo cede gratuitamente porque sus integrantes también forman parte de la pequeña gran gesta de estos productores. Junto a otras pocas decenas de familias españolas, en 1939 los Ramos se afincaron en una nueva colonia agrícola ubicada al noroeste de la ciudad capital de Tucumán. Así se recuerda ahora aquel momento: “No había electricidad ni teléfonos ni siquiera agua potable, lo que hoy es la ruta 317 era una huella, una picada en medio del monte de cevil. Eran adjudicatarios de una parcela de 104 has al igual que otras 73 familias, de lo que se denominó la colonización de la Ramada de Abajo (primeramente llamada colonia Juan Domingo Perón, ya que por aquellos tiempos, convenía ese nombre, para un mejor diligenciamiento)”.
La raíz española de la colonia es la que explica una situación más que insólita. La Expo-Apronor ha de ser seguro la única muestra agropecuaria de esta parte del mundo que como plato principal ofrece a sus visitantes una paella de mariscos. En pleno verde intenso de Tucumán. A 1.500 kilómetros o más de las costas marítimas de la Argentina. A la hora de importar mariscos, los socios de Apronor no se quejan tanto del costo del flete como sí lo hacen al momento de tener que vender su soja.
Berta Sáenz de Mejías, la cocinera de esa paella, campeona veterana en esta región, nos contó el origen de esa tradición. “No le envidiamos nada a la paella de Valencia”, dice la mujer, que acaba de volver de una visita a España.
En medio de la exposición, el viernes, cayó una tupida lluvia que ayudó a comer la paella y puso a los productores de buen humor, porque también en esta norteña estaba faltando bastante agua para redondear la soja y el maíz. Chapoteando entre algo de barro, los socios de Apronor (que tampoco gastan en contratar gente, porque se distribuyen entre ellos los diferentes puestos de trabajo que se requieren para organizar la muestra), temieron en algún momento por el sistema de iluminación instalado en el precio de los Ramos. Pero nada malo sucedió.
La pequeña red eléctrica que iluminaba el lugar y alimentaba los equipos de audio y hasta los aires acondicionado presentaba otra particularidad. El suministro le llegaba desde un equipo generador alimentado únicamente con biodiésel elaborado en una pequeña planta de extrusado de soja.
Sí, adivinaron. Los 2.000 litros del biocombustible que hicieron falta fueron donados por el fabricante, que es otro de los socios de Apronor. Su costos de producción, dice, llega a 17 pesos por litro.
Roberto Palomo, uno de los directivos de la joven entidad agropecuaria, cree que esta debe haber sido la primera muestra del sector que se alimenta con electricidad generada a partir de productos del propio sector. Nos lo dijo acá. Y además nos explica sobre los diferentes usos de la soja.
El generador de 200 KVA soportó perfectamente el reemplazo de gasoil por biodiésel, donado por la empresa Trigotuc, de Manuel Barinaga. quien, en sus instalaciones en la Zona Franca, produce alimento balanceado y el biocombustible que utiliza en los vehículos y maquinaria agrícola de su firma.