Una noticia decididamente rara es que en un país en crisis -la Argentina lo es-, una empresa decida invertir varios millones de dólares en un sector vapuleado además por el constante cambio de las reglas de juego -el agro lo es-. ¿Van a contramano estos empresarios? La pregunta resulta pertinente, pero lo cierto es que el proyecto Qnuts, presentado días atrás en Mendoza, parece ir en el sentido correcto por el rubro que eligió para producir: las nueces de exportación.
Qnuts es el nombre que los dueños del grupo de transporte urbano Metropol -el de las rosas pintadas en el chasis de los colectivos- eligieron para hacer su primera inversión en el sector agrícola, fuera de un rubro que conocen muy bien desde que su bisabuelo arrancó a transportar cosas y personas en Misiones, muchas décadas atrás. Por eso estudiaron muy bien el lugar y la producción, durante varios años. Concluyeron que la apuesta que debían hacer era al rubro de los frutos secos, uno de los pocos del negocio agropecuario que muestra índices de crecimiento en la última década.
Se instalaron finalmente en Tunuyán, en el Valle de Uco, Mendoza. Sobre tierras vírgenes ubicadas al pie de la Cordillera de los Andes, rodeados de las grandes bodegas vitivinícolas que colonizaron esa zona, implantaron 127 hectáreas de nogales y construyeron una planta secadora de nueces con tecnología de última generación, que ya está en su segunda temporada de funcionamiento. Todo el chiste salió una fortuna. Inversiones de esta escala resultan muy inusuales en los últimos años.
Javier Zbikoski, integrante del directorio de Metropol y dueño del grupo junto a su hermano Eduardo, explicó a Bichos de Campo que hace unos diez años decidieron comenzar a diversificar sus negocios, que hasta ese momento se limitaban solo al transporte. “Empezamos a investigar cueles eran las posibilidades. Todos sabemos que la Argentina era líder mundial en el tema granos, pero encontramos que allí había pocas oportunidades para agregar valor, pues tenés que tener una escala que no está a nuestro alcance. Por supuesto miramos en nuestra provincia de origen, que es Misiones, con la yerba mate y la madera. Y fue así -mirando diversas economías regionales- que llegamos a Mendoza, que nos gusta muchísimo”, sintetizó un proceso que llevó varios años.
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-¿Por qué terminaron recalando en el negocio de los frutos secos?
-De alguna manera vimos que en esta zona hay una carencia de capacidad de secado. Hay que hacer una inversión muy grande que se repaga después de diez años. Nosotros ahora tenemos una capacidad de secado superior a la que necesitamos para la fina que tenemos hoy, pero hicimos esta planta más grande para empezar a brindar servicios y generar valor. Lo que hacemos es complementarnos con otros productores.
La mirada de largo plazo es que en Mendoza debería comenzar a consolidarse un polo productor y exportador de frutos secos. La provincia ya lidera con comodidad el ránking de superficie implantada con ese tipo de frutas. El último censo sobre la actividad que se hizo en 2019 detectó unas 5.000 hectáreas implantadas con nogales (además de 2.000 de almendros, 150 de pistacho, y otras pocas de castañas y avellanas). Pero según las estimaciones propias de Qnuts, ya habría 7.000 hectáreas con nueces y creciendo a razón de 400 hectáreas por año. Incluso hay tradicionales productores de vino levantando los viñedos para reemplazarlos por nogales.
De allí la razonabilidad técnica y económica de la nueva planta de secado en Tunuyán, que pronto también realizará otros procesos como la calibración de las nueces y el embolsado, para dejar la mercadería lista para la exportación. Como si fuera una planta de aceite de oliva, las instalaciones de esa agroindustria se encienden solo en la temporada de cosecha (unas pocas semanas al año, entre fin de marzo y mediados de abril) y el resto del año quedan cerradas. La línea montada por Qnuts costó más de 2 millones de dólares.
Este es el segundo año de trabajo en la finca, con un volumen de cosecha propia que se elevó de 100 mil kilos el año pasado a 200 mil esta temporada, pero que llegaría a unos 800 mil kilos cuando los árboles -implantados en 2018- lleguen a su plenitud, lo que sucede recién a partir del séptimo año. La secadora, de todos modos, tiene capacidad para procesar hasta 3 millones de kilos de nueces.
A diferencia de muchos otros rubros, el negocio de los frutos secos ofrece hoy muy buenos márgenes, porque los costos de producción rondan 1 dólar por kilo, antes de impuestos y otros gastos comerciales, mientras que los valores internacionales de venta se acercan hasta los 3 dólares, según el calibre y la calidad de la fruta. Por eso a mediano plazo la decisión de la empresa es buscar otros campos (quizás en San Juan) para implantar más nogales y eventualmente incursionar en otros frutos secos, en especial el pistacho.
“Hoy tenemos como proyecto el nogal, pero realmente tenemos el radar encendido pensando en poder ampliar en nuestro portfolio otros frutos secos, como el avellano y el pistacho”, ratificó Sebastián Fogal, que es un agrónomo que se desempeña como gerente técnico de Qnuts.
“Este es un negocio que nos está dando sorpresas muy gratas, porque estamos percibiendo que todos los años la curva de la demanda se mueve. Cada vez más gente está entrando en el consumo de frutos secos. Y la que ya estaba y los conocía, consume cada vez más”, comentó Sebastián. La razón, según él, es que la gente quiere comer cada vez más sano y este tipo de frutos tienen condiciones nutracéuticas ideales
Mirá la nota con el agrónomo:
Fogal maneja los datos del comercio mundial al dedillo, se los ha estudiado a fondo. China y Estados Unidos manejan el 70% de la producción mundial, y como tercer productor y exportador aparece Chile, que envía al exterior el 95% de lo que produce. La Argentina debería seguir ese ejemplo, pero todavía está muy lejos. En el ránking de productores ocupa el noveno o décimo puesto.
“Si bien hoy nuestra escala es marginal, encontramos voracidad comercial de gente que quiere fruta nueva, que no quiere comer las nueces del año pasado”, nos explica Fogal. Se refiere que a pesar de que los frutos secos (justamente por esa condición de poca humedad) se pueden conservar, los mercados internacionales están demandando frutos de cosecha reciente. En este caso la ventaja de la Argentina, como Chile, es que puede exportar en contraestación.
En esta finca de Tunuyán las 127 hectáreas están dedicadas a la variedad Chandler, que es una de las más adaptadas el país y la de mayor demanda a nivel global, por su color de pulpa, que es muy claro. La cosecha por ahora es semi mecanizada: con un tractor se agitan los árboles para que caigan los frutos maduros. Cuando el volumen de producción lo justifique también se mecanizará la parte de barrido y recolección de las nueces desparramadas por el suelo. Por ahora es manual. En este temporada de cosecha la empresa generó empleo para casi 40 personas.
La inversión por hectárea de una hectárea de nogal puede llegar tranquilamente a los 40 mil dólares, con todos los chiches. El riego por goteo es esencial, porque cada árbol demanda mucha agua a lo largo de todo el ciclo (con mayor intensidad a partir de la primavera) y puede llegar a consumir unos 1.200 metros cúbicos al año. En este caso puntual, y teniendo en cuenta las restricciones hídricas que se han comenzado a registrar en Mendoza y otras provincias cuyanas, la empresa construyó una gran reserva con 60 millones de litros de capacidad de riego, que se va llenando con los turnos de riego regulados que le corresponden. También se impermeabilizó el canal secundario desde su origen, para evitar pérdidas.
Una vez en la planta de secado, las nueves primero se procesan para quitarles restos del pelón (la flor que las contiene en el árbol) y se lavan. Luego pasan por la secadora propiamente dicha que debe reducir la humedad del fruto dentro del cascarón de 32% a cerca de un 8%. Luego de eso ya están casi listas. Se pueden partir y hasta pelar, pero Qnuts por ahora prefiere exportarlas con cáscara sobre todo a países de la comunidad europea.